Capítulo 10

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Veo a mi alrededor, estamos parados frente a un edificio.
Noah baja, se acerca a el lado del copiloto, abre la puerta y trata de bajarme.

—Yo puedo solo.—se aleja y espera a que baje del auto.

Empieza a caminar, por lo que comienzo a seguirlo.

Entramos por una gran puerta giratoria de, supongo es vidrio, caminamos por el lobby y el rubio se acerca a un anciano de recepción.

—Chico— dice, al parecer algo alegre el anciano—oh, traes compañía.
—Buenos días— ahora dirige su vista hacía mi.

—Buenos días—sonrío.

—Buenos días, Ed.—dice el Rubio y saluda—¿Hay correo?

—Por el momento, no.

—Gracias.

—Tengan un buen día— el rubio da la vuelta, y coloca su mano en mi espalda.

—Igualmente, Ed.

Y comienza a arrastrarme, a decir verdad casi me está cargando con un brazo.
Llegamos a un ascensor, entramos y oprime un botón rápidamente.

No le tomo importancia a nada, solo me quedo viendo a las puertas del ascensor.
Son muy interesante... no, realmente no, pero no sé qué hacer o decir.
Repentinamente se abren haciendo que pegue un brinco.

Me arrastra nuevamente y nos detenemos frente a una puerta, a la derecha de esta, se encuentra una pequeña placa con el número 111.

Busca entre sus bolsillos, para tiempo después sacar sus llaves.
Introduce las llaves, gira el pomo, y abre la puerta.

Me hace una seña con la cabeza, indicándome que entre.

Entro y al momento veo detrás de mí cuando cierra la puerta.

Deja sus llaves sobre un mueble de madera y camina, a lo que parece ser, una cocina.
Lo sigo.

—¿Soda o agua?— me habla pero no logré escucharlo.

—¿Qué?

—¿Acaso quieres cerveza?, bien.— saca dos botellas del refrigerador y se acerca.

Se sienta en un sillón de color negro, hay otros dos, uno igual a ese y otro individual, todos del mismo color.

Me indica que me siente, me acomodo a un lado de el, obvio dejándole su espacio personal.

Las paredes son grises y blancas, con algunos cuadros, tiene muy buen gusto.

Me extiende la botella y la observo.

—¿Que no eres menor de edad?—asiente—¿Cómo es que te venden esto?

—Simple, Acerco las cosas que quiero pagar, saco el dinero, pago y ya.—dice y toma un sorbo.

—Eso,... no le encuentro fallas a tu lógica.

Nos quedamos callados unos segundos, hasta que comenzamos a reír sin parar.
Me dió risa al principio, iba a dejar de reír pero ver a Noah cómo derramaba lágrimas y ver cómo su sonrisa hacía que se le marcaran unas pequeñas arrugas.

—L-Lo siento, suelo reír demasiado una vez que comienzo.—limpia algunas lagrimas con su mano— tengo amigos que me venden las cosas que no podemos comprar.

—Oh...

—¡Cierto!, tú pierna.— sale corriendo y entra en una habitación.

Tiempo después llega con un botiquín.
Comienza a levantar la parte de abajo de mi pantalón, y me alejo rápidamente.

A V A L A N C H E [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora