-Hola, amor. - dijo Mimi en cuanto vio a Nadia esperando en la puerta del restaurante en el que habían quedado.
Se acercó a ella para abrazarla con fuerza, hacia mucho que no la veía y la había echado mucho de menos.
-Hola. - le dejo un beso en los labios.
-Jo, que guapa estás.
-Que tonta eres. -respondió la otra chica algo sonrojada.
-Es que hacía mucho que no te veía, jo.
-Mi niña. - sonrió, volviendo a abrazarla, y ambas se dispusieron a entrar en el restaurante.
La cena fue bastante amena y entretenida. Siempre que estaba con Nadia se sentía cómoda, a gusto, sin importar el tiempo que pasara. La sevillana sabía hacerla reír y hacer que se olvidara de todo lo demás. Aunque, no pudo evitar pensar en Ana y en que, a pesar de que Nadia la trataba genial y la hacía sentir muy bien, no era lo mismo que con la canaria. Y le jodía, le jodía muchísimo porque antes no era así. Antes el rencor que sentía por la que una vez pensó el amor de su vida era mayor, pero ahora que había vuelto a pasar tiempo con ella y había vuelto a disfrutar de su compañía se había dado cuenta de que la conexión que sentía con Ana no la iba a sentir con nadie más. Sin embargo, trató de pensar en ello lo mínimo posible y disfrutar de la cena con su novia.
Lo consiguió, y durante el resto de la cena pudo olvidarse de la canaria. Se rió con Nadia, compartió anécdotas con ella... Pero no volvió a sentir aquellas mariposas que revoloteaban por su estómago cuando empezaron a conocerse.
Y, cuando había logrado olvidarse de todo lo demás y se sentía completamente a gusto, Nadia soltó cuatro palabras que la hicieron temblar.
-Mimi, tenemos que hablar. -dijo mirándola a los ojos.
-¿Qué? -preguntó con algo de miedo.
-¿Tú... tú estás bien?- la miró preocupada.
-¿Cómo? -se extrañó ante su pregunta.- Em... Sí, claro, ¿por?
-Estás como... no se, rara.
-Claro que no, estoy como siempre, amor. -le cogió la mano por encima de la mesa.
-Mimi, sabes que no... esto no es igual desde hace tiempo. -la miró mientras acariciaba sus dedos y Mimi pudo apreciar pena en su mirada.
-¿Por qué dices eso?
-Creo que... deberíamos dejarlo. -conectó su mirada con la de la rubia.
-¿Qué? No. Yo estoy bien contigo. -respondió con algo de agobio -¿Tú no estás a gusto conmigo?
-Claro que sí, Mimi. Solo creo que no es nuestro momento.
-Pero... ¿por qué? -insistió sin comprender nada. -No entiendo a qué viene esto. Yo pensaba que estábamos bien...
-Es sólo que.... Creo que no estás preparada para tener una relación seria. -explicó tranquila. - Desde que volviste a juntarte con Ana es obvio que algo ha cambiado en ti. Y es totalmente normal, en serio. Pero creo que deberíamos dejar lo nuestro aquí, porque tú no estás del todo a gusto y yo no quiero que acabes haciéndome daño.
-Nadia, que Ana y yo volvamos a ser amigas no ha cambiado nada. - le dijo intentando que la creyera. - Yo sigo queriendo estar contigo, de verdad.
-Y te creo. Pero no puedes negarme que su vuelta te ha revuelto un montón de cosas por dentro. - sonó comprensiva. -Es un capítulo de tu vida que no has cerrado, un capítulo muy importante, y hasta que no lo cierres creo que no vas a poder tener nada con nadie.
-¡Claro que sí! -exclamó, soltando la mano de la otra chica para pasarse las manos por el pelo. -¡Ya está cerrado, el capítulo y el libro entero! Yo quiero estar contigo.
-Mimi, no puedes negarme que hoy no te has sentido igual que otras veces. Y lo entiendo, de verdad. Lo tuyo con Ana fue muy importante para ti y es normal que te cueste superarlo por la forma en la que acabó.
-Que no, Nadia, en serio. Ana y yo solo somos amigas. La quise mucho en su momento, pero ya la he olvidado.
-Sabes que eso no es verdad... -le dijo, alargando la mano para cogérsela de nuevo y Mimi rápidamente la tomó entre las suyas.
-Yo... -suspiraba dándose cuenta de que Nadia tenía razón y, aunque ella ya era consciente de aquello, que alguien más lo dijera en voz alta lo hacía más real- Joder...
Mimi se llevó una mano a la cara sintiendo como las lágrimas empezaban a bañar sus mejillas.
-Mimi, no pasa nada. -se acercaba a ella y la rodeaba con sus brazos- Es normal que te sientas así...
-Era mucho más fácil cuando la odiaba, ¿sabes? -le decía mirándola a los ojos- Así no... no recordaba todos los buenos momentos juntas. Pero ahora que ha vuelto, ahora que hemos vuelto a llevarnos... No se ni como me siento.
-Solo... Date tiempo. -suspiraba mientras acariciaba sus brazos -Date tiempo para poder entenderte, para conocer tus sentimientos.
Ambas se quedaban calladas tras las palabras de la sevillana, abrazadas en mitad de aquel restaurante.
-Lo siento mucho, Nadia... -decía la granadina entre hipidos- No quería hacerte daño...
-Lo se, amor, lo sé... -le respondió ella, limpiándole las mejillas con delicadeza -Desde que nos conocimos super que eras una persona complicada, y aún así empecé a salir contigo. Sabía lo que había y yo misma acepté. Tú no tienes culpa de nada.
De nuevo, el silencio reinaba entre ellas, con tan sólo el sonido de los sollozos acompañándolas.
-Escúchame, Mimi. -le decía cogiéndole la cara con ambas manos. -Tienes un pasado, como todo el mundo. Y ya está. Es normal que te cueste superarlo, solo necesitas tiempo.
-Yo no... no se si podré olvidarla nunca... -suspiró triste.
-Claro que sí, amor, claro que podrás. - le dijo, secándole las lágrimas que resbalaban desde sus ojos. -Y si necesitas cualquier cosa, aunque ya no estemos juntas, vas a poder seguir acudiendo a mí, lo sabes, ¿no?
La granadina asintió con la cabeza y se abrazó a ella con fuerza.
-Gracias por todo, Nadia, de verdad. -murmuró aún refugiándose entre sus brazos.
Tras un rato más abrazadas, finalmente abandonaron el local y la morena acompañó a la otra chica hasta su casa, con tal de asegurarse de que estaba bien. Una vez allí, se despidieron entre lágrimas sabiendo que pasaría mucho hasta que se volvieran a ver, y la sevilla se marchó. Mimi se quedó parada en su portal, mirando como se alejaba, siendo consciente de que, además de físicamente, también se estaba alejando de su vida. Sentía la tristeza de ver como alguien que había tan importante para ella y que la había ayudado tanto se iba sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Tenía miedo, miedo de cómo sería ahora su vida, de tener que enfrentarse a su pasado y a sus sentimientos de una vez por todas. Pero, sobre todo, sentía que se había quitado un peso de encima al haber admitido en voz alta que no había superado a Ana.
-Ey, ¿y Nadia? ¿No habías quedado con ella? -preguntó Miriam desde el sofá en cuanto la vio entrar al salón de su casa -¿Qué pasa, Mimi?
En cuanto se dio cuenta de que su amiga estaba llorando se acercó a ella y la estrechó con fuerza entre sus brazos.
-¿Qué ha pasado, peque? -le secó las mejillas con delicadeza.
-No se va, Miriam...
-¿El qué?
-Ana... No se va de aquí. -dijo señalándose la cabeza soltando un suspiro -Ni de aquí... -se señaló el corazón.
-Ay, Mimi...
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Vuelves
RomanceVuelves Tan inesperadamente siempre vuelves Pero como había esperado, vuelves Cuando te creía olvidado siempre vuelves Vuelves siempre