Llamó suavemente a la puerta y esperó respuesta del otro lado. Estaba nervioso, pero no totalmente, así que supo mantener las apariencias ni bien la puerta se abrió ante sus ojos. Titubeó por un segundo. Respiró profundamente y, con paso lento, atravesó el umbral cerrando la puerta a sus espaldas.
El bullicio habitual del salón se volvió un frío y rotundo silencio. Todas las miradas se posaron en él al unísono, así como su nerviosismo intentaba salirse de control y hacer de las suyas. Pero logró contenerse. Logró dar los buenos días con una naturalidad muy sencilla y darse el lujo de regalarle a la audiencia una ligera sonrisa.
–Bienvenido a su nueva clase, señor...
–Norton –responde con una dulzura increíblemente encantadora; –Jeremy Norton. Es un placer conocerlos.
Nadie responde. No se trata de un acto rechazo grupal, y eso puede notarlo al ver, cara a cara, la expresión de su público. El rostro de las chicas es de un embeleso al que está muy fastidiosamente acostumbrado. Los chicos, por su parte, tienen algo más variado en su repertorio, donde alcanza a reconocer neutralidad, desagrado, rechazo desinterés. También está acostumbrado a eso.
–Lo de siempre –piensa al momento en que vuelve la mirada hacia su nuevo profesor. Una vez más vuelve a enfrentarse al auditorio y suspira. Guía sus pasos entonces con lentitud por un pasillo de pupitres y toma posición en el centro del salón.
La clase ha dado inicio, pero no parece importarle a nadie en lo absoluto. Él suspira e intenta mantener su atención en el pizarrón lo más que puede, pero las miradas que le circundan no dejan de causarle molestias y más molestias.
–Siempre es lo mismo –piensa él–; en todas partes es lo mismo.
Su mano transcribe delicadamente lo que le interesa, lo que cree importante y lo que el profesor escribe por su cuenta en el pizarrón. Pero las miradas no dejan de acosarlo en todo momento. Se siente increíblemente incómodo e incomodísimamente extraño, pero intenta no ser él mismo, al menos no demasiado. Es débil.
–Perdone mi atrevimiento, profesor –dice sin vacilar al pasarse la mano por el cabello; –pero me cuesta demasiado prestarle atención cuando tengo a toda una manada de imbéciles mirándome fijamente todo el jodido rato. ¿Acaso tengo monigotes pintados en la cara o qué mierda?
Las miradas, en un principio invasivas, se volvieron miradas de consternación y sorpresa. A su vez, las chicas empezaron a murmurar entre ellas con gestos que él apenas y podía traducir, así como los chicos sonreían -algunos- y aplaudían -otros- la tan efervescente erupción del chico nuevo.
–¡P-por los clavos de Cristo! ¡Señor Norton!
–De veras le pido que me perdone, profesor. No quise ser tan... yo mismo. No espero que me entienda, pero me disgusta sentirme como un fenómeno de circo mientras usted gasta saliva en dar una clase que, al parecer, solo yo estoy escuchando.
La forma tan directa y casi calculadora con la que sus palabras fueron disparadas habían dejado conmocionada a la audiencia y totalmente mudo al profesor. Su primer día acababa apenas de empezar y ya había declarado una guerra sin cuartel.
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Sensible e insensato ©
Genç KurguProyecto-Sunflower (2019) -LIBRO I- Caleb goza de cierto prestigio y fama entre las chicas. Acostumbrado a ser el centro de atención, el ego de Caleb se ve herido de un día para otro cuando un muchacho, delgado y excepcionalmente atractivo, llega...