Capítulo 21: La chica del mal de amores

26 4 0
                                    

Con el misterio, sentí que los minutos en clase de Matemáticas pasaron más lento. Y para rematar un buen día, la profesora de Química encargó un proyecto abrumador para nuestros ya de por sí atareados horarios.

— Voy a biblioteca. Prefiero sacrificar mi hora de descanso a tener la presión de entregar esto durante toda la tarde — dije tomando mis cosas.

— Allá tú.

— ¿Alguien viene?

Sin respuesta.

— ¿Hola?

Ya se habían esfumado, tal parece que yo era la única interesada en salvarme el pellejo.

— El que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe — susurré mientras tomaba mis cosas.

— Cierto...

Me volví para encontrar a Nathan también con sus cosas de Química en las manos.

— ¿Eh?

— Tampoco me voy a jugar el cuello.

Sonreí sin saber exactamente por qué.

— ¿Vamos juntos entonces?

— Claro.

Mientras caminábamos, me invadió la curiosidad.

— Oye..., ¿te sucede algo?; digo, estuviste muy callado en el descanso...

— ¿Eh?, no; estoy bien.

— Te conozco bien, sé cuando algo te pasa — dije adelantando mi paso para alcanzarlo.

Nathan se quedó callado por un momento.

— Bien... — suspiró — me gusta alguien, ¿contenta?

Tuve que aferrarme a la libreta para no dejarla caer junto con todas mis cosas. La noticia me cayó de mero sopetón.

— ¿¡En serio!?

— Sí...

— ¿Quién? — dije emocionada..., y a la vez un tanto nerviosa por alguna razón.

— Alguien — sonrió.

Conocía esa risa, no planeaba decirme.

— ¡Vamos!, ¡dime!

Se volvió hacia mí.

— ¿Y qué hay de ti? Tú también dijiste que te gustaba alguien ayer en el cine — me codeó.

— ¡Yo no dije eso!

— Entonces dime, ¿por qué otra razón te habrías tanto en contestarle a Noah cuando te lo preguntó?

— ...Touché — murmuré tratando de mostrarme indiferente.

— Me dices quién es y yo te digo a mi susodicha, ¿va? — rió.

— ¡A ver quién llega primero a la biblioteca! — dije escapando de la situación.

— ¡Tramposa!, no huyas de mi trato.

— Nunca dije que no fuera buena idea... — dije ya a medio camino.

Una vez en biblioteca nos enfocamos al trabajo. Debíamos hacer 4 resúmenes, y sobra decir que no sería nada sencillo acabarlos en veinticinco minutos. Terminamos casi al mismo tiempo a causa de una implícita competencia por ver quién escribía más rápido.

— Admítelo, te gané.

Aunque fuera por milésimas de segundo, Nathan parecía necesitar el honor de haberme ganado.

FlechasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora