Nadya ¡otra vez!

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El siguiente día, Yulia despertó cuando una enfermera llegó a tomar la temperatura de la pelirroja, te sientes bien? preguntó en tono preocupado... está bien, dijo con una linda sonrisa la enfermera, no se preocupe, su hermana está bien... Hermana? Pensó Yulia, ya ves hermanita... estoy bien, dijo sonriendo Lena, ah, si, me alegro... volvió a decir la pelinegra... para qué iba a sacar de la duda a la chica, en general las personas asumen, si ven a dos chicas no es común el pensamiento de que sean pareja, así que es más fácil suponer.

El doctor Romanov examinó a la pelirroja, estás perfecta, parece que no te hemos hecho nada, dijo, ahora podrás marcharte a casa, pero debes tener en cuenta todos los cuidados a seguir... no se preocupe doctor, respondió Yulia sonriendo, Lena descansará, estará en cama una semana, caminará hasta dentro de 15 días, irá a la universidad porque yo la llevaré y no moverá un dedo hasta que se recupere... me encargaré muy bien de esta chica, terminó diciendo mientras guiñaba un ojo, parece que tu madre es un poco joven bromeó el facultativo, era un hombre mayor, más parecía un retirado luchador de grecorromana que un médico internista, sin embargo había algo en su rostro, quizá ese aire gracioso que le daban sus cabellos rizados y revueltos que estaban a los costados y el mostacho que hacía ver aún más infladas sus rojas mejillas, si, siguió con la broma Lena, mi madre me cuidará muy bien, es tan preocupada, dijo alargando la palabra tan hasta darle una gran sonoridad.

Yulia empujaba la silla de ruedas en donde había obligado a la pelirroja subir, Oleg y Larissa venían junto a ellas, me siento ridícula en esta silla, comentó a Larissa pero con toda la intención de que la pelinegra escuchara, bueno, pues es la silla o te cargo, qué prefieres? Respondió fingiendo un tono de enojo... ah, no, pues mejor la silla, si no a la siguiente que operarán será a ti, por una hernia...Oleg reía, ese par no dejaba de hacerlo reír, ya no recordaba cómo era su chica cuando no conocía a Lena, bueno, sí le recordaba, de aquella Yulia apenas quedaba rastro, quizá algunas veces habían tenido problemas, ella siempre quería hacer su voluntad, el padre debía frenar aquellos impulsos, si por Yulia fuera sería corredora de carreras, paracaidista, escalaría montañas se iría de safari al África y bailaría todas las noches en la discoteca, quizá se debía a las chicas con quienes salía, recordaba a aquella posesiva Katia, a la fiestera de Liaya, a aquella otra que era totalmente dependiente de Yulia, la chica asfixia, le había llamado él, si, Ivana, en fin, su Yulia seguía siendo alegre, bromista, atrevida, impulsiva, pero... pero su corazón estaba calmo y había una voz que la calmaba, si esa voz le decía... “déjalo, no lo hagas” o “cálmate” y acompañaba esas palabras con un beso su terremoto se calmaba, él mismo debería haber buscado a Lena antes... rió de sus pensamientos, Larissa le vio extrañada, de qué ríes? Preguntó... nada, luego te explico.

Oleg fue quien cargó a la pelirroja y la acomodó en asiento del acompañante del Niva verde, Yulia volvió a la clínica para devolver la silla y luego corrió hasta el auto... a dónde señorita? Dijo adoptando un aire de chofer de niña rica... a casa, a casa repuso con un tono circunspecto Lena justo antes de reír sonoramente... Las chicas se condujeron delante del auto de los padres de la pelinegra.
Por un momento pensé que jamás volvería a tenerte junto a mí, dijo con un dejo de tristeza Yulia, Lena alargó su mano y acarició la bronceada faz de su amada, recorrió lentamente las líneas perfectas que delineaban aquel bello rostro...si me tocara irme creo que te llevaría conmigo, se inclinó y besó fugazmente los labios de Yulia, se incorporó en el asiento haciendo una mueca de dolor, Oh no, te duele? Dijo Yulia preocupada mientras clavaba el auto en el asfalto al haber accionado violentamente el freno, un poquito, dijo sonriendo la pelirroja, pero si sigues frenando así me dolerá horrores... lo siento, pero es que te vi, el gesto de dolor y pues ah... no sé, me preocupé, sigue, sigue que no pasa nada, estoy bien...reanudaron la marcha hasta llegar al apartamento.

Oleg llevó nuevamente en brazos a Lena mientras Yulia corría delante de él abriendo las puertas, cuando abrió la del apartamento escuchó cómo se abría la de los vecinos, el pequeño Vladimir corrió y saltó a los brazos de Yulia, ¡gusano! Dijo Yulia mientras le alzaba y le hacía volar un poco, Lena siempre reía pues a Yulia sólo le salían ese tipo de palabras para referirse al crío, era su manera de ser cariñosa, Víctor y Tatiana se habían acostumbrado a esas muestras de afecto, cada día ese niño era un bicho diferente para la pelinegra, Larissa vio cómo brillaron los ojos de Lena al ver a Yulia con el niño, no era la primera vez que era testigo de esa actitud, ella supo de qué se trataba esa chispa, esa mirada empezaba a ser una mirada maternal.

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora