Capítulo 6

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La familia de Henry se había marchado hace horas, pues el horario de visitas había terminado. Ya era de noche y Julie Anne Morgan yacía en su respectiva camilla mirando un programa que la enfermera le había puesto en la televisión. Era aburrido, pero no había otra cosa que hacer estando en el hospital. Henry en cambio, estaba escribiendo en su usual libreta roja.

Al cabo de diez minutos aproximadamente, la castaña estiró su brazo hacia la mesita de noche y tomó el control para apagar el televisor. Soltó un suspiro. Giró su cabeza para ver qué hacía su compañero y poder al menos charlar un rato. El chico escribía muy concentrado con el ceño fruncido, y unas cuantas veces se mordía el labio. Jules, algo avergonzada, admitía que podría quedarse contemplando su perfil mientras se ocupaba de lo suyo. Sacudió su cabeza para apartar aquellos pensamientos.

—Hey —lo llamó—, ¿qué escribes? Digo, solo por curiosidad.

Él la miró un momento y después regreso la vista al cuaderno.

—Solo... escribo unas cosas.

—Vaya, no me digas. Te juro que no lo había notado —dijo sarcásticamente, soltando una pequeña risita. Henry también rió, pero solo un segundo.

—Es que es algo complicado, la verdad. No creo que lo entiendas.

—Si no me dices nunca lo sabremos.

El chico levantó su vista al frente y se quedó pensativo, como sopesando en contarle o no. Muchas cosas pasaron por su mente en ese momento, y durante ese período la castaña se indignó un poco, pensando en la gran posibilidad de que él no le fuera a confiar aquello.

—Te prometo que no le contaré a nadie —ella en serio quería saber, era muy curiosa—. A nadie.

—Bien, te lo contaré —cerró el cuaderno para fijar toda su atención en ella. Entonces Jules supo que de verdad era algo serio—. Presta atención, es muy importante.

—Cuánto suspenso —susurró para ella misma, y luego asintió para Henry.

—¿Conoces a Christina? ¿Christina Sickleman?

Jules frunció sus labios y miró abajo, asintiendo.

—Sí, ella... era mi amiga. Éramos muy unidas antes.

—Oh, yo...

—No importa, continúa, por favor —hizo un ademán para quitarle importancia, aunque muy en el fondo quería por primera vez hablar con alguien sobre eso.

—Bueno —el ojiverde carraspeó un poco—. El padre de Christina, Glenn Sickleman, abusa de ella y...

—¡¿Qué?! —se tapó la boca inmediatamente.

—Jules, no grites.

—Lo siento, solo que... ¿su papá abusa de ella? ¿En serio? —el chico asintió—. No puede ser...

—Yo tampoco lo podía creer. Y es por eso que hay que hacer algo —afirmó—. A veces cuando despertaba en las noches, me asomaba a la ventana y ella estaba despierta, sentada en el piso sin moverse, muy asustada.

—Con razón ha cambiado demasiado —murmuró—. Oh, Henry ¡hay que hacer algo!

—Así es, por esa razón he hecho un plan. He hecho todos los cálculos necesario para que salga a la perfección, nada puede fallar.

—¿Y de qué trata?

Hubo un momento de silencio antes de que él pudiera contestar esa pregunta.

—Hay que asesinar a Glenn Sickleman.

Jules podía jurar que en ese momento le echaron un gran balde de agua fría encima. Se quedó perpleja. Hubiera deseado de que fuera una broma, pero el chico mantenía un semblante serio ante su respuesta.

—No puedes estar hablando en serio, Henry. Ha-hay otras maneras, podrías tal vez...

—Créeme que ya he intentado todo —la interrumpió—. Nadie quiere ayudarme, o simplemente creen que estoy jugando y no se lo toman en serio. Julie Anne, esta es mi última opción.

—No lo sé...

—Ya he pensado en todo, no me lleva a nada. Matar a Glenn será lo mejor para Christina. No se puede hacer más nada —concluyó Henry con el ceño ligeramente fruncido.

Morgan se pasó las manos por la cara y soltó el aire que, sin saberlo, había retenido. ¿Matar a alguien? Eso era demasiado, pero Henry dijo que lo había intentado todo, ¡todo! Pensó entonces en su ex-amiga y su corazón se aflojó. Tenía que ayudarla a pesar de que la manera en que lo iba a hacer fuera ilegal y muy alocada.

—¿Y harás todo eso tú solo?

—Eso pensaba hacer —dijo—, pero eso ya no es una opción. Tendré que dejarle todo listo a mi mamá para que realice el plan por mí. No estaré aquí para entonces. Confío en que ella lo logrará.

Jules aún no se acostumbraba a la idea de la muerte del chico, porque le dolía, le dolía el solo pensar en eso, y apenas lo había conocido. Para las personas la muerte significaba eso, dolor. Ella no podía evitar sentir eso por él.

—Quiero ayudarte —afirmó decidida—. Quiero ser parte del plan.

—¿Segura?

—Completamente.

—Bien, está noche tengo que escapar del hospital para asegurar algunos detalles del plan, ¿vienes? —ella asintió—. En una hora, exactamente, viene la enfermera a asegurarse de que estemos bien. Una vez que se vaya, escapamos.

—¿Estaremos aquí antes de que vuelva?

—Por supuesto. Ya he memorizado su rutina.

—Oh vaya, qué listo.

Y ambos rieron. Esa noche escaparían del hospital.

When I Met You ➸ the book of henryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora