Día 23: Confesión | Jugo de guanábana

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Día #23: Confesión.

Detalles: in canon, post s8, fixit fic.

Extensión: 1041 palabras.


Jugo de guanábana

Se removió en medio de un gruñido. Las sábanas ya no se sentían frescas y el sol calentaba la ventana cerrada a su lado. Se pasó las manos por el pelo y giró, topándose con la nada.

—¿Keith...? —murmuró ronco por el sueño y apenas con los ojos abiertos. Miró al reloj despertador en la mesita de noche:

Casi las doce del mediodía.

Shiro bostezó y frotándose los nudillos se dio ánimos para dejar la cama calentita. Tomó una toalla, otro pijama y se encerró en el baño.

Desde su ingreso al Garrison hasta ahora siempre había sido muy disciplinado y madrugador. No obstante, aprovechar su único día libre de la semana para dormir hasta tarde con Keith en brazos podía más que sus hábitos de levantarse al amanecer e ir a trotar con Kosmo.

Al salir del baño, más despierto por la breve ducha y lavarse los dientes, se dirigió a la cocina. Desde el pasillo ese aroma a pollo cociéndose le estaba tentando. Para ambos, hombres proactivos y siempre ocupados esos ratitos de vida doméstica y aburrida se les hacía de lo mejor. O al menos así era para Shiro, porque Keith era muy bueno para cocinar y él... para fregar los platos.

Contuvo el aliento al verle de pie sobre la estufa. Ese delantal de perritos que Lance bobamente le había regalado más el cabello recogido en una desordenada coleta eran un plus a esa vida doméstica ideal.

—Buenos días... —murmuró a sus espaldas, sembrando un beso a su hombro. Salivó hambriento al ver la sartén con pollo en su jugo burbujeando felizmente al menear del cucharón de madera. La arrocera soltaba vapor y todo ello era crueldad para su estómago.

—Buenas tardes, Takashi —respondió concentrado, rectificando la sal del pollo con una cucharita— ¿Vas a desayunar?

Su cuerpo de futuro treintañero le iba a pasar factura después, pero al diablo.

—Mh... Es tarde —pegó la frente a su hombro tibio y rodeó desde atrás su cintura— Y quiero almorzar contigo —sonrió, entrecerrando los ojos.

Ese jodido pollo con arroz más Keith en su regazo era su concepto de buen día libre. Pero, todo ello se fue al caño en un santiamén. Sus ojos adormilados no se percataron al momento de cuando el espectacular pollo en su punto se entremezcló con esos jodidos vegetales guisados.

Con silente horror miró a su esposo echar desde un bol y revolver esas hilachas de espárragos, calabacín y berenjenas, mancillando el honor de ese pollo cocido.

Cuando iba a retractarse de mejor tomar algo más ligero, esa manita sobre la suya le palmeó.

—Pon la mesa, que estará listo en nada —dijo— En la nevera dejé enfriar una jarra de jugo, Hunk paró esta mañana por acá y nos dejó una caja llena de cosas que en mi vida había probado, o no, que yo recuerde —encogió de hombros, sirviendo el arroz con un cucharón.

—Ah, ¿sí? —dudó, abriendo la puerta del refrigerador— ¿De qué es el jugo?

—Guanábana.

—¿Guanaba-qué? ¿Guaguabana? ¿Guanana?

Retrocedió al ver esa jarra a rebosar de ese líquido blanco y espeso con puntos negros. La olisqueó como cachorro, enarcando la ceja no muy convencido. Clavó sus ojos al cesto de basura en la esquina, viendo cascaras verde podrido con púas y más de esa baba alienígena extraña.

FLUFF MONTH SPECIAL | VOLTRON SHEITH ONESHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora