Al volver de aquella semana de vacaciones las visitas de los hermanos de la pelirroja eran frecuentes, ellos también llevaban algunos obsequios, cuando ofrecieron ayuda económica a su pequeña hermana ésta la rechazó, estamos bien, les dijo, Yulia trabaja duro y yo colaboro con lo que puedo, ni Yulia ni yo aceptaríamos su dinero, no se preocupen, la pasamos bien, todo lo que necesitamos es a nosotras mismas... los chicos comprendieron y se limitaron a pequeños presentes en cada visita, flores o algunas bebidas.
La noche de un sabado en que Yulia tocaba el piano Lena esperaba impaciente a su amada, durante todo el día habían estado en extremo cariñosas, pero se vieron interrumpidas varias veces, Vladimir el vecinito había querido jugar con Yulia y ésta no le iba a despreciar, luego más tarde los padres de la pelinegra habían detenido el juego después del almuerzo y al final, los hermanos de Lena habían llegado a media tarde para conversar un rato e invitarlas a comer pizza, comieron en el apartamento y se marcharon a eso de las 7:30, así que no quedó tiempo, Yulia solamente dijo después del beso antes de partir... cuando vuelva arreglamos esto... Lena esperaba con aquel libro en el sofá, no le había leído, se sentó allí desde que la pelinegra salió, pasó página tras página pero en realidad no había leído nada... cuando escuchó el familiar ruido de la cerradura su corazón se sobresaltó, allí estaba de vuelta, eran tan sólo unas horas, pero parecía un tiempo infinito... Yulia se acercó y besó sus labios a modo de saludo, Lena quitó su abrigo y lo colocó por cualquier sitio, cómo te fue?, bien, todo mundo quería piezas especiales, no descansé en toda la noche... vamos a la habitación susurró Lena en su oído, vamos dijo Yulia levantándose y dando su mano para ayudarle, en la habitación Lena quitó poco a poco parte de la ropa de su amada, estando Yulia en camiseta y bragas Lena dijo, enseguida vuelvo, iba a llamar a Larissa, era mejor hacerlo si no, era posible que el teléfono sonara también y de nuevo fuera un mal momento...Larissa, si, ya está de vuelta, buenas noches,... Lena volvió como un rayo a la habitación, allí estaba su chica, profundamente dormida justo como la dejo, con la camiseta y las bragas... ni siquiera se había tapado, estaba rendida... la pelirroja sonrió, hasta mañana mi amor, dijo suavemente mientras acariciaba sus cabellos y cubría su cuerpo con la sábana, apagó las luces y tomó su lugar, ese espacio reservado para su cuerpo en aquella cama, pues su lugar en el corazón de Yulia era éste entero.
Lo siento amor... fue lo primero que dijo Yulia al despertar, me quedé dormida... no tienes por qué disculparte, trabajas tanto... no pasa nada, tú y yo somos más que una noche, tenemos toda la vida... eso sonaba perfecto a los oídos de la morena, toda la vida... así debía ser, imaginarse sin aquella chica no pasaba por su mente... claro, toda la vida... dijo abrazándola en el lecho...
A finales de agosto, Nadya había hecho el intento de acercarse a Lena, no tengo nada de que hablar contigo, le contestó la pelirroja, mejor márchate, no quiero ser grosera, Nadya no dijo nada acerca de la complicidad de la madre en aquella trampa, lamento lo que hice, dijo, ya no importa, no lograste nada, pero querías hacerme daño, vete Nadya, quizá vuelva a hablar contigo, pero aún no es el momento... la amiga se marchó del apartamento, Lena se sintió un poquito mal, ella apreciaba genuinamente a aquella chica, pero le había fallado, la herida de esa traición aún estaba abierta, era mejor que pasara el tiempo.
El verano pasó como de puntillas, despacio y las chicas disfrutaron aquellos días en que ninguna de las dos trabajaba por el día, hacer el amor con toda esa luz entrando por la ventana era maravilloso, me encanta verte... decía Yulia, me gusta ver tu rostro y tu cuerpo cuando estamos juntas... eres maravillosa, hay gente que se pasa esperando a que las cosas lindas les pasen, pero contigo... tú eres quien busca que pasen, siempre das lo mejor de ti... la morena halagaba a su querida chica, era cierto, Lena siempre daba lo mejor de ella, porque Yulia hacía lo mismo, como no corresponderle a aquella mujer hermosa que alegraba sus días y sus noches, a aquella chica con ojos de cielo que la llevaba a ese sitio siempre, aquella con quien compartía muchas cosas además de la cama, todo, amor, vida, sueños, esperanzas, todo.