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Desvió su atención del  libro hacia la colorida invitación

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Desvió su atención del libro hacia la colorida invitación. Al abrirla se alzaba, a modo de relieve, una cómica foto de Nathaniel con maquillaje de payaso, una enorme nariz roja y lentes oscuros. A diferencia del resto de las invitaciones, la suya si decía VIP, tal y como lo había proclamado el propio Nathaniel.

–Y recuerda llevar pareja –había dicho éste al momento de alejarse. Jeremy se sonrojó de golpe y alzó la mirada hacia el cielo. Soltó un largo suspiro y guardó la invitación entre las páginas de aquella fastidiosa novela.

Estaba cansado de leerla, pero debía hacerlo una vez más, para no olvidar los detalles que tanto detestaba de aquella pesada historia. Por pura suerte había logrado acabar el ensayo escrito después de desvelarse la noche entera y caminar, de un lado a otro, por toda la habitación.

–¡Y lo taclea, señoras y señores! –grita Samuel a todo pulmón; –¡El príncipe ha sido derrotado!

–¡No! ¡Bájame ya! –reclamaba Jeremy entre risas pataleando en el aire.

Samuel, aprovechando su despiste, lo había tomado velozmente entre sus brazos, y lo alzaría hasta colgarlo de su hombro como un saco de papas.

Aquella acción atrajo las miradas y, con ello, las risas no se hicieron esperar. Jeremy no podía descuidarse ni por un segundo cuando Samuel estaba fuera de vista. Cualquier maldad se le ocurría para abusar de su escasa estatura, y alzarlo de aquella manera era su favorita.

Claro está, a Jeremy no le hacía mucha gracia, pero los ataques de risa que le provocaban eran bastante serios. Tanto así que, después de volver a poner los pies sobre el suelo, él seguiría riéndose de aquello por un buen rato. Louis y Ralphie se contagiaban de aquella manera de reír tan encantadora.

–¿Cuántas veces tengo que decir que no hagas eso?

–Cientos de miles de millones de veces –responde Samuel entre risas.

–¡No es divertido! –reclama él, todavía sonriendo.

–¡Pero como lo disfrutas!

Y se rieron aún más. Buscaron un lugar dónde sentarse y, ya que la fiesta de Nathaniel era el nuevo bocado del día, a Samuel le picó la curiosidad y saber si su amigo de la "realeza" asistiría a la fulana celebración.

Jeremy todavía no estaba seguro de si asistiría o no. Samuel lo había visto recibir la invitación e, intuyó, que la había rechazado al principio, cosa que Jeremy le confirmaría luego. Entonces optó por mostrarle la suya e intentar animarlo a participar, a fin de cuentas, él si tenía pensado asistir.

–El príncipe tiene que ir –dijo Louis al dar un aplauso y señalarlo con ambas manos.

–Es increíble, pero hasta yo estoy invitado –dijo Ralphie mostrando su propia invitación.

–El príncipe y el trío de Sam haciendo de las suyas en sociedad. ¡Hermano, eso será la bomba!

Jeremy reía y reía con aquel trío de lunáticos mientras lo incitaban a que no abandonara aquella misión, su primera misión. Para Samuel y los demás significaba mucho participar en una fiesta, sobre todo cuando los invitaban los del curso superior. Así es como habían logrado destacar, sobre todo Samuel.

–Si el problema es la compañía, podemos presentarte a alguien –añadió Louis recordando ese detalle de la invitación.

A Jeremy se le subieron los colores a la cara. Bastante había podido evadirle aquel tema a ese trío de lunáticos desaforados, pero esta vez se trataba de algo tan específico, de una situación tan sencillamente compleja, que no podría escaparse de ella, aunque eso quería.

–Entonces, señor príncipe –dice Samuel con una sonrisa pícara en el rostro; –¿Quiere que le ayudemos a pasar una velada en buena compañía?

–Bueno, el asunto de llevar acompañante no es un problema en lo absoluto –aclara él bajando la mirada.

–Espera un momento...

Sus acompañantes se miraron entre sí. Por primera vez lograrían obtener algo privado, algo que lo haría un poco menos desconocido.

El príncipe se había ganado aquel título dentro de su propio salón de clase, no solo porque hablaba poco o por su increíble y refinada belleza estética, sino porque sus asuntos personales -lo había dejado en claro- eran cosas que ni a la realeza le interesaban.

–¿Me estás diciendo que tienes con quién ir? –pregunta Samuel, todavía incrédulo.

–Pues... sí.

–¡¿Acaso tú tienes novia?!

Jeremy se limitó a cubrirse el rostro mientras sonreía, nuevamente, avergonzado. Samuel se cruzó de brazos y miró al dúo que seguía ahí, todavía en silencio, tan asombrados como él.

–¡Tú sí que estás lleno de sorpresas, Jeremy Norton!

–¡Tú sí que estás lleno de sorpresas, Jeremy Norton!

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Sensible e insensato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora