Capítulo 25 - Niño bueno

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Llegó Mel-Ney, ¿Me extrañaron?
Parece como si hubiera estado muerta, pero resucité el domingo (hagan como si hoy fuera domingo, ayer lo iba a publicar pero se agotó mi puta pila y me prestan el cargador en momentos, debo de comprar otro)
Creo que les debo una explicación, pero será corta porque no creo que interese, solo diré que mi vida era como unos audífonos enredados, y siento como si finalmente se hubieran desenredado, me aleje de todo porque posiblemente arruinaría algo.
Ahora todo está bien, disfruten.

Finalmente, hoy es el último día, más tarde será la fiesta y mañana saldremos a las 8 para estar en nuestras casas a eso de las 11 de la mañana, si no hay imprevistos

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Finalmente, hoy es el último día, más tarde será la fiesta y mañana saldremos a las 8 para estar en nuestras casas a eso de las 11 de la mañana, si no hay imprevistos.
Pareciera como si estuviera esperando tanto para irme de aquí, pero no, sorprendentemente la he pasado muy bien.
Gracias a mis amigos, no sé que sería de mi si no los tuviera.

Ahora que lo recuerdo, que bien que no tomé mucho ayer.

Extiendo mi mano para tomar mi jugo de naranja.

Demian y yo estamos desayunando, nuestros compañeros también están aquí, los que faltan son Noah, Dominik y Emma.
Deben de seguir durmiendo.

Levanto mi mirada de los panqueques y veo a Demian mirándome, abre levemente la boca por segundo y la cierra, ¿Querrá decirme algo? Seguro no era nada, hay que dejar de ser paranoico.

Oh, quizá quiera de mis panqueques.

Dejo el tenedor a un lado y muevo mi plato al frente para que pueda tomar alguno.

Me mira y luego pone una expresión divertida.

—¿Qué haces?— pregunta.

—Te invito de mis panqueques, ¿quieres?

—No— parece que duda, yo se que quiere —Estoy bien, gracias— asiento sin creerle.

Tomo de regreso mi plato y continúo comiendo.
Demian saluda a alguien con la cabeza, lo miro confundido y de repente siento como alguien coloca su cabeza entre mi cuello y hombro.
Con señas le pregunto a Demian quien es el de mi lado, el pone su mano bajo su mandíbula, e inclina la cabeza hacia la derecha, haciendo algo raro con sus ojos, parece estar pestañeando rápidamente.

El que estaba detrás mío solo estira la mano, toma un panqueque y se sienta a un lado mío.

—Buenos días— dice Noah, y le da un mordisco al panqueque hurtado.

—¿Quieres miel? ¿Jalea?— se acomoda en su lugar y se estira poniendo el panqueque frente a mi.

—Miel, por favor— sonríe.

A V A L A N C H E [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora