-¿Mimita? - dijo Miriam en cuanto la granadina entró en el salón, a pesar de que esta trató de no hacer mucho ruido para no despertarla.
-Hola... - respondió en un susurro.
-¿Qué hora es? - preguntó la del pelo rizado adormilada.
-Las tres y media. - se sentó en la alfombra al lado del sofá y le acarició la cabeza con mimo. - Vuelve a dormirte, anda.
-¿De dónde vienes? - se incorporó ligeramente ya algo más despierta.
- De casa de Roi - dijo bajito.
-¿Qué? ¿Por qué? - se extrañó la gallega y, en cuanto Mimi agachó la cabeza, supo la respuesta.- Ana...
- Me llamó Roi y me dijo que ella estaba fatal y que no sabía que más hacer, y pues no lo pensé, en cuanto me pidió que fuera no pude decir que no... - explicó mirando al suelo.
-¿Me estás diciendo que fuiste a las tres de la mañana a casa de Roi solo porque Ana estaba mal?
-Puede ser... - admitió la granadina en un susurro. - Pero es que no la viste, Miriam. Estaba destrozada, no paraba de llorar y de pedirme perdón todo el rato, una y otra vez...
-¿Y crees que lo dijo en serio? - cuestionó su amiga. - No se, quizá fue por el momento o...
-No lo se, Miriam, no lo se... - suspiró la rubia. - La miré y vi verdad en sus ojos, por primera vez desde que volvió pude... no sé... leerla como antes, fue como si nada hubiera cambiado entre nosotras, pero...
-Pero han cambiado muchas cosas. - completó su amiga.
-Exacto. Y sé que lo de hoy no significa nada, que después de esto las cosas no volverán a ser como antes, ni volveremos a estar juntas. Pero no se, Miri, ha sido guay sentir que volvíamos a ser las mismas que antes.
- Ay, Mimi... - la miró con una sonrisa triste. - Te entiendo, ¿vale? Fuiste muy feliz con ella y la has echado mucho de menos, entiendo que te guste sentir que todo sigue igual entre vosotras, que podéis volver a estar bien juntas, que puedes volver a ser feliz como lo eras antes de que se fuera... - explicó mirando a su amiga a los ojos. - Pero no quiero que te hagas ilusiones. Tú ya no eres la misma y ella tampoco lo es.
- Lo sé, claro que lo sé. - admitió mirando al suelo. - Pero es que, joder, la he extrañado tanto... Nos he extrañado tanto...
- Lo sé, peque... Pero por mucho que ella haya vuelto, que lo arregleis y que volváis a ser amigas, sabes que nada volverá a ser como antes. Tenéis demasiado pasado como para olvidarlo de un día para otro.
- Ya... - suspiró la granadina, que ya había dejado escapar un par de lágrimas.
-Pero no me llores, Mimita. - dijo pasando los pulgares por sus mejillas con delicadeza. - Anda, vamos a dormir y mañana ya pensamos en todo esto, ¿vale?
Antes de que su amiga pudiera contestar, ella ya se había levantado del sofá y le había tendido la mano a ella para ayudarla a levantarse. Mimi no tardó en aceptarla y ambas rubias caminaron por el pasillo en dirección a sus habitaciones pero, justo cuando la más mayor estaba a punto de entrar a la suya, se giró hacia su amiga.
-Oye, Miri... - comenzó bajito.
-Dime.
-¿Me das un abrazo?
Miriam en seguida abrió su brazos y su amiga no tardó en refugiarse en ella. La gallega la apretaba con fuerza, quizá demasiada, pero Mimi ya estaba acostumbrada a eso y, cada vez que la abrazaba, se sentía protegida del mundo, como si nada pudiera pasarle estando su mejor amiga con ella. Pasaron así un par de segundos y, cuando se separaron, la del pelo rizado dejó un beso en la frente de la otra chica.
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Vuelves
RomanceVuelves Tan inesperadamente siempre vuelves Pero como había esperado, vuelves Cuando te creía olvidado siempre vuelves Vuelves siempre