Capítulo 7: Operación Flechas

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— Arquero... — volvía repetir tratando de procesar la información.

— Sip, ese es mi nombre — dijo ella complacida.

— ... ¿En verdad ese es t-...? — fui abruptamente interrumpida antes de terminar.

— ¡Llegamos!, agárrate bien Aiko, aterrizar no es muy divertido que digamos.

¡Ja!, ¿divertido? Si el vuelo había sido "divertido", ¡no quería imaginar la gran "diversión" del aterrizaje!

Sin previo aviso, Arquero se zambulló en picada hacia la azotea del Edificio Bancario, una de las torres más altas de la ciudad. Por la altura, los nervios y la velocidad, mi sudorosa mano comenzó a soltarse paulatinamente del agarre de Arquero.

— Eh... Arquero...

Mi acompañante extendió sus alas de par en par y de inmediato recuperamos altitud, dándole oportunidad a Arquero de aterrizar tranquilamente en la orilla de la azotea; claro que eso no quiere decir que lo hiciera de la manera fácil; pues ella prefirió aterrizar de sopetón en lugar de hacerlo con calma ¡A mis pies no les agradó para nada su decisión!

— Listo, fue fácil, ¿no? — dijo Arquero sacudiéndose las manos.

— Sí... jajaja, fácil... — algún día me las pagará...

— Perfecto, ahora sígueme, debo mostrarte algo — dijo Arquero caminando hacia la orilla opuesta.

Sin hacer preguntas decidí seguirla. En el borde opuesto de la azotea se podía observar el tráfico a perfecto detalle, los edificios formaban un paisaje como de fondo de pantalla, y el viento me mecía fuertemente de un lado a otro a causa de la altura. Tal vez disfrutaría de las circunstancias si mirar hacia abajo no me causara vértigo. Lo más llamativo de la acera de enfrente era un instituto de rejas cafés y cantera color ámbar con un largo jardín que desembocaba a lo que parecía ser el lobby.

— Ese es el lugar — dijo Arquero señalando dicho instituto.

— ... ¿Una escuela?

— Sip, así es — dijo mientras se sentaba confiadamente en la orilla y se estiraba como si no hubiera riesgo alguno de que se cayera.

Yo la miré con los nervios de punta. ¿¡Cómo no le daba siquiera una pizca de miedo!?

— Y... ¿qué tenemos que hacer? — dije casi mordiéndome las uñas.

— Esperar...

— ¿Esperar?, pero creí que era a nosotras a quienes esperaban.

En eso sonó el clásico timbre de escuela en el instituto de enfrente, cosa extraña considerando que era Sábado; tal vez tenían una feria o algún evento al igual que nosotros.

— Ahora — dijo Arquero levantándose de un brinco.

— ¿Eh? ¿De qué-...?

¿¡Bueno qué nunca me dejaría terminar de hablar?! Antes de que pudiera responder, Arquero me tomó fuertemente de la muñeca y me empujó por la orilla... yo esperaba que me sostuviera de nuevo y que bajáramos hasta el suelo, ¡pero no lo hizo! ¡Y yo comencé a caer al vacío!

No pude decir nada, sólo pegué tremendo grito al caer y desde entonces sentí que todo pasó muy rápido; no sentía mi sangre, siquiera mi respiración. Incluso por un momento sentí mi propia muerte pasar frente a mis ojos, pues el suelo se veía más cerca a cada fracción de segundo.

— ¡¡ARQUERO!! — grité desesperada al llegar al suelo.

Sentí un fuerte jalón por la espalda y después unos brazos me levantaron bruscamente.

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