James POV
Ese comentario me mató internamente. Lyndy, es decir, Wenn, siempre tenía las palabras justas para hacerte sufrir, si así lo deseaba. No me malinterpreten, es un ángel en persona, pero con el tiempo aprendí que no había que hacerla enojar.
Tenía ganas de decirle que quería más que una amistad entre nosotros, pero con el tiempo también aprendí que el amor que le tiene y otorga a sus caballos, jamás será recibido por alguien más. Ustedes deben preguntarse cómo se puso en una relación con William. Desde mi punto de vista, no se amaban, se entretenían. William la poseía y ella respondía a su llamado como si se tratase de la batiseñal y Batman.
—No tenés porqué pedir perdón.
Me aferré un poquito más a su camisa a cuadros y pude sentir el suave aroma de su perfume. Vainilla y canela. Para cuando me soltó, yo tenía los ojos cerrados y estaba absorto en otro lugar, muy lejos de allí, pero con ella.
—Debo irme— le dije, aunque esperaba una invitación de su parte para que me quede.
—De acuerdo.
—Y por favor, Wenn— le rogué—, no montés más. Podés lastimarte.
Recibí un sí con la cabeza y salí de su casa. Nemo se encontraba al lado de la puerta, y me acompañó hasta la entrada del campo, corriendo a un lado de mi camioneta.
A diferencia de Lyndy, yo vivía en pleno centro. Bueno, en realidad no hay mucho centro en Hudson. Mi casa no era muy grande, pero allí vivíamos cinco personas.
—¡Abuela, ya llegué!— grité apenas entré.
Mi hermana menor, Ann, me esperaba de brazos cruzados en la cocina. No dijo una palabra, solamente frunció los labios y apuntó con el dedo índice hacia el reloj de la pared.
—Media hora tarde— dijo con el mismo tono que solía utilizar mi madre.
—Perdón.
—Ya está. Seguramente estabas con Lyndy, no me malinterpretes, todos la queremos. Pero hay otras cosas más importantes, todos acá tenemos que rompernos el lomo para mantenernos y llegar a fin de mes. ¡Pero pobres abuelos! Justo ellos deben tener un nieto que no puede entenser eso.
—Ann. Basta. No digas que no aporto porque si lo hago. No digas que no quiero a los abuelos o que no los ayudo, porque son a quienes más quiero en este mundo.
Mi hermana solamente dio media vuelta, musitó algo que no escuché pero me imaginaba qué podía llegar a ser y se fue hacia el living a ver televisión. Yo me dirigí hacia el cuarto de mi bisabuelo, Joseph, para ver cómo se encontraba. Era cada vez más difícil entrar allí día tras día, pero lo hacíamos porque lo queríamos. Ya casi no podía hablar, debía estar postrado en una cama porque sus 94 años no le permitían caminar, pero lo que más dolía era ver a la abuela, Martha, entrar allí cada mañana, tarde y noche para saludarlo, porque creía que no lo vería más y quería ser capaz de despedirse de su padre.
—Hola, ¿cómo estás?— le dije una vez a su lado. Me había acostumbrado a hablar y responderme a mí mismo, ya que el abuelo Jo no podía, por lo que terminaba contándole todo lo que me pasaba— Mejor así, entonces. Dentro de un rato va a estar lista la cena, por lo que te voy a traer algo y a ayudarte para que lo puedas comer. ¿Te arruino la sorpresa si te digo qué hay para vos? Bueno, sopa, como siempre.
Tomé su mano y la acaricié, desde que habíamos tenido el accidente del cual mamá, papá y Lauren, mi hermana mayor, no salieron vivos, nuestra abuela y nuestro bisabuelo decidieron seguir con mi crianza y la de mis dos hermanas menores, Ann y Beth. Por lo que ellos eran lo único que teníamos.
Una lágrima solitaria intentó correr cuesta abajo por la loma de mi mejilla, la dejé hacerlo.
—Perdón, no quiero llorar. Yo sé que siempre que queríamos llorar vos nos decías que está bien, que para eso están las lágrimas. Pero no quiero— tomé una larga y profunda bocanada de aire para luego seguir hablando—. Es que estoy tan cargado de cosas. Lyndy está embarazada, de mí. Y no sé si quiero que siga con el embarazo, no estoy seguro de querer tener un hijo. No la quiero obligar a nada, según ella no quiere tener hijos. No sé porqué. Es que si debo hacerlo con Lyn, no tengo miedo, me emociona. Pero a ella no.
Mi bisabuelo me miró de reojo, ya que le costaba mover la cabeza, pero aún así hizo un esfuerzo y apretó mi mano con la suya. Esta vez dejé que cualquier lágrima que quisiera caer por mi mejilla, que lo hiciera. Besé su frente y me dirigí hacia la puerta, en la cual vi a mi abuela esperándome de brazos abiertos, también con una lágrima en su mejilla, pero sonriendo de oreja a oreja.
—Decidan lo que decidan con Lyndy, siempre vamos a estar para vos. No es el fin del mundo.
Nunca hago una nota de autora, así que leanla por favor.
1-Publico especialmente hoy porque es mi cumpleaños.
2-Les recomiendo, ya que al parecer les gustan las historias de caballos, que miren Heartland en Netflix. No se compara con las super producciones estadounidenses, pero hace que te sientas parte de la familia, lo cual esas producciones nunca lograron. Es una historia bellísima de 11 temporadas, la 12 está en producción, y solo hay 10 en Netflix pero no debe faltar mucho para que suban la próxima. No tiene desperdicio.
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La Chica de los Caballos
Fiksi RemajaUna fiesta, mucho alcohol, un test de embarazo, y, por supuesto, muchos caballos. Lyndy tiene el poder de unir todo eso en su vida y hacer que luzca normal, ¿la acompañás?