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Ella

Tengo un chocolate para ti

Zen lo toma, su madre dice que los chocolates le pudrirán sus dientes, su profesora dice que son bueno para el estómago y Zen le cree a ella. Ella le revuele el pelo y sonríe, un mechón de su cabello se mueve libre, Zen sabe que ella es joven, sabe que tiene un hijo y a media tarde descubre algo más.

Ella sufre.

¿Por qué lloras? – ella sonríe, pero Zen sabe que estaba llorando, ha visto a su madre llorar y sonreírle después igual que ella hace.

No lo sé... es bueno llorar de vez en cuando

Los chicos no lloran

¿No lo hacen? – ella abre los ojos y casi parece que en verdad estuviera sorprendida

No

Y ella le toca el pelo otra vez con ternura.

Espero que no seas un "chico", uno de esos que piensa que llorar es malo, porque cuando quiere llorar debes hacerlo, si quieres correr entonces hay que correr... si quieres chocolate, comete muchos chocolates

No me has respondido

Lloro porque... quiero llorar, solo por hoy... ¿puedo?

No deberías llorar, pero si es lo que quieres está bien.

Vete a casa Zen, yo iré en un rato a la mía

Kirishima Zen deseaba quedarse, pero si llegaba a casa tarde su madre estaría molesta.

Mañana... - dijo titubeante – mañana yo te traeré chocolate.

Ella le sonrió y Kirishima Zen deseo poder hacer algo más que comprarle chocolates.

Cuando Zen comprendido que, si Mañana se refería a sábado en vez de lamentar haber hecho una promesa que no podría cumplir, escogió cumplirla pese a todo.

Su padre lo llevo a la casa de la profesora, tenían la dirección por la invitación al cumpleaños de su hijo y aunque Zen no se presento en esa fiesta, igual guardo la invitación, su padre le detiene y Zen la mira a ella, con el pelo suelto y un vestido color melón hasta sus tobillos sujetando una maleta suplicándole a un hombre que no la deje

Por favor – chilla ella agarrando la maleta – por favor no nos hagas esto

¡Maldita sea! – ruge él tirando la maleta con más fuerza – Entiende ¡No te amo!

Y parece que ella lo entiende porque suelta la maleta y sin previo aviso patea al hombre con furia.

El hombre cae sin mas de culo al suelo y ella se limpia la cara.

¡Perfecto! – grita el hombre cuando ella vuelve a entrar a su casa y azota la puerta.

Su padre le jala para que regresen a su casa, le insiste en que no es buen momento, pero Zen se suelta y toca el timbre, no pasa mucho hasta que ella le abra, con los ojos rojos y las mejillas hinchadas. Y lo mira y le sonríe avergonzada, pero feliz y Zen sabe que ella es feliz cuando él llega.

Dijiste que solo llorarías un día – la reclama y Zen siente que le duele la garganta, pero no va a llorar

Ella se queda petrificada, mira al padre de Zen que está mirándola avergonzado y se esfuerza.

Camino al DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora