-Que sí, Mimita, que ya voy. - decía mientras caminaba lo más rápido que podía.
-Joe, Miriam, eso me dijiste hace media hora. - sonaba notablemente molesta al otro lado de la línea.
-Lo sé, lo sé. Lo siento.
-Por lo menos me habrás comprado chocolate, ¿no? - la gallega sonrió al escuchar la emoción en la voz de su amiga. A veces era peor que una niña pequeña.
-Dos tabletas.
-Me acabas de recordar por qué somos amigas, aunque seas una impuntual.
-Ah, ¿solo me quieres por eso?
-Sabes que no, pero es que tengo mucha hambre. - se quejaba la mayor de las rubias haciendo un puchero.
-Lo sé, peque, pero llego en nada, ¿vale?
-Vale, te espero, pero date prisa porfa.
-Que sí, pesada. En diez minutos estoy ahí.
-Más te vale... Como tardes un minuto más empiezo a comer sin ti. - amenazaba de broma la granadina.
-Que pesada eres, de verdad. Ahora nos vemos.
-Hasta ahora, leona.
Miriam colgó el teléfono y, justo como había dicho, poco menos de diez minutos más tarde entraba por la puerta del piso que compartía con la granadina. Nada más entrar dejó la chaqueta en el perchero que tenían en la entrada y fue a dejar las bolsas de la compra en la cocina. Cuando acabó de colocar todo lo que había comprado se dio cuenta de que su rubia favorita aún no le había dicho nada.
-¿Mimi? - la llamó mientras caminaba por la casa para buscarla. - ¿No me has dicho nada porque estás enfadada?
Y nada más entrar al salón la vio. Allí estaba la granadina hecha una bolita en el sofá y tapada hasta el cuello. Se acercó tratando de no hacer ruido y se arrodilló ante ella, parándose a observarla. Se le encogió un poco el corazón al verla tan dormida y con un expresión tan relajada en el rostro. Hacía mucho, demasiado tiempo, desde que la mayor de las rubias no dormía bien por las noches, lo que se veía reflejado en las ojeras que adornaban su cara. Miriam acarició su cabeza con mimo y dejó un suave beso sobre ella.
No quería despertarla, sabía lo mucho que le costaba conciliar el sueño, pero también sabía que si no la despertaba no iba a comer, y eso sí que no lo podía permitir.
-Peque... - dijo mientras la zarandeaba ligeramente.
La chica se revolvió un poco pero siguió durmiendo, haciendo caso omiso a su amiga. Miriam rio un poco y lo volvió a intentar.
-Va, Mimita, que es hora de comer.
-¿Miriam? ¿Me he dormido? - abrió los ojos y la gallega sonrió al ver la carita de desconcierto de su amiga. - ¿Hace mucho que has llegado?
-Que va, hace nada. - trataba de tranquilizarla y dejaba un beso en su cabeza.
-Jo, lo siento, te estaba esperando y me dormí...
-No pasa nada, yo si que lo siento, soy una tardona.
-No seré yo quien lo niegue... - reía la rubia mayor contagiando a su amiga. - Oye, ¿que te ha pasado para llegar tan tarde?
-Nada importante. - trataba de evitar el tema. - ¿Comemos y luego te cuento?
Y, sin contestar, Mimi se levantó del sofá y se dirigió corriendo a la cocina, se moría de hambre. Miriam rió y siguió a su amiga mientras se preguntaba si debía contarle la razón por la que se había retrasado, o más bien por quién.
Las dos chicas comieron entre risas y cuando acabaron se dirigieron al salón y, como era domingo y no tenían nada que hacer, decidieron hacer tarde de sofá, peli y manta. Se acurrucaron las dos juntas y Mimi las cubrió con la manta que solían tener en el respaldo del sofá.
-¿Cuál pongo? - preguntó la granadina mientras buscaba en el extenso catálogo de Netflix.
-La que quieras. -Miriam se limitaba a acariciar la cabeza de su amiga que reposaba sobre su pecho.
Ante su respuesta Mimi se separó de ella para mirarla a los ojos.
-Vale, ¿qué te pasa?
-¿Qué? Nada.
-Miriam, no me has pedido que ponga Solo en casa, algo te pasa.
-No es nada, Mimita, no te preocupes. - le restaba importancia, lo que no hacía más que preocuparla.
-Miriam... - la miró con esos ojitos a los que sabía que la gallega no podía resistirse.
Miriam valoraba si debería o no contárselo. Sabía que decírselo no le iba a hacer ningún bien, pero era Mimi, no podía ocultárselo. Cerró los ojos, cogió aire y, tras soltarlo lentamente, dijo:
-La he visto... He visto a Ana.
La cara de Mimi cambió completamente de color en cuanto escuchó aquello.
- ¿A Ana? ¿Ha... Ha vuelto? - preguntó con algo de miedo.
- Eso parece...
-Ah...
La granadina se limitó a asentir con la cabeza mientras sentía que su corazón se saltaba una par de latidos. No podía ser, no podía haber vuelto. Habían pasado muchas cosas desde que la vio por última vez. Aún recordaba como era verse reflejada en sus ojos, su pelo cayendo en cascada por su espalda, su carita nada más despertarse... No, no podía pensar en eso. No dijo nada más y se limitó a recostarse sobre Miriam, apoyando la cabeza en su pecho y sintiendo cómo la gallega la apretaba más contra ella.
-Ey, ¿Estás bien? - preguntó preocupada.
Mimi se limitó a negar con la cabeza y a secarse un par de lágrimas que mojaban sus mejillas, cosa que hizo que a Miriam se le partiera el corazón en dos, odiaba ver así a su amiga.
-Quieres... ¿Quieres que te cuente lo que ha pasado? - la granadina negó de nuevo visiblemente mal y Miriam suspiró.
-Ahora solo quiero quedarme así contigo todo el día, ver una peli y olvidarme de eso, la verdad. - dijo triste.
-Como quieras, Mimita. - besó su cabeza de nuevo.
La más pequeña cogió el mando y puso una peli cualquiera. Mimi no tardó mucho en dormirse mientras que Miriam no podía parar de darle vueltas a su encuentro con la canaria. Hacía tanto que no la veía... Sabía que su vuelta no iba a hacerle ningún bien a su mejor amiga. Lo había pasado tan mal cuando se fue... Miriam pensaba en todas las noches que pasó con la granadina mientras ella lloraba hasta quedarse dormida, en el tiempo que pasó hasta que dejó de encontrsrsela hecha un mar de lágrimas cuando llegaba a casa, en lo que dolía ver a Mimi sin ese brillo que tanto la caracterizaba en los ojos... ¿Cuánto hacía que no veía a la rubia sonreír como lo hacía antes? Ni siquiera lo sabía... Bueno, sí que lo sabía, desde que Ana se fue... Y ahora llegaba de nuevo como si no hubiera pasado nada, tratando a Miriam como si siguieran siendo amigas... El problema era que en esos casi dos años habían pasado demasiadas cosas, cosas que ella desconocía porque decidió irse de allí, irse de Mimi...
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Vuelves
RomanceVuelves Tan inesperadamente siempre vuelves Pero como había esperado, vuelves Cuando te creía olvidado siempre vuelves Vuelves siempre