Discutiría con Nathaniel un par de veces más en lo que avanzaba la semana. Empezaba a frustrarse más y más puesto que el susodicho príncipe se había convertido en un tema de conversación muy recurrente.
Aquello lo había ignorado lo mejor que pudo, pero terminaba siempre por crisparle tremendamente los nervios.
Buscaba distraerse un poco, enfocarse en Camille, prestarle más atención a las clases de la usual, pero nada podía zafarlo de esa necesidad por el conflicto. Tenía ganas de confrontar al príncipe e intentar aplacar un poco su malestar de esa forma.
Era una completa y absurda tontería, él lo sabía. Pero esa tontería era la que había sostenido toda su vida.
Obviamente, Caleb no era el único chico popular en el instituto. Competía continuamente por aquel título con otros tres chicos que, a diferencia de él, resaltaban por llevar a cabo actividades fuera de clases.
Caleb, a pesar de ser bueno en los deportes, prefería no practicarlos.
–Soy demasiado genial como para perseguir una pelota –esa era su excusa favorita y a Camille no le importaba demasiado aquel asunto.
Discutiría con ella en los días más recientes y se alejarían el uno del otro por una breve temporada. Temporada en la que Caleb insistiría en abrazar su egocentrismo infantilista con tremenda intensidad, cosa incomprensible para Nathaniel.
–A ti te encanta hacer el papel de terco –le reprochaba cada vez que le era posible. Caleb permanecía quieto y en silencio.
En su cabeza la idea original todavía yacía inmadura, sin concretar, pero latente. Quería desacreditar al flacucho afeminado, borrar al príncipe de la boca de todos y mandarlo directo al olvido, justo donde debería estar. Porque así le parecía que debían ser las cosas y no como se les habían presentado.
–No se compara conmigo –se dijo al dejar caer su móvil en la cama. Seguía a la espera de un mensaje o una llamada que no llegarían nunca.
Camille seguía sin dar señales de vida y él no se atrevía a asomar la suya. Se sentía avergonzado por su comportamiento reciente, pero no podía evitarlo.
–Deberías olvidarte ya de eso –le había dicho Nathaniel la noche anterior; –Ella es tu chica. No necesitas ser el centro de atención de nadie más.
Para él aquello tenía bastante sentido. Ya tenía a alguien en su mundo, alguien muy especial. Ya tenía a alguien para quien él era el centro del universo, alguien que lo hacía sentirse completo. Pero ¿en verdad se sentía de esa manera?
Le había costado demasiado ganarse aquella fama, aquella popularidad. Le había costado mucho también zafarse de esa naturaleza egocéntrica suya, pero nada parecía poder darle el empuje lo suficientemente fuerte como para deslindarse de esas necesidades sin sentido.
Nathaniel había sido el único en su vida en esforzarse, realmente, por ser su amigo, uno de verdad. Y esa era siempre la razón de sus constantes discusiones.
Nathaniel lo apreciaba enserio, y luchaba constantemente contra ese desdén suyo de llamar la atención más de lo debido.
–Podrás ser muy popular y todo eso –le dijo un poco molesto; –Pero solo nos tienes a Camille y a mí. ¿Qué otra cosa quieres? Porque no lo entiendo, enserio.
Aquello lo recordaría toda la noche, hundido en un silencio tan incómodo como lo es para él el sentirse solo. Y sabe que ese es el motivo de su afanada hambre por atención, pero prefiere no hacerlo relucir.
Detesta demostrar que puede ser tan débil como cualquier otro, porque no quiere ser como cualquier otro. Quiere ser más que nadie, estar por encima de todos.
Entonces la imagen de Jeremy se hace vívida en su cabeza y una punzada le remueve el sueño de repente. En todo aquel tiempo había intentado, de muy mala manera, llamar su atención, llevar a cabo un rotundo acercamiento agresivo.
Nada había funcionado. Llevarlo consigo en el pensamiento, siempre, había sido lo único con resultados verdaderos.
–Y ahora pierdo el sueño contigo –se reprocha suspirando pesadamente.
Había perdido por completo la noción de sus intereses, de sus intenciones. Ni siquiera sabía ya lo que haría respecto al príncipe intruso, mientras se debatía entre pensar nuevamente en Camille o dejarse llevar por el enojo que Jeremy le provocaba.
El reloj todavía marcaba las once.
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Sensible e insensato ©
Teen FictionProyecto-Sunflower (2019) -LIBRO I- Caleb goza de cierto prestigio y fama entre las chicas. Acostumbrado a ser el centro de atención, el ego de Caleb se ve herido de un día para otro cuando un muchacho, delgado y excepcionalmente atractivo, llega...