No soy tan malo como crees.

57 6 3
                                    

Después de que dijera esas palabras y de apagar el micro, me puso un pañuelo delante de la nariz. De repente, yo me sentí muy cansada, y antes de que pudiera entender lo que estaba pasando, perdí el conocimiento. 


NARRADOR:

James agarró el cuerpo de la chica antes de que cayera al suelo y la llevó a su cama. Fue a su escritorio. Rebuscó un poco entre los cajones y cuando encontró lo que buscaba, volvió con Diana. 

El cuerpo de la chica yacía plácido sobre el colchón.

- Un mismísimo ángel... 

Se agachó para estar a la altura de su cara. Delicadamente, le puso detrás de la oreja un mechón rebelde que caía sobre su mejilla. 

- Dulces sueños, Diana. - le susurró al oído. 

Entonces metió un papel doblado en su brasier, donde había estado antes el micro. 

Luego tan solo se quedó un tiempo mirándola en silencio. Y, al cabo de unos minutos, agarró una pequeña bolsa que anteriormente había preparado y se escabulló por la ventana. 

Tan solo un par de minutos después, la policía rebentó la puerta irrumpiendo en el salón del Titán Negro. 

- ¡Está aquí! - avisó Tina, que había encontrado a Diana en la pequeña habitación. 

Mike se apresuró en ir para allá. 

- ¿Está herida? 

- Creo que no. Solo inconsciente. - dijo la agente, que llevaba a la chica en brazos. 

- Salgamos de aquí. 

Y sin más que decir, salieron de aquella oscura sala. 


DIANA:

Lo primero que vi fueron luces. Muchas luces. Había mucho ruido de gente hablando, pero lo que más me molestaba era una sirena que me estaba martillando la cabeza. 

- Despacio, Diana. - ¿Ese era Matt? 

Abrí más los ojos. Las luces eran las de los coches patrulla, al igual que las sirenas. 

- Tranquila, ya estás a salvo. - ¡Tina! 

- ¿Qué ha pasado? - pregunté a los dos policías mientras me intentaba incorporar. 

- Tómatelo con calma. Has estado mucho rato inconsciente, si no vas despacio te podrías marear. 

La verdad es que la cabeza me daba algunas vueltas, pero en aquel momento eso me importaba un carajo, así que negué con la cabeza. 

- Estoy bien. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Héctor?

Matt iba a decir algo, pero Mike no le dejó. 

- ¡Eh! ¡Los hemos encontrado! 

Miré hacia el gran edificio (ahora con las puertas bien abiertas y lleno de policías de aquí para allá) y allí estaba él, saliendo del polígono. 

- ¡Héctor! - ignorando a Mike, Tina y Matt salí corriendo en su dirreción. 

Por su cara de asombro, estaba claro que no esperaba verme allí. Pero eso duró unos pocos segundos, porque en seguida tenía una gran sonrisa en el rostro. 

Nos abrazamos como si hubiéramos estado semanas sin vernos.

- Diana... Creía que no salía de esta. 

DETENIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora