Capítulo 5

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Oscuridad.

¿Por qué todo estaba así? ¿Por qué no recordaba nada? ¿Dónde estaba?

Poco a poco los ojos de la chica de once años reaccionaron y se fueron abriendo sin fuerzas. Tardó un poco en acostumbrarse a la luz del lugar y trató de reconocer en dónde se encontraba. Camillas, sábanas blancas, una bata blanca y un tubo conectado a su brazo. Estaba en el hospital. Llevó su mano hacia su cabeza y notó que la tenía vendada. ¿Ya la habían operado y ella ni sabía?

A su izquierda se encontraba otra camilla en la cual había otro cuerpo descansando en un profundo sueño. Tenía también la cabeza vendada y un tubo conectado a su brazo. Se encontraba de espaldas a ella por lo que se le dificultó descubrir quién era su compañero de cuarto. De repente, una inhalación de alivio se escuchó desde el marco de la puerta, Jules giró de inmediato la cabeza asustada y se encontró con los ojos nostálgicos de su madre. Se acercó a la niña y le tomó las manos como si no la hubiera visto desde hace mucho tiempo.

—Hola, mi cielo. ¿Cómo estás? —las manos de la mujer temblaban un poco.

—Creo que estoy bien —su voz salió ronca y apagada—. ¿Qué ha pasado? Los últimos recuerdos son confusos...

—Julie Anne —esto era serio, su madre jamás le decía así a menos de que se tratará de algo sumamente importante—. Te desmayaste en el colegio. Un niño me llamó... mmm, no recuerdo su nombre...

—Peter... —susurró un poco preocupada.

—Bueno, él me llamó muy asustado contándome lo sucedido y salí lo más rápido que puede del trabajo. Te traje hasta aquí y tuvieron que... someterte a la cirugía.

Silencio. Jules trago fuerte. Eso es bueno, ¿no? Ya no tenía el riesgo de que le pasara algo peor, ¿no es así?

—Bien... ¿Hay algo más q-que deba saber?

Su madre suspiró —El doctor dice que algunas partes de tu cerebro están algo lesionadas —hizo una pausa—. Dijo que... dijo que c-cualquier cosa podía pasar.

Y no necesitó más para entenderlo. Agachó la mirada e intentó tragar, pero le era difícil. Así que solo carraspeó y se lamió los labios secos. Su mamá se veía cansada, tenía unas notorias bolsas bajos sus ojos, que a pesar de que trató de ocultarlo con maquillaje aún se podía apreciar.

—No te preocupes, Jules. Todo va a salir bien —le acarició los nudillos—. Si te quedas aquí hasta que te den de alta saldrás de esto excelente —asintió repetidas veces.

Jules intentó inhalar pero había algo que se le dificultaba, algo que no la dejaba. Abrazó fuertemente a su mamá mientras le hacía círculos en su espalda repetidas veces. Recordó entonces a su compañero de cuarto.

—¿Mamá? —se separaron—. ¿Quién es?

Al principio la miró sin entender, entonces la castaña menor hizo una breve inclinación con la cabeza hacia el chico un poco alejado de ella. Su madre se mordió el labio.

—Bueno, no recuerdo su nombre en este momento —comenzó—. Pero al parecer padece lo mismo que tú, solo que... —se atoró—, solo que... su situación es mucho más complicada. Conocí a su madre hace unas horas, su familia está muy mal. Ese chico —dijo dándole un vistazo—, tiene sus días contados —los ojos de la mujer se cristalizaron un poco, porque a pesar de que no era su hijo, no podía evitar sentirse mal. Es horrible perder a alguien en tu vida.

Jules en ningún momento apartó su vista de aquel chico que parecía de su edad. Iba a morir muy pronto. Un sabor amargo se instaló en su boca. De repente, el teléfono de la señora Morgan vibró en una suave melodía. Atendió la llamada, y con frustración colgó después de finalizar la conversación.

When I Met You ➸ the book of henryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora