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--------------Esa noche, después de que la señora Carpenter les compartiera una bella canción con su ukelele, las familias de ambos pacientes se habían retirado, dejándolos solos una vez más.
Ambos amigos hablaban de cosas triviales desde sus respectivas camillas, pues aún no tenían sueño. Pero a pesar de que el ojiverde no tenía intenciones de querer dormir estaba cansado de algún modo, se sentía algo débil a diferencia de Jules quien cada vez parecía estar más llena de vida. Inclusive le quitaron el vendaje de su cabeza y Henry pudo apreciar después de tanto tiempo su linda y larga cabellera castaña que le daba su toque de niña sana.
—¿Qué tanto miras? —preguntó ella de repente—. Tengo algo en la cabeza —comenzó a pasarse las manos por el cabello tratando de encontrar algo fuera de lugar.
—No, no. Solo... lo miraba y ya.
—Oh, bueno —soltó una pequeña risita—. ¿Sabes? Lo estuve pensando mucho últimamente y... me gustaría salir esta noche del hospital —murmuró, como si fuera un secreto, pero lo suficientemente alto para que él la alcanzara a escuchar—. Hace días que no salimos a ver el mundo. No recuerdo ya cómo se ven las cosas afuera.
Henry rió y rodó los ojos —Qué exagerada. Pero admito que también me gustaría escapar de aquí un rato y mirar el cielo una vez más.
—Bueno, Carpenter, hagamos tu deseo realidad.
******
Una vez que se aseguraron de las rondas de las enfermeras y que no vendrían a echarles un vistazo desprevenidos, salieron a embarcarse en la oscura noche iluminada por la luz de la luna y las miles de estrellas que cubrían el cielo. Tuvieron suerte, ya que últimamente la luna no estaba en su mejor fase, pero esa noche había una redonda y hermosa luna llena, como si el mismísimo cielo hubiera escuchado el deseo del chico y los hubiera estado esperando para ofrecerles un espectáculo nocturno como regalo al dúo de once años.
Caminaron silenciosamente sin saber exactamente su destino a través de los árboles que en otra estación del año habrían estado lleno de hojas verdes y frondosas. Julie Anne miraba el suelo y pateaba las pequeñas rocas que se interponían en su andar, aunque varias veces levantaba su vista y miraba de reojo al ojiverde que se encontraba a su lado mirando con el ceño ligeramente fruncido y su labio en una línea recta todo a su alrededor, inspeccionando mentalmente que su muy elaborado plan no tuviera alguna falla o no creara un contratiempo para su madre Susan. Así era él, su brillante cerebro no dejaba de trabajar en asuntos que él consideraba de importancia.
A la final, llegaron cerca de la casita en el bosque de Henry y Peter Carpenter, pero no entraron en ella a pesar de que la castaña ya se estaba dirigiendo hacia ahí mientras se acomodaba su mochila y su chaqueta. Henry la detuvo con un simple ademán con su mano, indicándole que no tenía en mente ir hacia allá. La chica frunció el ceño confundida. Fue entonces cuando él hizo algo que la sorprendió: con una rápida mirada a los ojos marrones de ella la tomó de su delicada mano temblorosa debido al frío nocturno y entrelazó sus dedos con los de ella mientras empezaban a encaminarse hacia quién sabe dónde. No era que Henry no fuera cariñoso, pero hasta el día de hoy no le había demostrado su cariño de esa manera; o tal vez se la tomó por el hecho de que él la tenía que conducir al lugar. Frunció el labio al pensar esa última opción, aún así no dijo nada.
Después de un rato de caminata, bajo la luz de la luna y el estremecedor frío de la oscura noche, llegaron a una pequeña colinita que aún le quedaba algo de césped verdoso. Se sentaron ahí en silencio como la última vez que escaparon del hospital. No era la gran cosa sinceramente, pero eso no importaba porque no podían ir más lejos y solo querían estar afuera contemplando el paisaje a su alrededor; en especial Henry, ya que cada vez más parecía apreciar cada detalle que le rodeaba, y sin importar que su cuerpo se sintiera muy agotado no quiso perder esa oportunidad de salir porque muy dentro de él algo le decía que no se iba a volver a repetir nunca más en su corta vida. A pesar del hecho de que se sentía realmente relajado en aquel lugar, pensó en que tal vez esto era una especie de despedida entre Julie Anne Morgan y él, la niña que desde que había entrado en su vida la había vuelto más soportable de llevar y menos desafortunada de lo que ya era.
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When I Met You ➸ the book of henry
Fanfiction-Al fin y al cabo todo tiene un final. Para nosotros: la muerte. -No lo creo. La muerte no es el final, pienso que es el principio de lo infinito. -¿Crees que las personas somos infinitas? -Creo que tú y yo somos infinitos. Publicado: 5 de julio d...