Mariposas

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HÉCTOR:

Sonó el timbre.

- Hey, por fin estás aquí... - dije abriendo la puerta. Pero en ver su estado callé. 

En la puerta había una Diana y un Connor muy golpeados.

- ¿Qué os ha pasado?

- Ahora te lo cuento. Gracias por acompañarme, Connor.

- De nada, hasta mañana.

Cerré la puerta y seguí a Diana hasta el comedor.

- No me digas que te has chocado contra una farola porque no cuela.

- No volverá a ocurrir, no te preocupes.

- Quiero que me cuentes qué ha ocurrido.

Estaba preocupado por ella. Conocía su pasado y temía que la volvieran a maltratar.

- ¿Dónde está el hielo? - dijo ella ignorando

- ¡Diana! ¿QUÉ-TE-HA-PA-SA-DO?

Siguió ignorándome, así que la agarré levantándola del suelo y la tiré al sofá (con cuidado). Me puse de cuclillas en frente suyo y la agarré de las muñecas.

- Por favor...

Ella suspiró.

- Alessia y los suyos nos han preparado una emboscada.

- ¡Maldita niñata! ¡La voy a denunciar por acoso y maltrato!

Joder, estaba realmente cabreado.

- ¡Para, no lo entiendes! ¡Ella es otra víctima!

Callé y la escuché

- Mira este vídeo.

Me enseñó un vídeo donde salía una chica golpeada llorando.

- Esa es Alessia. 

- ¿Cómo es que tienes este vídeo?

Me contó todo lo ocurrido: lo del vídeo, los carteles y lo que Alessia le había dicho.

- Joder... - dije al final - Pero igualmente tú no debes dejar que te hagan daño. No, Diana. Tú vales mucho, que no se te olvide nunca.

Y entonces lo hice. La besé. Y noté mariposas en el estómago. 

Mis labios encajaron perfectamente con los suyos, que estaban medio rotos. Ella gimió por su herida y entonces nos separamos. Diana se relamió los labios y los colocó de nuevo sobre los míos. Dejó que mi lengua explorara su boca mientras con sus manos removía mi cabello. Me encantaba que hiciera eso.

Dios, era perfecto. 

Ella era perfecta.


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