Suave hierba

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El sol acariciaba los pétalos de las juniberries, y una pequeña brisa provocaba una pequeña danza. El moreno se encontraba en medio de esos campos, con un pequeño ramo de estas flores entre sus manos. Estaba delante de una pequeña lápida con una mirada y sonrisa nostálgica.

"Hola, Allura. Ha pasado un tiempo desde que vengo a verte" pensó. Se inclinó sobre sus rodillas para colocar las flores enfrente de la lápida. Continuó unos minutos más en esa posición, mirando las palabras grabadas en la roca. Suspiró para luego reclinarse y dirigirse a una de esas pequeñas colinas de alrededor. El sol estaba casi oculto en el horizonte, coloreando el cielo de tonos anaranjados y rosados. Se sentó en la suave hierba reposando sus manos sobre esta detrás de él. Admiró como, poco a poco, las relucientes estrellas se dibujaban en el cielo y como el azul y negro iban cogiendo protagonismo.

Cerró los ojos, respirando profundamente y disfrutando de la brisa de ese atardecer. Su paz fue perturbada por unos suaves labios sobre su mejilla. Lance rápidamente giró su cabeza hacia la derecha, encontrando esos ojos violetas, los cuales miraban profundamente a los suyos e irradiaban puro amor.

—Hey, amor. Pensaba que no vendrías hasta la hora de cenar.— saludó el cubano siendo abrazado alrededor de la cintura por el azabache.

—La misión duró menos de lo que creía, y pensé en venir a verte.— contestó Keith con una sonrisa.

—Ooohh, me echabas de menos.— afirmó con una pequeña sonrisa burlona, para luego acariciar la mano del medio galra. Poco a poco, fue girando su cara, seguido de su cuerpo, hacia su novio para quedar cara a cara con él. Le miró a los ojos, esos mismos ojos de los cuales nunca se cansaría de admirar, pues era una perfecta representación del universo que lo llenaba de calma.

Acarició la mejilla del azabache, pasando su dedos delicadamente por su cicatriz. De a poco, se fue acercando a la cara de su novio sin apartar la mirada de este, hasta que pudo sentir los dulces labios del azabache sobre los suyos. Notó cómo se iluminaban sus marcas alteanas, y esa sensación dulce contra sus labios, prometió grabarla con fuego para que perdurara para siempre, como su infinito amor.

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[Nota de la autora:
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One Shots || KlanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora