10.

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Seré tonto, ¿cómo no se me ha ocurrido antes esto?

Ranma se preguntaba cosas por el estilo mientras saltaba de tejado en tejado de vuelta a su casa. Sonreía, entusiasmado y no se fijaba en nada mientras cortaba el viento a velocidad vertiginosa. Apenas si tardó cinco minutos en llegar al dojo; saltó sobre el muro y cayó de cabeza en el estanque del jardín.

—¡Uah! —exclamó al sacar la cabeza del agua. Vio el reflejo de la chica pelirroja frente a él y sonrió.

Empapado atravesó las puertas correderas del comedor y comprobó que todo había vuelto a su lugar. Descalzo, caminó por el pasillo exterior sin ver a nadie más hasta que le llegó la dulce voz de Kasumi desde la cocina. Se asomó y se encontró a la mayor de las hermanas tarareando mientras cocinaba algo que olía delicioso. Su estómago rugió vacío porque no había desayunado y eso fue lo que le delató.

Kasumi se giró y se sorprendió de verle.

—¡Ranma! ¿Qué haces aquí? ¿Y la escuela?

—He olvidado una cosa —respondió con su aguda voz de chica. Kasumi observó sus ropas y el pelo mojado, pero no hizo ningún comentario. A esas alturas, había preguntas que se volvían innecesarias—. ¿Dónde están todos?

—Como era imposible desayunar aquí, Mikishito los invitó a todos a desayunar fuera —respondió ella—. Han ido al café preferido de Nabiki. La muy pilla se ha saltado las clases para ir...

>>. A mí no me parece muy bien, pero...

Ranma asintió, apretando un puño a su espalda. Ya estaba el bobo de Mouri haciendo méritos con su dinero.

—Oye, Kasumi... Finalmente no encontraron el documento de nuestro compromiso, ¿verdad?

—No y mira lo que buscaron con ganas... —Bien, estaba seguro de que no lo hallarían, pero no estaba de más asegurarse—. Sería mejor que fueras a secarte antes de que te resfríes.

—¡Claro!

Ranma aprovechó para desaparecer hacia el piso superior. Se metió en el baño en busca de una toalla y acto seguido se dirigió hacia el dormitorio de su prometida, en lugar de al suyo.

Se secó lo mejor que pudo y después abrió el armario de Akane. Durante unos instantes registró con la mirada todas y cada una de las prendas que allí había colgadas. Sus enormes ojos se abrieron y sus finos labios se curvaron formando un pequeño círculo.

No pensé que tuviera tanta ropa se dijo, impresionado. La mayoría de ella nunca se la he visto puesta.

Avanzó un paso y alargó las manos, palpando los vestidos, las faldas, las blusas... Se le hacía raro, y también un tanto desagradable estar allí, rebuscando entre la ropa de su prometida para encontrar algo que ponerse, pero no le quedaba otra opción. El cuerpo de Akane era el que más se asemejaba, de los de aquella casa, al suyo femenino.

Espero que no se enfade se dijo mientras cogía un pequeño vestido color amarillo y se lo ponía por encima del cuerpo ante el espejo.

Ranma frunció el ceño.

De un modo objetivo (o quizás no tanto, debido a su tremendo ego) él era consciente de la increíble belleza de su apariencia femenina. Y esa era la clave de su plan. No importaba lo encaprichado que Mikishito pudiera estar de Akane, porque en cuanto la viera a ella con uno de esos vestidos seguramente lograría que lo olvidara todo.

A Mikishito no podía vencerle a base de golpes, pero podía dejar la tarea en manos de su yo chica. A fin de cuentas, no sería la primera vez que la usaría a ella para engatusar a un adversario y salirse con la suya.

Un Prometido de Verdad (Ranma 1/2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora