¡Felicidades amor!

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Yulia estaba dispuesta a hacer de ese día uno inolvidable, hacía un par de días mientras preparaban una presentación con los chicos del colegio, encontró entre varios objetos de utilería usados en sus actos, un disfraz de conejo, no era más que un traje blanco de felpa con un rabito pegado en el sitio correspondiente, encontró las orejas que se ajustaron perfectamente a su cabeza, no le costó trabajo meterse en el traje, ella era bastante chica... lo llevó a casa de sus padres, lo metió en la lavadora que entre todos habían comprado hacía un par de años, desde que ella pudo colaborar con los gastos y ya seco lo llevó a casa... esa mañana mientras aún Lena dormía se levantó sigilosamente de la cama, Lena notó el movimiento pero no le dio importancia, sin duda volvería enseguida, podían levantarse tarde, era sábado, así que su alfiler estaría de vuelta en segundos... de hecho así fue, sintió el revolver de las sábanas, sintió cómo la cama cedía levemente ante el peso de la chica... la pelirroja giró para abrazarle, era ya casi un mes de que la deseaba y aún no habían vuelto a sentirse, lo habían intentado hace casi una semana, pero un movimiento involuntario de la morena había provocado un leve dolor, quizá no tan leve pues le había arrancado un gritito, Yulia no terminaba de disculparse y pues no lo habían vuelto a intentar... Yulia había dicho que esperaran un poco más, la pelirroja deslizó sus manos debajo de la sábana y cuando pensó sentir la piel de su morena sintió la afelpada textura, eso acabó de despejarla... se sentó en la cama y corrió la sábana sólo para encontrarse con la morena riendo... ¡Felicidades... amor! Aquí está tu conejito... dijo Yulia saltando sobre la cama y moviendo el rabito que colgaba del disfraz... Lena empezó a reír... Ay Yulia, me diste un susto... se levantó para pararse en la cama también, abrazó a su amada y posó una mano en el sitio donde estaba el rabo, con la otra mano acarició una de las orejas, eso quiere decir que esta noche comeremos conejo?... dijo viendo sensualmente a la morena... esta noche hay conejo! Dijo Yulia mientras hacía cosquillas a su amada en el costado, las dos se dejaron caer en la cama, entre los juegos y los besos se decían palabras de amor, la morena sabía perfectamente que lo que más adoraba su pelirroja era escucharle decir que la amaba, en un susurro y en su oído, y la manera en que la hacía reír. Volvieron a dormir, abrazadas como siempre lo hacían, Lena no podía recordar cómo era dormir sola, al final no importaba, jamás volvería a hacerlo y eso llenaba su corazón de felicidad.

Se levantaron de la cama reclamadas por el sonido del teléfono, Larissa y Oleg cantaron feliz cumpleaños del otro lado de la línea, Lena agradeció e incluso hizo una invitación para comer al medio día, ellos la rechazaron, Yulia ya les había advertido que quería ese día para ellas dos... solas, en la noche nos encontraremos, dijo Oleg, si no Yulia nos desconoce como padres... terminó riendo el padre de la chica, Lena sonrió y terminó diciendo, está bien, hasta la noche. Yulia llevó a Lena al centro de Moscú, Yulia había hecho una reserva para comer en el restaurante giratorio, Ostankino, aquel ubicado en la torre de televisión, comieron manjares “occidentales”, pescado ruso, pero al estilo occidental, Yulia pidió vino blanco, recién había recibido la paga, podía darse algunos lujos, además, lo preparado para la noche pues... se lo descontarían del sueldo del próximo fin de mes, no era malo pues por ser parte del personal del hotel tenía un descuento todo lo que consumieran.
Comieron lentamente, viéndose reflejadas en el vidrio que las separaba de la ciudad, el sol se reflejaba en los rizos rojos de su amada, Yulia estaba absorta observándola... eres más que bella, dijo, cuando veo tus ojos pierdo el aliento, te amo... Lena acarició una de sus mejillas, se levantó de su silla un poco para poder alcanzarla, besó sus labios y le dijo... yo también te amo, pero los ojos más bellos no son los míos, son los tuyos... cómo lograste meter el cielo dentro de ellos?... preguntó sin esperar respuesta, besó nuevamente a su chica y regresó a su posición.

La tarde continuó su marcha, ahora Yulia llevó a Lena al parque Sokolniki, muchas veces habían ido al parque Gorki, dada la cercanía con la Universidad, pero ahora Yulia quería aumentar los sitios en los que tuvieran memorias compartidas... caminaron entre los árboles tomadas de la mano, ambas llevaban abrigos delgados, se detuvieron varias veces en su andar, aquel bosque fue testigo de cientos de besos, de caricias y promesas de amor, caminaron hasta que Yulia dijo que debían ir a otro sitio, volvieron cerca del Kremlin, fueron al zoológico, Lena amaba a los animales, esas salidas eran sus favoritas, vieron renos, lobos, algunos osos y tigres siberianos, tomaron rumbo nuevamente, fueron hasta el apartamento, era hora de prepararse para la cena de la noche...

Luz de lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora