Capítulo 3

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Días más tarde, Julie Anne Morgan se metió en su primera pelea.

Salió al patio de la escuela mientras se sostenía el puente de la nariz, intentando alejar un silbido que había empezado a retumbar en su cabeza producto de un ligero dolor de cabeza. Esa mañana había asistido a su usual cita médica para contarle al doctor sobre cómo se había sentido últimamente. Le decía siempre lo mismo: «dolor de cabeza y mareos». La operación estaba cerca, eso lo sabía muy bien, solo que lo habían hecho esperar debido a que sus padres estaban algo nerviosos por esa intervención quirúrgica. Pero ya no podían atrasarla mucho más. La última vez que le hicieron una revisión había mostrado claramente que la pequeña masa en su cerebro podría en cualquier momento extenderse un poco más a lugares críticos. Ahí es donde la situación se ponía peligrosa.

Unos gritos a lo lejos captaron su atención. No eran los gritos comunes de niños que juegan y se divierten, sino de niños buscando problemas. La castaña enfocó un poco su vista en dirección a los gritos y vió un grupito que poco a poco se hacía más grande. No era mentira para nadie que en la escuela Calvary hicieran bullyng a los menores y no desaprovecharan la oportunidad de hacerle algún moretón a alguno que otro. Ella no había presenciado ninguna pelea hasta ese día, normalmente buscaba sin que nadie se diera cuenta a algún maestro cercano que pudiera intervenir. Si nadie hacía algo, ¿por qué ella debería quedarse de brazos cruzados contemplando algo que está mal?. Pero esa vez hubo algo diferente que hizo que su corazón se derritiera. Un pequeño niño estaba en el suelo siendo zarandeado por otro un poco más grande que él. Sus lentes habían caído lejos de él e intentaba zafarse del agarre de el bravucón sin éxito. Jules miró en todas direcciones buscando a algún mayor, ¿dónde había uno cuando era necesario?

El grupo iba aumentando por otros niños que querían ver cómo acababa la pelea. Sin pensarlo más, Jules corrió. Su mochila cayó en alguna parte del camino, pero ya no importaba. El que conocía a Julie Anne sabía perfectamente que los deportes no eran lo suyo, pero una gran carga de energía la embargaba en ese momento y se sintió como una especie de flash de repente. Con desesperación, llegó al grupo apartando a manotazos a todos los que bloqueaban el paso hasta el indefenso niño. Lo vió llorando un poco, y eso fue suficiente como para que ella se enfrentara al bravucón.

—¡Déjalo en paz, niño! ¡Ya déjalo!

Solía ser una persona pacífica, pero cuando las situaciones lo requerían eso cambiaba; ella podía ser un pequeño demonio de once años. El chico, haciendo caso omiso a los gritos de la chica, siguió molestando al niño, siendo alentado por los gritos de los demás en grandes oleadas de «pelea, pelea, pelea». Jules lo tomó de la capucha de la chaqueta y lo alejó del pequeño.

—¡Ya vete de una vez, idiota, si no quieres que esto termine mal!

—¿Crees que le voy a hacer caso a una estúpida niña? —escupió el bravucón molesto.

Jules apretó los puños y en vez de pegarle un buen golpe prefirió levantar al pequeño y pasarle una mano por sus hombros para sacarlo de aquel círculo. No valía la pena pelear con él y causar más alboroto.

—No sé por qué lo defiendes —comenzó el chico a gritos—. Él no vale, su hermano por lo menos es algo en este mundo, pero él es solo un tonto.

La chica acercó un poco más al niño y se alejaron. En el camino, Jules recogió su bolso, los lentes del niño y se sentaron en una banca. El niño hace un rato había cesado su llanto silencioso.

—Oye, ¿estás bien? —se atrevió a preguntar la castaña.

—Sí...

—Descuida, ya pasó.

—Gracias por ayudarme —sonrió un poco el niño—. Soy Peter.

—Y yo Jules —le regresó la sonrisa, y mientras le acomodaba sus lentes le pregunto—: ahora, ¿me puedes explicar qué fue lo que pasó?

Peter frunció sus labios y mirando al suelo respondió:

—Solo caminaba con la medalla que me regaló mi hermano. Entonces unos chicos quisieron quitármela y fui a buscar a mi hermano porque siempre me ayuda en momentos como esos. Pero cuando me di la vuelta no estaba y ellos me empezaron a molestar —explicó el niño rápidamente.

—Oh, entiendo. ¿Quién es tu hermano?

Peter miró en todas direcciones hasta que su mirada cayó en un punto. Él señaló y Jules se giró en el asiento.

—Henry es mi hermano.

El chico estaba hablando con Christina en unas bancas más alejadas del resto. Julie Anne los miró confundida, pero también sorprendida, principalmente porque Peter es hermano de Henry, y otra porque ella no sabía que Christina era tan cercana a Henry Carpenter. De repente, una sensación de decepción se hizo presente en ella. Se supone que Henry debía estar ahí para su hermanito y no lo estuvo, prefirió quedarse charlando con Christina. Su ceño se frunció ligeramente y decidió dejar de mirar.

—E-entiendo —asintió—. Te haré compañía hasta que tengas que marcharte, ¿sí?

—Bien.

En eso sintió unas pisadas acercarse. Supo entonces que se trataba del mayor de los Carpenter. Se paró de inmediato y se despidió de Peter. No quería quedarse cuando llegara él, estaba decepcionada y algo molesta.

—Ahí viene tu hermano. ¿Nos vemos luego, campeón?

Peter Carpenter asintió enérgico y corrió, molesto, hacia Henry. Escuchó varios reclamos de parte del menor y luego silencio porque ya se habían alejado. Jules decidió emprender su camino a casa. Entonces un objeto brillante en el suelo apareció en su campo de visión, lo recogió, lo inspeccionó un rato y lo metió en el bolsillo de su chaqueta. La medalla. Más bien, las dos mitades de la medalla, aún así se la devolvería, y si era posible, intentaría todo lo posible en repararla.

When I Met You ➸ the book of henryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora