Capítulo 13

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Este capítulo está dedicado a MiriamSartillo  ¡gracias por leer esta historia y siempre votar!

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No se habían dado cuenta de que la castaña había entrado en la habitación y estaba parada mirando la escena. ¿Estaba molesta? No lo sabía, ¿incómoda? Probablemente. Sabía que Christina era amiga y vecina de Henry y Peter, pero no pensó que vendría a visitarlo. Eso la hizo fruncir un poco el ceño; ¿por qué no la visitaba a ella también? Eran amigas después de todo, o al menos eso creía Julie. Christina Sickleman se había alejado de todo el mundo sin explicación —aunque ahora ella sabía la razón—, incluyéndola a ella, pero seguía su amistad con los Carpenters. A pesar de que sabía la difícil situación de Christina no pudo evitar sentirse algo molesta; no era su intención pero tampoco podía evitarlo.

—¡Jules!

El hermanito de Henry se bajó de su silla y corrió hacia Morgan con alegría, llamando la atención de los otros dos niños de once años charlando animadamente.

—Hola, Peter —saludó ella—. Te extrañé mucho, ¿sabes?

—Hiciste mucha falta aquí.

—Solo me fui un día —rió.

—Lo sé, pero era muy aburrido y Henry no quería jugar conmigo.

Julie Anne Morgan levantó la vista y se encontró con los ojos verdes de su compañero de cuarto, la miraba con una sonrisa, sin duda la había extrañado. Mientras tanto, Christina evitaba mirarla y en cambio posaba su vista en las cartas escritas por todos los compañeros de clase para Henry.

—Jules, volviste —habló Carpenter.

—Pues claro, creo que es muy obvio, Henry —soltaron una risita.

—Oye, Peter —el menor volteó hacia su hermano mayor—. ¿Podrías buscarnos helados en la cafetería, por favor? Tienen buenos sabores.

El pequeño se acomodó sus lentes y, con un ademán, salió del cuarto. En seguida, quedaron los tres solos en un profundo silencio en el que ninguno se atrevía a decir algo. Jules aprovechó e inspeccionó un poco a Christina. Seguía igual que todos los días: cansada, el cabello tapándole parte de la cara y sus hermosos ojos azules sin brillo. Sin embargo, Julie notó algo diferente en ella, no sabía como describirlo pero había algo diferente ese día en ella, y lo podía ver en la forma en cómo veía a el chico y como se expresaba cuando estaba con él. «La entiendo», pensó Jules, «yo también me siento igual al estar al lado de él».

Pudo notar también que Henry quería mucho a su vecina; después de todo ella sabía cuánto el chico se preocupaba por la ojiazul. Tanto que hizo un gran plan para salvarla, y Jules había colaborado. Pensó entonces que Christina era como un personaje de un libro que había leído: la princesa que necesitaba ser rescatada. Henry era el encantador príncipe que hacía todo lo posible para salvarla. ¿Y Julie Anne? Ella era solo... Julie; no era realmente importante en el cuento. De inmediato, se odió a si misma por ponerse sensible y dramática, pero así eran los niños a esa edad, ¿no? Descubren sus sentimientos y, algunas veces, se vuelven algo dramáticos. Y se sintió mal al pensar en que probablemente Henry pensara en que Christina era mejor que ella y que su amistad era más fuerte de la que podrían tener Julie y él. «¿Y si a Henry le gustaba Christina...?»

—¿Julie Anne?

Y regresó a la realidad.

—¿Qué? Es decir, hola.

—¿Cómo estás? ¿Todo salió bien?

—Sí, ya... me siento bien —trató de sonreír pero le salió más como una mueca. Henry no dejó de mirarla hasta que Christina le tocó suavemente el brazo.

—Oh sí, eh, Julie ella es...

—Sé quien es —respondieron ambas niñas al mismo tiempo.

Henry prácticamente se dio un golpe mental porque era demasiado obvio; pero notaba cierta tensión entre ambas que no supo qué hacer a pesar de que era un genio.

—Estaba charlando con Christina. ¿Quieres unirte?

—Yo —«me hiciste mucha falta»—, no, gracias. Creo que ustedes tienen mucho de que hablar. Son amigos y no se han visto desde hace mucho —se dispuso a caminar hacia su camilla y ponerse a escuchar algo de música en su iPod que su madre le había traído.

—Recibiste mi regalo —el ojiverde hizo que ella girara a verlo—. ¿Te gustó?

—Claro que me gustó, Henry —dijo ella con suavidad, admirando la flor entre sus manos—. De echo...

—Te traje estás cartas, Henry —Christina intervino, interrumpiendo a Jules—. Son de mi parte y de toda la clase.

Julie Anne abrió mucho los ojos, a la final se terminó de acostar en su cama y se dispuso a colocarse los audífonos. Mientras elegía una canción miró de reojo a Sickleman, la cual miraba a Henry mientras leía sus cartas.

—Linda pulsera, Chris —comentó la castaña hacia la ojiazul.

Se lo había dicho porque se dio cuenta que era la pulsera que ella le había regalado hace un tiempo, como muestra de su amistad. Le alegró saber que, al menos, la había conservado y seguía en su muñeca.

Christina bajó la mirada hacia su abrazo y acarició el brazalete.

—Sí... —contestó por lo bajo. Era la primera vez que cruzaban palabras después de tanto tiempo.

Morgan eligió una canción y apenas empezó a reproducirse cerró los ojos. De vez en cuando los abría solo por curiosidad y se encontraba con ellos dos aún charlando alegremente. Suspiraba y seguía en lo suyo. Cuando pensó en regresar no se había imaginado las cosas de esa manera.

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Ya en la noche, la familia de Henry y Christina se habían marchado, al igual que la mamá de Julie ya que debía buscar a sus hermanos en la práctica de fútbol. Julie miraba la televisión, pero no estaba realmente concentrada en eso, y no tenía idea de lo que hacía Henry. Estaba a punto de terminar el programa cuando el ojiverde tomó el control y lo apagó de repente, causando que la chica soltará un quejido de confusión.

—No sé si te diste cuenta, Carpenter, pero estaba mirando televisión.

—Creo que debemos hablar.

—En serio no tengo idea a qué te refieres.

—Es sobre Christina.

When I Met You ➸ the book of henryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora