IV

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No podía moverse. Se sentía completamente paralizada, como si aquellos ojos la hubieran hechizado. De golpe se vinieron a la cabeza todos los momentos que habían pasado juntas y todos los momentos sin ella esos últimos años. Y empezó a sentirse abrumada, le costaba respirar y sentía un fuerte presión en el pecho. Que irónico, aquellos ojos en los que tanto se había perdido y que tanto la habían tranquilizado en otras ocasiones en ese momento no hacían más que todo lo contrario.

Quería salir de allí, dejar de mirarla, volver a bailar con la chica de antes, volver a reír con sus amigos, a divertirse con sus chicas... Pero no podía. Su cuerpo no le respondía. Por más que quisiera salir corriendo de aquel lugar no podía hacer otra cosa que seguir mirando a aquellos ojos color café que, una vez más, la habían capturado.

La canaria, por su parte, tampoco apartaba su mirada de ella, lo que más nerviosa estaba poniendo a Mimi. Había fantaseado tantas veces con cómo sería volver a ver a Ana después de tantos años... Con cómo estaría ella, con cómo sería volver a mirar a aquellos ojos en los que tantas veces se había perdido, con qué le diría, qué haría... Y, sin embargo, se le había olvidado todo en cuanto había sentido la mirada de la morena sobre ella. Le jodía tanto que después de tantos años y tantos daños Ana siguiera teniendo ese efecto sobre ella...

Pero, en cuanto vio como Ana empezaba a andar hacia ella por fin puedo reaccionar y salió corriendo hacia el baño, huyendo de la canaria y de todo el dolor que le había causado.

En cuanto entró en el aseo fue directa hacía el lavabo y se echó agua en la cara para tratar de despejarse. Fue cuando se miró al espejo cuando se dio cuenta de que había comenzado a llorar y gruesas lágrimas bañaban sus mejillas. ¿Por qué? ¿Por qué después de tanto tiempo seguía siendo tan vulnerable cuando se trataba de ella? Le había costado tantísimo aceptar que se había ido y que no iba a volver, convencerse a si misma de que Ana no merecía sus lágrimas y que ella no merecía estar tan mal por una persona a la que no le importaba. Y ahora, justo cuando por fin estaba punto de salir del pozo en el que había caído cuando Ana se fue, la morena volvía y, una vez más, la dejaba desarmada. Pero no, no iba a dejar que la viera así, no iba dejar que tuviera ese poder sobre ella nunca más.

Poco a poco fue consiguiendo tranquilizarse, su respiración se normalizó y logró que las lágrimas dejaran de recorrer su cara. Era fuerte. Lo sabía, Miriam se había esforzado mucho por recordárselo y no iba a olvidarlo en ese momento. No iba a dejarla ganar, no se iba hundir de nuevo, no iba a llorar más por ella...  esta vez no. Ana no le iba a arruinar la noche

Se miró al espejo, limpió los restos de maquillaje que había bajo sus ojos debido a las lágrimas, se atusó el pelo y se pintó los labios dispuesta a volver fuera y demostrarle a Ana que ya no tenía ningún poder sobre ella...

Pero cuando salió vio que la canaria no estaba donde antes. Y no le importó, o al menos de eso trató de convencerse. Lo que sí que le extrañó fue que sus amigas tampoco estaban allí. Ni Saydi, ni Laura, ni las Clónica, ni siquiera Miriam... Miró a su alrededor y tampoco las vio, lo que todavía le extrañó más. Tras un rato buscándolas por fin vio a Laura corriendo hacia ella notablemente agobiada.

-Laura, ¿qué pasa? - preguntó preocupada - ¿Dónde están las demás?

-Fuera, tía, se ha liado... - la cogía la morena del brazo y tiraba de ella hacia fuera.

- ¿Cómo que se ha liado?

-Ahora lo ves, tú tranquila.

Laura la dirigió entre la multitud hacia la puerta de la discoteca y, cuando consiguieron salir, Mimi se encontró con todas sus amigas y sus amigos que habían ido a cenar a casa de Roi haciendo un círculo, impidiéndole ver qué pasaba en el interior de este. Pero entonces una voz que conocía demasiado bien llegó a sus oídos.

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