Capítulo 1: Margot

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— Pues... sí, así es Alec... e-es... ci-cierto...

— ...¿¡Eh!?, ¿¡C-Cierto!?

— S-sí... p-pero no es lo que crees, te lo han dicho mal, y-yo no tenía ni remotamente planeado hacer esto ahora...

No podía más que tartamudear. Las manos me sudaban y me sentía completamente humillada; mi cara estaba completamente colorada y tenía un nudo en la garganta que en cualquier segundo explotaría, ¿por qué Paige tuvo que haber hecho eso?, ¿¡Por qué había confiado en ella para guardar el secreto!?

— Aww, vaya, ¡Que bonita pareja hacen!

Cesé mis tartamudeos para dirigir una fúrica mirada a Paige. Me daban ganas de golpearla en ese instante por haber dicho eso, ¡Odiaba a todo el mundo!, ¡Los odiaba!; sentía que en cualquier momento las lágrimas se me iban a escapar por los ojos.

— ¿¡Pareja!?, ¡Que asco, nunca!

... Mi respiración se cortó en un instante que sentí ser tan largo como el ocaso. Eso último me rompió, me rompió y me dejó una cicatriz profunda. Sabía qué tal vez Alec no me correspondía... pero no al grado de sentir asco por mí. Él había sido la única razón por la que había asistido a la feria de San Valentín, ¿y ahora?, era por su culpa que me había convertido en la burla de todos, en el elemento de gracia, en la chica con la fama de "la rarita enamorada"...

**3 años después**

El timbre de las 7:20 sonó en el instituto tal como todos los días. Era una mañana del frío mes de Febrero y como siempre, iba tarde.

— Buenos días, comencemos con la clase y pasemos lista chicos — dijo la maestra titular desde el salón 2-C, el correspondiente a mi clase.

Mis piernas no podían llevarme más rápido por el pasillo, ¡¿por qué siempre me quedo dormida?!

— ¿Baker?

— Presente.

— ¿Chenoweth?

— Aquí.

Ya casi, solo un par de pasillos más; tengo suerte de ser de las últimas de la lista...

— ¿Nixon?

— Presente.

— ¿O'Malley?

— Presente.

Finalmente llegué al pasillo principal y subí las escaleras a toda velocidad. Tal vez esta vez sí logro llegar antes de que me salten...

— ¿Smith?

— Aquí.

— ¿Thomas?

— Presente.

— ¿Treece?

Solo un par de escalones más...

— ¡¿Treece?!

Prácticamente azoté la puerta al entrar.

— Treece tienes falt-...

— ¡¡Aquí estoy!!, ¡Presente!

Uff, lo logré; por los pelos, pero lo logré. Muchos me han dicho que debo perder esa fama de tardanzas, pero creo que ya está en mis venas.

— Esa puntualidad, Margot.

— Lo sé, perdón.

Desde el otro lado del salón, pude ver a Matt y a Nathan riéndose de mi demora, pero, ¿quién no lo haría?, digo, hasta yo creo que es patético tener esa costumbre. Sí, hay muchas cosas sobre mí que debo corregir, pero no todas son cien por ciento mi culpa; algunas son malas jugadas del destino.

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