De vuelta a konakovo

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Qué haces levantada tan temprano, preguntó Larissa al ver a su pequeña hija sentada en la sala con un par de maletas... iré a Konakovo, recuerdas?, si Yulia, pero son las cinco de la mañana, quedaron en partir a las ocho verdad?, si, pero no quiero retrasarme, así que ya estoy lista... la madre de Yulia se sentó a su lado, no sabía como decir lo que iba a decir, ya estaba acostumbrada a Yulia y Lena por la casa, a sorprenderlas labio a labio de vez en cuando, pero no sabía que tan lejos había llegado esa relación, te veo muy ansiosa... le dijo a su hija, si mamá, es que a veces tengo miedo, miedo de qué? .... de despertarme, y ver que todo ha sido un sueño? Se muy bien que amas a Lena y sinceramente tanto tu padre como yo sentimos algo especial por ella, es una chica muy linda y cariñosa, a mi me ha ganado muy bien y a tu padre ni se diga, pero... estará bien que pasen el fin de semana juntas... solas... ella me dijo que tú eras la primera chica con quien salía, no sé si debieran... mamá, sé por donde vas, dijo bajando la mirada azul, no hemos llegado tan lejos, no sé cuándo pasará, pero no nos estamos apresurando, nos amamos de verdad y eso es lo más importante. Larissa dio un abrazo a su hija, sé que estás haciendo las cosas bien, sé que se aman, sé que se respetan... vamos, dijo dándole la mano, ve a dormir aunque sea una hora más... Lena llegará puntual, como siempre...

Te irás en el auto? Preguntó la madre... si, respondió la pelirroja, se quedará en casa de Nadya, así cuando volvamos no tendré que esperar a que ellos me traigan, me vendré enseguida... mentir le salía tan bien ahora que tenía práctica, su madre le creyó. Abandonó su hogar luego de despedirse de su padre y su madre y se dirigió a la casa de Yulia...

Yulia se encontraba levantada por segunda vez, en realidad solamente se acostó para soñar despierta con su amada pelirroja, iban a estar juntas, solas, claro que iba a hacer algún intento, no podría perder la oportunidad de amar por completo a aquella bella mujer que poseía su corazón... cuando escuchó el sonido del auto de la pelirroja saltó como si un resorte se hubiese accionado, se apresuró a abrir la puerta del garaje para que la pelirroja estacionara, su auto quedaría allí hasta el día siguiente, el de Yulia estaba estacionado fuera desde las cinco de la mañana... Se despidieron de los padres de Yulia y emprendieron la marcha hacia aquel sitio que ya las conocía...

A Yulia le encantaba conducir con la pelirroja al lado, ésta inclinaba su cabeza para colocarla en su hombro, le gustaba sentir la mano de Lena en la entrepierna, se había hecho costumbre, Lena siempre posaba su mano en la pierna de Yulia, la pelinegra no estaba segura si lo hacía de manera consciente o inconsciente, lo cierto era que apenas podía contener sus deseos, el contacto que aquellas manos la mantenían en un estado de ansiedad que no sabía cómo había aguantado tanto tiempo sin meterse en la blanca piel de aquella pecosa de ojos verdigris...

No hubo ningún contratiempo en el camino, se detuvieron tres veces, la primera en Solnechnogorsk, donde Yulia repitió la compra del vodka, aunque ahora también agregó vino a la selección, luego se detuvieron en Klin, que fue donde se detuvo Lena en aquella ocasión, ellas también llenaron nuevamente el tanque de combustible, por último a la orilla del camino donde se vieron por primera vez, Yulia destapó la botella de vino y sacó dos copas de su auto, brindaron por aquel afortunado momento, porque gracias a quien sabe qué, ellas habían unido sus vidas, brindaron por el amor que se tenían y por el resto de sus vidas, las cuales tenían para estar juntas.

Lena apenas observó de reojo las puertas corredizas de su palacio, no quería estar allí, en realidad su palacio estaba esperándola cinco kilómetros adelante... había nevado la noche anterior y aunque ahora estaba soleado, hacía mucho frío... al menos una de nosotras dos tiene la cabeza para algo más que para el peinado dijo a su pelirroja, si no es porque mencionas la leña, habría olvidado por completo que cuando me fui no quedó nada... Lena rió, mientras jugaba con el pelo de su pequeña contestó, tú no venías pensando en nada más que en mí, te amo por eso, y acercó sus labios para acariciar los de Yulia, que bien me conoces dijo justo antes de cerrar sus ojos y recibir el beso. Bajaron todas las cosas del auto, ahora si llevaban algunos víveres, Lena en verdad había aprendido bastante con la madre de Yulia, incluso la pequeña de cabello oscuro había hecho lo propio y podía arreglárselas con los desayunos... primero lo primero, prender fuego a aquella chimenea, el hogar debía estar tibio para poder estar a gusto.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora