Notaría cómo el pelinegro le apartaba la mirada, pero eso a él lo tenía sin cuidado. Tenía la mente ocupada en cosas mucho más importantes y, en todo caso, reales como para prestarle atención alguna a los berrinches de un estudiante de un curso superior.
Desde el día de aquel aparatoso accidente en el pasillo, Jeremy había notado cierto afán del pelinegro por seguirlo con la mirada, cosa que hacía casi todo el tiempo.
Él sabía que aquello había nacido en el momento mismo de la confrontación dentro del salón, esa donde no lo dejó siquiera empezar con sus amenazas. Recordarlo le daba risa.
–Ay, Jeremy. Es que tú no aprendes –se dijo mientras sonreía; –Siempre atraes problemas.
Todavía le pesaba deambular a solas. Samuel había faltado a clases y su otro par de amigos estaban ocupados con asuntos propios, así como él en ese momento. Porque lo que leía no era, precisamente, gusto y placer. Sobre todo, tratándose de un libro que detestaba en demasía.
Debía escribir un ensayo de cualquier libro que conociera y que hubiese leído con anterioridad, así de libre era aquel trabajo. Pero tenía una sola regla: debía ser un libro que no le gustase.
La profesora de literatura se las había ingeniado muy bien al pensar en semejante actividad. A él no le pesaba hacerla ni un poco, le pesaba era releer precisamente el libro que lo acompañaba.
–Tienen una semana entera para ello –había dicho la profesora.
De haberse tratado de uno de su gusto, le habría llevado día y medio quitarse de encima dicha tarea, pero ese no había sido el caso. Le había dado tantas vueltas a aquel libro que la semana se le fue volando antes de escribir, siquiera, la primera oración.
–Dos días, Jeremy –se dijo intentado continuar su lectura; –Solo eso te queda.
Se había concentrado tanto en aquellas páginas que no había notado la ausencia de su mochila. La campana sonaría estando ya frente al salón de clases, cuando despertaría de su sueño lector y notaría su descuido.
Sabía que no le daría tiempo recoger la mochila y volver. Sabía que sería amonestado por la tardanza. Sabía que su torpeza tenía que controlarla o le ocurriría más seguido. Como no tenía otra opción, simplemente dio marcha atrás a sus pasos.
La marea de estudiantes empezaba a mermar. Mientras sus compañeros y demás volvían a habitar sus respectivas aulas, él se veía obligado a ir a contracorriente. Sus pasos iban lo más rápido que podían, pero aun así le tomaría más de lo que querría.
El patio principal habría quedado abandonado y no hallaría señas de su mochila por ningún lado. Se asustó levemente, tomó aire, dio media vuelta e intentó correr hacia la oficina del director, pero primero se vería a sí mismo cayendo sentado al suelo.
–¡Disculpa! –bramó adolorido.
–¿Acaso te divierte atropellarme a cada rato?
Ante sus ojos, el pelinegro, al igual que en su primer encuentro, yacía sentado en el suelo. Traía consigo, colgándole del hombro, su tan aventurera mochila. Ocurriría entonces algo que no podría siquiera prever de sí mismo.
–Encontré esto abandonado –dijo el pelinegro tendiéndole el paquete; –Por tu cara, creo que es tuyo.
Efectivamente, por su rostro lo supo. Entonces la cosa se pondría peor para él pues, al intentar agradecerle, no pudo gesticular palabra alguna.
Los colores se le subirían al rostro de repente y apenas lograría tomar la mochila en brazos. Le rozaría la mano al pelinegro en su intento de tomarla en un principio.
Le punzaría el pecho y como nunca antes, se pondría de pie casi de golpe y se alejaría de él sin decir nada. Jeremy, todavía recobrando la compostura, lo vería alejarse a toda máquina mientras intenta comprender lo que acababa de ocurrir, desde su propia actuación hasta la del superestrella.
Nathaniel y Camille, fuera de alcance, habían visto aquello con bastante atención.
–Dime que también lo viste –dice Camille perpleja.
–Al menos sé que también lo notaste –sonríe Nathaniel con malicia.
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Sensible e insensato ©
Ficção AdolescenteProyecto-Sunflower (2019) -LIBRO I- Caleb goza de cierto prestigio y fama entre las chicas. Acostumbrado a ser el centro de atención, el ego de Caleb se ve herido de un día para otro cuando un muchacho, delgado y excepcionalmente atractivo, llega...