Jade~
En mi mente sólo rondaban las palabras del señor Clayton, intentaba negarlo diciendo mentalmente que sólo se trató de una broma, pero algo muy pero muy dentro de mí deseaba esperanzada que fuera verdad.
-¿En qué piensas tanto? - preguntó Jack al verme completamente metida en mis pensamientos.
-En nada - reí nerviosa.
-De acuerdo - no muy convencido - Ya llegamos - estacionó el auto enfrente del parque.
Después de lo sucedido en la casa de los Clayton, estuvimos toda la tarde durmiendo; Jack porque estaba cansado, y yo pues, yo porque quería.
Al despertar quisimos salir a dar un paseo por el parque, para recordar un poco de nuestra niñez.
-¿Recuerdas cuando te caíste de la bicicleta a los siete años?
-¿Cómo olvidarlo? Si mamá casi me mata porque llevaba puesto un vestido nuevo - ambos reímos.
-Parecía que salía humo de sus orejas - bromeó.
-Yo juraría que pude ver un poco - él volvió a reír - También recuerdo cuando tú saliste corriendo detrás de un perro, porque te había quitado un pedazo de sándwich - me reí a carcajadas.
-¡Oye! Era de mis sándwiches favoritos - me reí aún más - No te rías de mí.
-¿Por qué no?
-Porque debes respetar a tus mayores.
-¿Y eso qué?
-Que yo soy mayor que tú - aclaró.
-Ah, perdone usted, majestuosa antigüedad, proveniente de la era de los dinosaurios, abuelo de Tutankamón.
-No exageres, sólo soy un año mayor que tú.
-Es lo mismo que yo pensaba.
-Exagerada.
-Lo que digas abuelo.
-¿Cómo me llamaste? - era más un reto que una pregunta.
-¿Eres sordo o qué? - me burlé - La edad te está afectando abuelo.
-Repítelo - me retó.
-A-b-u-e-l-o.
-¡Me las pagarás!
Dicho eso salí corriendo mientras que Jack iba tras de mí. Menos mal el parque es bastante grande, de lo contrario hubiera tenido que correr hacia la carretera, y eso no hubiera terminado nada bien.
Corrí lo más que pude, pero como ya había dicho, Jack es todo un chico atlético, por supuesto que todo lo contrario a mí, por lo que no tardó mucho en alcanzarme.
Comenzó a hacerme cosquillas mientras que yo no paraba de reír, tanto así que no podía respirar. La gente nos miraba raro y otras divertido, ya que estábamos prácticamente en el suelo.
-¡Detente! - mientras lloraba de tanto reír - Por favor - seguía sin hacerme caso.
-¿Volverás a llamarme abuelo? - sin detenerse.
-No - ya no aguantaba.
-¿Lo prometes?
-¡Sí! - no paraba de reír.
-¿Sí, qué?
-Sí lo prometo. ¡Para!¡Ya no aguanto!
Al fin se detuvo, se sentó a mi lado, y yo estaba acostada en el césped tratando de recuperar el aliento y así regular mi respiración.
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¿Más Que Una Amistad?
Novela Juvenil-- A veces pienso que debería enviarte a un manicomio -- parecía que el chico estuviera reflexionando. -- ¿Pero? -- preguntó ella curiosa levantando una ceja. -- Pero después creo que debería ser yo quien vaya a uno por hacerle caso a tus locuras...