Capítulo 25: Almas de lo intangible

43 3 1
                                    

Corrí hasta el borde de la azotea sin esperar una respuesta. Apenas Dakota se volvió hacia mí, tuve que empujarla y tirarla de espaldas para frenarla. No quería correr el riesgo de que saltara al vacío al ver que trataba de detenerla.

— ¡¡Dakota Cox!! — grité tan pronto la tuve en frente.

Ella me miró atónita. Por primera vez, su fría expresión reflejaba confusión; como si hubiera despertado de algún tipo de hipnosis.

— No lo hagas...

— ¿¡Tú otra vez!? — gritó fúrica — ¿¡Por qué te gusta entrometerte en los asuntos ajenos!?, ¿qué no tienes nada mejor que hacer?

— ¡Estoy tratando de ayudarte!

— Pues mucho ayuda el que no estorba — dijo entre dientes, mirando de reojo la borda de la azotea.

Respiré ondo tratando de pensar. Ya no tenía tiempo para rodeos; no podía huir como anteriormente lo había hecho.

— Sé que te sonará algo loco..., pero sé lo qué pasó... Sé que lo tuyo con Colin tal vez no salió como esperabas, pero-...

— ¿¡Qué crees tú saber de mí!? — dijo empujándome hacia atrás — No eres nadie para decirme que he o no de hacer.

— ¡Y eso lo sé bien!; pero no dejaré que te mates por culpa de alguien que no valía siquiera tu atención.

Obtuve un bufido como respuesta, así que decidí ir al grano.

— Escucha, no te vengo a sermonear. Sé que un discurso no cambiará tu opinión, ni mucho menos tu furia; pero te aseguro que si decides saltar ahora te arrepentirás...

Me miró con indiferencia.

— Sé que parece tonto, pero el tiempo es lo único que puede sanarte esa herida. He estado en tu lugar, y por experiencia te digo que, aunque quieras dejar pasar ese mal trago rápido, tendrá que quedarse ahí por un tiempo... Si sólo te lo guardas, tarde o temprano, el remordimiento empezará a doler...

— Mi vida no es igual a la tuya — bufó.

— Pero tus heridas tal vez sí lo son... Quiero evitarte un hoyo en el que yo he vivido más de tres años.

— ¿Y que acaso te crees una experta en estas cosas? ¡Tú no sabes por lo que he pasado!, no sabes que desde el primer día que viniste a molestar mi vida yo traté de tener su atención, no sabes lo que me costó finalmente abrir la boca...; ¿p-pero ahora?...

Bruscamente limpió una lágrima que escapaba por su mejilla, antes de que su voz se quebrara por completo.

— Es frustrante aceptar que te han roto el corazón..., pero necesitas reconocerlo para seguir adelante...

Me acerqué buscando tomar su hombro. Dakota se había roto por dentro, y finalmente bajó la barrera tras la que se estaba ocultando.

— Aceptar la herida te ayudará a hacer el sufrimiento menos duradero. No te garantizo que lo superes en una semana..., pero, con el tiempo, te irá pareciendo solamente un mal sueño; una pesadilla ya olvidada, a la que no le temerás más.

Dakota me miró aún con cierta dureza.

— Además, de todos los errores puedes aprender algo; ¡hasta de las relaciones!... Sabrás cómo identificar cuando las cosas no marchan bien — dije con una sonrisa.

Ella bajó la mirada. De pronto, aquel tan misterioso destello celeste apareció frente a ella; con el mismo palpitar y la misma forma irregular de siempre. Miré con más cuidado; ahora lo distinguía con mayor claridad: el destello de Dakota era una figura dividida, y lentamente ambas piezas volvían a juntarse para cerrar la fisura.

FlechasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora