Muchas veces es muy curiosa la manera en la que surgen las relaciones amistosas entre las personas. Un día, puedes llegar a la escuela después de una consulta médica y mirar por una ventana a la persona quien en un futuro se convertiría en alguien de mucha importancia en tu vida, y luego puede estar escapando del hospital con la persona que quieres solo para hacer algo que de seguro muchas personas consideraban una pérdida de tiempo como mirar el cielo y contemplar las estrellas. O también podrías estar un día sentado en la sala de tu casa revisando el estado de cuenta mientras tu madre juega videojuegos y luego podrías estar en una situación difícil teniendo el gran alivio de saber que puedes contar siempre —incluso después de la muerte— con la persona a la que le tomaste tanto cariño en poco tiempo. Quizás también te encuentres haciendo un oscuro plan para salvar a tu vecina y después seas tú quien cierta persona te salve —aunque no literalmente— de tus miedos, aunque fuera solo por un tiempo.
Y mientras Jules y Henry volvían a entrar en la oscura habitación del hospital, sus cabezas se encontraban pensando en todas las cosas por las que habían pasado, y Julie no se podía sentir más feliz por aquel tierno beso que el mayor de los Carpenter le dio bajo la luz de la redonda y blanca luna. Ambos chicos se soltaron de las manos ya que debían regresar a sus respectivas camillas para dormir; no obstante, ninguno se movió de su posición.
—Fue una linda noche —comentó la castaña.
—No podría estar más de acuerdo —coincidió Henry—. Y sobre lo de hoy yo...
—Todo está bien —lo interrumpió—. No te preocupes.
Y ya para ese punto de la historia amaría decirle a Jules que me gustaría que fuera así. Si hay una de sus virtudes que más le gustaba a el mayor de los Carpenter era su manera de ver las cosas sin importar la circunstancia, aún si estas parecían realmente difíciles.
—Entonces... qué tengas dulces sueños, Jules.
—Qué tengas dulces sueños, Henry.
Cuando ella vio que el chico se dio la vuelta para subirse a su cama, no pudo evitar que su cariño por el chico no interviniera. Así que dio unos cuantos pasos justamente cuando él se daba la vuelta para mirarla y ella se puso de puntillas para depositar un cálido beso en la comisura de los casi pálidos labios de Henry. Claro que el chico se sorprendió, pero una sonrisa se formó en su rostro; y a Julie Anne se le hicieron presente las típicas mariposas en el estómago. Luego se subieron a sus respectivas camas con unas sonrisas en sus rojos rostros. Ya cada uno envuelto en sus sábanas blancas, la castaña miró el techo por un rato repasando su día. Henry se estaba quedando dormido ya que estaba realmente cansado, mucho más de lo normal. Pero antes de que sus párpados se cerraran completamente escuchó la voz de su compañera de habitación.
—De todas las medallas que posees, deberías tener la medalla a la persona con el corazón más puro.
Henry pensó que debía de ser al revés. Sin embargo, no dijo nada porque, al igual que Morgan, ya había caído en el mundo de los sueños.
Apenas había pasado una hora cuando una enfermera junto con el doctor Daniels vinieron a buscar a Julie Anne. La enfermera con un suave toque en el brazo de la niña la despertó, luego le explicó que debían hacerle unos últimos y rápidos exámenes médicos que su madre había solicitado en la tarde que le hicieran. Ella con flojera se levantó y siguió a los doctores por los blancos pasillos del hospital.
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—¡Excelente! Tus estudios han salido realmente bien, Julie Anne. Debes sentirte orgullosa.
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When I Met You ➸ the book of henry
Fanfiction-Al fin y al cabo todo tiene un final. Para nosotros: la muerte. -No lo creo. La muerte no es el final, pienso que es el principio de lo infinito. -¿Crees que las personas somos infinitas? -Creo que tú y yo somos infinitos. Publicado: 5 de julio d...