—¿Entonces se han sentido bien? ¿No han sentido alguna molestia ninguno de los dos?
Ambos niños negaron con la cabeza ante las preguntas de la enfermera.
—Bien, entonces duerman bien. Cualquier cosa, me avisan —anunció y se dispuso a retirarse—. Los vendré a ver más tarde.
—Adiós —se despidieron ambos chicos al unísono, y en cuando escucharon que la puerta se cerraba, se quitaron el delgado tubo en sus brazos y bajaron de la cama.
—Ya es hora —dijo Henry.
Tomaron sus chaquetas y se pusieron un gorrito para protegerse del frío. Se asomaron a la ventana y la abrieron. El aire de la noche se estampó directo en sus caras. Si no fuera por el hecho de que sus cabezas estaban vendadas de seguro sus cabellos se hubieran movido con brusquedad.
—Me alegro de que sea el primer piso —comentó Jules.
—Bueno, baja tú primero.
La castaña sacó un pie y luego el otro, se soltó del marco de la ventana y saltó. Sus pies tocaron el suelo y ella tardó un poquito en recuperar el equilibrio. Acto seguido, Henry bajó y cayó a su lado. Él le hizo una seña para que lo siguiera. Caminaron por un bosque pasando árboles y más árboles que se movían al compás de la suave brisa de la ciudad. Al cabo de un rato, Henry se detuvo delante de algo que parecía ser una casita en un árbol, solo que se encontraba en el suelo. Entraron en ella.
—¡Vaya! —miró asombrada el lugar—. Esta genial todo esto.
—Aquí suelo venir a construir cosas con Peter después de la escuela. Es un buen lugar.
El chico tomó un par de cosas y las inspeccionó. Acomodó algo aquí y allá, bajo la atenta mirada de Morgan. En un momento dado, le pasó una pequeña navaja con mucho cuidado. Además, un walkie-talkie.
—¿Puedes ir hacia ese árbol que está por allí y cortar las ramas más bajas? —le indicó con un dedo.
—Claro.
Y lo hizo. Cuando estuvo bajo el árbol sin hojas, comenzó a cortar las ramas bajas que le había indicado el muchacho.
—Así está bien. Ya puedes volver, gracias —habló Henry por el radio.
—Copiado, capitán.
—¿En serio?
—¿Qué? Siempre quise decir eso a través de una de estas cosas.
Se escuchó una risa y luego el walkie-talkie se apagó. Julie regresó a donde Henry y este le dijo que por hoy era todo. Iban a salir, pero antes, la chica vió una cámara. Se acercó y la tomó entre sus manos. Era muy bonita, y estaba como nueva.
—¿Es tuya? —él asintió—. Perfecto.
Se acercó a Henry y le pasó una mano por el hombro, acercándolo a ella. Levantó la cámara de tal manera que ambos pudieran ser bien captados.
—¿Qué estás haciendo? ¿Estás consiente de que la foto se va a ver oscura porque no hay luz?
La chica pensó por un momento. A continuación, miró a su alrededor y su mirada se topó con un interruptor cerca de la esquina. Lo oprimió y la casita fue iluminada por la poca luz que desprendía el bombillo amarillo. Aún así era suficiente. Volvió a pasar su brazo por el hombro de el chico y posó para el aparato.
—No, no, Jules. No hay tiempo —trató de escapar Henry, pero ella lo impidió.
—No seas aburrido, Carpenter. Será rápido.
Henry iba a decir algo más pero ella formuló un «di quesoooo» y él no le quedó de otra que posar para la cámara. Ella presionó el botón y una vez que el aparato los capturó salió un pequeño cuadrado de esta. La agitó por un rato y la acercó a su rostro y al de Henry para mirar. La foto, para ella, era perfecta. Un Henry se mostraba con una sonrisa de boca cerrada y una Jules con una gran sonrisa que mostraba todos sus dientes. Un hermoso recuerdo que sin duda en un futuro lo iba significar absolutamente todo.
—Me gusta —comentó sonriente Henry.
Ella lo miró con una sonrisa de satisfacción que mostraba un «te lo dije» en su mirada.
—A mi me encanta.
—¿Puedo... quedarmela?
—Pero yo también la quiero.
—Podemos sacar otra —sugirió—. Pero será en otro momento, ¿si? Debemos irnos.
—Muy bien, vamonos.
Dejó la cámara en su respectivo lugar y ambos salieron a embarcarse en la noche bajo la luz de la luna. Antes de salir del bosque, se detuvieron, Jules porque solo quería sentir la libertad un poco más, y Henry porque solo quería disfrutar un poco más eso: el sentirse vivo. Levantó su brazo y miró una vez más la foto que Jules había sacado de ambos. Llegó a la conclusión de que era increíble como una foto podía capturar un hermoso momento antes de que este desapareciera.
Se sintió bien. Probablemente por el echo de que ella estaba ahí con él. Guardó la foto y siguieron su camino de regreso al hospital.
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When I Met You ➸ the book of henry
Fanfiction-Al fin y al cabo todo tiene un final. Para nosotros: la muerte. -No lo creo. La muerte no es el final, pienso que es el principio de lo infinito. -¿Crees que las personas somos infinitas? -Creo que tú y yo somos infinitos. Publicado: 5 de julio d...