Con el misterio, sentí que los minutos en clase de Matemáticas pasaron más lento. Y para rematar un buen día, la profesora de Química encargó un proyecto abrumador para nuestros ya de por sí atareados horarios.
— Voy a biblioteca. Prefiero sacrificar mi hora de descanso a tener la presión de entregar esto durante toda la tarde — dije tomando mis cosas.
— Allá tú.
— ¿Alguien viene?
Sin respuesta.
— ¿Hola?
Ya se habían esfumado, tal parece que yo era la única interesada en salvarme el pellejo.
— El que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe — susurré mientras tomaba mis cosas.
— Cierto...
Me volví para encontrar a Nathan también con sus cosas de Química en las manos.
— ¿Eh?
— Tampoco me voy a jugar el cuello.
Sonreí sin saber exactamente por qué.
— ¿Vamos juntos entonces?
— Claro.
Mientras caminábamos, me invadió la curiosidad.
— Oye..., ¿te sucede algo?; digo, estuviste muy callado en el descanso...
— ¿Eh?, no; estoy bien.
— Te conozco bien, sé cuando algo te pasa — dije adelantando mi paso para alcanzarlo.
Nathan se quedó callado por un momento.
— Bien... — suspiró — me gusta alguien, ¿contenta?
Tuve que aferrarme a la libreta para no dejarla caer junto con todas mis cosas. La noticia me cayó de mero sopetón.
— ¿¡En serio!?
— Sí...
— ¿Quién? — dije emocionada..., y a la vez un tanto nerviosa por alguna razón.
— Alguien — sonrió.
Conocía esa risa, no planeaba decirme.
— ¡Vamos!, ¡dime!
Se volvió hacia mí.
— ¿Y qué hay de ti? Tú también dijiste que te gustaba alguien ayer en el cine — me codeó.
— ¡Yo no dije eso!
— Entonces dime, ¿por qué otra razón te habrías tanto en contestarle a Noah cuando te lo preguntó?
— ...Touché — murmuré tratando de mostrarme indiferente.
— Me dices quién es y yo te digo a mi susodicha, ¿va? — rió.
— ¡A ver quién llega primero a la biblioteca! — dije escapando de la situación.
— ¡Tramposa!, no huyas de mi trato.
— Nunca dije que no fuera buena idea... — dije ya a medio camino.
Una vez en biblioteca nos enfocamos al trabajo. Debíamos hacer 4 resúmenes, y sobra decir que no sería nada sencillo acabarlos en veinticinco minutos. Terminamos casi al mismo tiempo a causa de una implícita competencia por ver quién escribía más rápido.
— Admítelo, te gané.
Aunque fuera por milésimas de segundo, Nathan parecía necesitar el honor de haberme ganado.
ESTÁS LEYENDO
Flechas
Teen Fiction¿El amor es realmente cuestión del destino? ¿O debes escribir tu propia historia para encontrarlo? Sea cuestión de humanos o de cupido, Margot ha dejado de creer en aquel enigmático sentimiento del corazón. El mal de amores le ha mostrado que su lug...