Los padres de Lena llegaron a Konakovo a las diez de la mañana, sus otros dos hijos les acompañaban, Ciryl y Sergey extrañaban tanto a su hermana pequeña, en algunas ocasiones habían intentado interceder por su hermana, pero se encontraron siempre con aquella muralla llamada Inessa.
Oleg, Larissa y las chicas llegaron después del medio día, habían comido algo en Klin, aquel pequeño café de la carretera les brindó un buen plato a un precio cómodo, habían llevado víveres para pasarla bien en la cabaña, no habría necesidad de salir... las chicas y Oleg bajaron una a una las cosas llevadas en el auto, Larissa hizo un recorrido por la orilla del río, hacía más de dos años que ella no llegaba a aquel lugar, lo extrañaba tanto, dirigió su mirada hacia su familia y vio cómo Oleg y Yulia reían mientras Lena sacudía sus vaqueros, había pisado un hormiguero... luego los tres reían, al ver a su pequeña, a su marido y a la chica de su hija recordó que Yulia había sido concebida en aquel lugar... quizá esa era la razón por la que se sentía tan apegada a aquel sitio, Yulia lo reconocía, allí había tenido principio su existencia...
Esa noche se sentaron en la pequeña salita, me encanta este lugar... dijo Yulia sinceramente, claro Yulia, dijo el padre...ya me he dado cuenta que te gusta dijo mientras daba un pequeño puño en su brazo y guiñaba su ojo... si, continuó Lena con la broma, has venido tantas veces... Larissa estaba riendo, Oleg y Lena siempre se confabulaban para hacer bromas a la pelinegra, les divertía escuchar explicaciones precipitadas... ehhh, si, es que es muy bonito, si, dijo Lena sobre todo la habitación de tus padres... Yulia cambió de color, Lena apenas había terminado de decir aquello tomó el color de su cabello, Oleg y Larissa rieron al ver a aquel par... no Yulia, dijo el padre, ahora no podré dormir en mi cama nunca más... no... este yo nunca... empezó a decir Lena, Larissa reía, nunca... no importa, dijo Larissa dejando de reír, no tiene importancia... es que yo nunca... nunca hemos estado en su cama... completó Yulia un poco seria... Oleg soltó una risa, pues será el único sitio... Yulia empezó a reír con él, nunca te he contado esto, empezó Oleg dirigiéndose a su esposa... pero cuando este par de pilluelas estuvieron en la casa a Yulia le dio por bañarse con calcetas...ay papá dijo Yulia empezando a reír, Oleg contó lo vivido aquella mañana, Lena se sonrojó y comentó la vergüenza pasada en el desayuno, el padre de Yulia reía con cada detalle contado, recordaba el cabello revuelto de su chica, envuelta en una toalla y con las calcetas mojadas puestas... recordaba su cara roja... llegó la hora de dormir, cada par se retiró a su habitación, Lena sintió escalofríos al entrar a aquel pequeño cuarto, aquella camita había sido testigo de su primera vez, de la primera vez en que hicieron el amor con Yulia... se acostaron muy juntas, ya estaban acostumbradas, era bueno porque esta cama era un poco más chica, ellas casi ocupaban el espacio de una sola, eran una sola... se besaron antes de decir buenas noches y así, abrazadas las encontró el amanecer...
Los cuatro pasaron la mañana pescando, por qué comprar si podían conseguir la comida, había dicho Oleg, Yulia le decía a Lena que recordara las lecciones de la otra vez, la pelirroja rió, yo ya sabía cómo pescar... dijo, pero me divertía mucho el que trataras de enseñarme... tramposa... dijo Yulia mientras daba un beso en sus labios... la suerte no estuvo de parte ni de Oleg ni de Yulia, ese día el río parecía enamorado de Lena y Larissa, quienes fueron quienes pescaron las mejores piezas, por no decir todas... bueno, al parecer nosotras llevaremos el pan a la mesa... dijo Larissa en tono de burla, no importa, dijo Yulia, igual nos quieren... todos empezaron a reír, si, dijo Lena, mientras arrojaba un pescado a la pelinegra, igual te quiero. Hubo una pequeña persecución, Yulia quería devolver el pescado a Lena pero ésta se ocultó tras Larissa y Oleg, todos rieron y llegaron a la cabaña, esas dos chiquillas estaban disfrutando de ser eso, dos chiquillas...
Papá, me prestas el auto? Claro, van a salir? Si, queremos salir a cenar, no les molesta? No , para nada, respondió Larissa, sabemos que también quieren tiempo para ustedes dos, a solas, aunque el restaurante... sólo iremos a cenar... anden, vayan que se diviertan y buen provecho... tengo un cariño especial por este lugar, empezó diciendo la pelirroja mientras colocaba, como de costumbre, su mano en la pierna de Yulia, Konakovo eres tú... concluyó, no, Konakovo somos tú y yo... contestó la pelinegra mientras acariciaba la mano que llevaba en la pierna.