Capítulo 9

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Llevábamos dos semanas con la escuela de equitación. El negocio fluía como agua por la ladera de la montaña, bueno, algo así. Íbamos bien, no extremadamente bien, solo bien. James llevaba las cuentas y yo daba las clases, Rosaline había venido a suplantarme alguna que otra vez cuando lo necesitaba, pero más allá que eso, todo estaba en orden.

Tocaba clase con los adolescentes, entre 13 y 15 años. Me había puesto las botas y prendido la campera, ya que si bien estábamos en otoño, el frío parecía invernal. Fui a preparar los caballos de salto, que se habían adueñado del establo, dejando a Thelma, Louise, Clyde y Cowboy fuera del mismo. La única que había continuado su estadía era Chestnut, y demostraba clase tras clase que a pesar de su edad, aún tenía magia para la disciplina.

Llegaron los chicos a quienes debía darle clases, sin duda el único que se destacaba de ellos era Marcus con apenas 14 años, parecía que había nacido sobre un caballo; no había disciplina alguna que le vaya mal. Era impresionante. Debo reconocer que tenía un carácter difícil, ¿pero quién no lo tiene? Luego estaba Safira. Su caballo era hermoso y le había puesto de nombre Amazonas.

Ambos chicos llegaron primeros, luego los siguieron Danny, Farrah y Blake, siendo los dos primeros novatos para el salto. Luego de tomar las riendas que yo estaba sosteniendo, cada uno montó en su caballo.

James me había ayudado a preparar los circuitos, debido a que él no me dejaba hacer fuerza por culpa del embarazo. Si antes era insoportable conmigo, ahora que estoy embarazada lo era más.

—Deberías contarles sobre la competencia— me dijo por lo bajo, de espaldas a los chicos que estaban precalentando a los caballos.

—No, Jamie. No están listos para competir todavía, además estamos justos de plata para financiar el traslado.

—Ellos deberían buscar su forma de llegar si tanto lo quieren realizar. Pero no les impidas un concurso, ¿qué importa si no están listos?

Debía admitir que tenía razón, como siempre. De todas maneras había pequeñas cosas que algunos de ellos debían aprender antes de ir a una competencia; el trote inglés ya lo tenían dominado, así como también andar con una rienda en cada mano, pero se necesita más que eso para poder competir. Por otro lado, debíamos quedar en una buena posición para así promocionar la escuela.

—Luego lo hablo con ellos— dije para cerrar el tema y volverme a mis alumnos—. Bien, empecemos a saltar.

Les expliqué el orden del circuito y qué quería ver entre salto y salto, por supuesto, le pedí a Marcus que lo muestre una vez así todos lo entendían. Consistía en diez obstáculos de distinto grado de dificultad, pero aptos para todos ellos. Aún así, más de una vez les había dejado en claro que no había importancia si tiraban algún que otro obstáculo, estaban allí para aprender.


Los primeros caballetes y saltos de 60 centímetros los pasó perfectamente y sin ningún problema, pero al llegar a los saltos de más de un metro, Marcus y Versailles, su caballo, comenzaron a tener desperfectos. Estaba completamente bien tener algún desperfecto, pero Marcus jamás los tenía.

El último salto era de 160 centímetros, era muy claro que solo Safira y él podrían pasarlo, los otros eran novatos. Versailles saltó perfecto y no tiró ni siquiera un tubo, pero al caer, un relinche ahogado y desesperado salió de su boca y como producto de la misma situación, se paró en dos patas, haciendo que Marcus deba agarrarse firmemente para no caer.

— ¿Qué hacés?— gritó el chico y con la fusta lo golpeó repetidas veces en los cuartos hasta que el caballo se sumió al "poder" de su dueño.

La Chica de los CaballosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora