Camino al Desastre

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Kirishima

— Feliz cumpleaños – es lo primero que ella dice al estar juntos – creo que, bueno, no estoy segura, pero creo que me debes una disculpa

Trata de sonreír, sonreírme aunque no lo merezco para darme un poco de calma en este momento.

— Quise explicártelo, no querías responder mis llamadas - lo digo con el dolor que me causo no poder contáctame con ella

— Estaba enojada. En realidad... vine a verte, pero estabas con él y decidí que un no era tiempo de que habláramos – se sujeta las manos – ahora estoy más tranquila

Quisiera estrecharla, volver al tiempo en que solo su presencia constituía toda mi felicidad, sería más fácil si volviese al pasado. Sin embargo todo "hubiera" no existe ni tiene sentido, ella es la mujer que mas he amado y no sé si algún día ame a otra mujer como a ella, pero hoy no es justo pedirle ni tiempo ni comprensión, si termina odiándome, si lo hace, lo tendré merecido y lo aceptare.

En cambio sujeta mi mano y es suave pero firme. Sus ojos son un amago de lágrimas.

— No es lo que piensas, esto no es más sencillo para mí, te prometo que intente terminarlo

— Lo sé – asiente y su voz es como un arrullo de incomprensible calma, me hace recordar lo maravillosa que es - No lo sabía realmente, pero cambiaste mucho desde hace tiempo y estabas tan triste... al menos ahora te ves contento

— Soy feliz contigo... también con él, y supongo que es con quien quiero estar ahora

— No lo entiendo, no puedo... ¿Qué hago yo ahora? – se limpia las lagrimas y me siento incapaz de tocarla, no quiero hacerle mas daño, ella no lo merece - sigo queriéndote, incluso ahora que ya lo sé, me engañabas desde hace meses y todas las veces que estabas conmigo...

— No digas eso

— Pero es verdad. Ahora... ahora no se que me queda por hacer

— Lo siento tanto, de verdad lo lamento porque no te mereces lo que hice...

La abrazo porque, aunque no lo merezco, me lo permite. me quedo ahí con ella, con la chica de mis sueños, la chica por la que espere tres años y la chica a la le jure mi amor eterno... la chica que siempre creyó en mi y ahora sabe que soy un fraude... si pudiera tenerlos a los dos, si pudiera hacerlos felices a ambos.

Nos quedamos juntos el resto de la tarde, como antes, con ella entre mis brazos donde quiero retenerla, cuando la noche cae la llevo al tren y voy con ella, hasta su casa donde mete la llave y se gira hacia mí. Sé que no volveré tenerla y mientras sus ojos se inflaman por las lágrimas y sus labios me llaman, me obligo a quedarme lejos.

— No iré a la fiesta – dice y saca un pañuelo de su bolso – es tu obligación decirles a todos que ya no somos novios

— Entiendo

— No, no entiendes Zen, porque esto no es fácil de entender, porque no voy a poder explicárselo a mis padres... siempre creí que lo nuestro seria hasta el final...

— Te amo, eso es cierto

— No es amor Zen, no puedes amarnos a los dos, si ya escogiste estar con él... espero que escogieras bien

— Seque...

El azote de la puerta hace eco en el silencio de la calle, no puedo seguirla y me quedo mirando la puerta de su casa, donde antes me recibían para comer, donde repare junto con su padre el coche de su familia, donde mi madre suele tomar el té. Doy unos pasos y me alejo porque ahora esta calle y esa casa están negados para mí. No me cuesta mucho encontrarme en mi propia casa, sabiendo que dentro esta mi madre, tal vez incluso mi padre. Se enteraran de eso no tengo dudas y doy un paso para decirlo yo mismo.