Pasaron un par de días después de aquel. No volvió a salir el tema de la canaria, ni siquiera volvieron a verla después de que Miriam se la encontrara, pero, aunque trataba de no pensar en ello, su nombre pasaba por la cabeza de Mimi más de lo que le habría gustado admitir. Y le jodía. Le jodía recordarla, recordar los momentos que habían pasado juntas, la veces que caminaron cogidas de la mano por aquellas calles que habían perdido su magia desde que se fue, sus "Te quiero", su sonrisa, lo mucho que le gustaba saber que era ella quien la provocaba... De verdad que no quería pero, a pesar de todo lo que había pasado, Mimi no podía evitar echarla de menos.
El sonido del timbre despertó a ambas rubias que llevaban ya un par de horas dormidas en el sofá de su casa después de ver una película. Fuera quien fuese la persona que había en la puerta no se cansaba de llamar, pero las dos chicas estaban demasiado cómodas como para levantarse y abrir.
-Anda, Mimi, ve tú. - decía la gallega adormilada.
-¿Por qué yo? No es justo. - se quejaba con tono infantil.
-¿Porque estás encima de mí y si no te quitas no me puedo levantar?
-Pero es que no quiero moverme. - decía acurrucandose más sobre su amiga. - Ya se cansarán.
En ocasiones normales Miriam le habría hecho caso omiso a la granadina y ya estaría abriendo la puerta. Pero es que tenía tanto sueño y estaba tan a gusto que pensó que quizás no era tan mala idea quedarse ahí y no abrir. Ambas sonrieron y respiraron tranquilas cuando el sonido timbre cesó, pero entonces comenzó a sonar el móvil de la mayor.
-Yo lo mato. - se quejó al ver el nombre de Ricky en la pantalla.
-Anda, ve a abrir la puerta, que no va a parar si no lo haces.
La rubia mayor se levantó y fue lentamente a abrir a su amigo, aún medio dormida. En cuanto abrió, el chico entró como un terremoto.
-Hombre, maricona, por fin abres. - dijo dándole un beso en la mejilla a Mimi y dirigiéndose hacia Miriam para hacer lo mismo. - ¿Se puede saber qué hacíais?
-Nos hemos quedado dormidas viendo una peli. - decía la granadina sentándose al lado de Miriam en el sofá y recostandose sobre ella de nuevo. - Pero bueno, ¿qué haces aquí?
-¿Cómo que qué hago aquí? ¿Sois tontas?
-A ver, neno, sin faltar tampoco, ¿eh?
-Joder, leona, es que estáis empanadas. - rodaba los ojos el mallorquín. - ¿Os suena de algo cena en casa de Roi?
-¿Qué dices? ¿Era hoy? No me acordaba. - la mayor de las rubias se llevaba las manos a la cabeza.
- Venga Mimi, ¿pero tú en qué día vives?
-Yo que sé, maricón, sabes de sobra que estoy empanadisima.
-No hace falta que lo jures... - reía el mallorquín contagiando a Miriam. - Anda, tirad a arreglaros que hemos quedado en hora y media.
-¿¡Hora y media!? Que no me da tiempo. - exclamaba Mimi poniéndose de pie. - Miriam, me ducho yo primero, ¿vale?
Y antes de que la otra rubia pudiera contestar, abandonó corriendo el salón, dejando a su compañera de piso y a su amigo solos, momento que Ricky aprovechó para preguntar lo que llevaba rondandole la cabeza un rato.
- ¿Y a ti que te pasa? - preguntó el chico mirando a su amiga. - No has dicho ni una palabra desde que he llegado.
- No vamos a ir a la cena. - decía seria la gallega.
- ¿Qué? - Ricky se extrañaba ante la seriedad de la rubia. - Lleva semanas organizada...
-¿Y por qué la organizó Roi?
ESTÁS LEYENDO
Vuelves
RomanceVuelves Tan inesperadamente siempre vuelves Pero como había esperado, vuelves Cuando te creía olvidado siempre vuelves Vuelves siempre