20.

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La carcajada se fue apagando sola y la mano de Ranma bajó de su hombro, resbalando por su brazo hasta agarrar de nuevo su mano, un gesto demasiado íntimo como para que pasara desapercibido para las otras prometidas que rápidamente se encendieron de nuevo.

Shampoo fue la primera en agitar sus bomboris de forma amenazante, pero no llegó a usarlos, pues Ranma la llamó.

—Shampoo... —murmuró, con la vista baja. Apretó la mano de Akane y por fin alzó sus ojos—. Lo siento pero no me voy a casar contigo, nunca.

—¡¿Cómo?!

—Yo no tengo nada que ver con las antiguas y locas tradiciones de tu tribu porque no pertenezco a ella. No sabía nada de ellas cuando te vencí. No puedes obligarme a someterme a unas leyes que desconozco y que no entiendo —Le dijo de forma pausada y calmada—. Si tengo que volver a pelear contigo y perder para liberarte, lo haré. No me importa.

—Pero... pero... ¡¿Qué decir, Airen idiota?!

—Ucchan...

—Dime, Rancchan —murmuró la cocinera, dando un paso a delante. Mantuvo el tipo, incluso la sonrisa a pesar de todo—. Me elegirás a mí, ¿verdad? Por fin vas a elegirme...

Akane sintió un nuevo apretón en su mano, paralizada no supo qué hacer así que bajó la vista. Por alguna razón empezó a sentirse enferma, demasiado culpable por lo que estaba pasando.

Ranma levantó nuevamente su rostro, estaba sinceramente arrepentido.

—No. Lo siento —respondió con dificultad—. Siempre serás mi amiga... pero eso es todo lo que puedes ser —Hizo una pausa para coger aire—. Siento que mi padre engañara al tuyo para robaros vuestro carrito de comida, no estuvo bien. Y si es necesario, trabajaré duro para devolverte todo lo que costaría un nuevo carrito... pero no me voy a casar contigo.

—Pero, Rancchan... ¿cómo puedes...?

—Lo siento. Nunca he querido haceros daño, por eso no me atrevía a decíroslo —explicó el chico—. Pero... en realidad... —Su rostro se puso rojo, no obstante lo levantó y miró a la cámara que lo apuntaba—. El único compromiso que siempre ha sido real para mí ha sido el de Akane.

>>. Y es con ella con quien quiero casarme algún día.

—¡Nooo! ¡Corta, corta! ¡Maldita sea! —rugió Mikishito haciendo un gesto desesperado al de la cámara. Corrió hasta él, le arrebató la cámara y la estampó contra el suelo para después patearla con saña. Los hombrecillos se alejaron llevándose las manos a la cabeza. El del micrófono, se subió a una farola alejándose de su amo que parecía haber enloquecido—. ¡Eres un mentirosooooooo! ¡Sé que solo estás mintiendo! ¡¿Cómo te atreves...?!

—¿Qué pasa? ¿No era eso lo que querías?

Ranma sonreía, altanero y Akane parpadeó. Por un instante había quedado en shock, demasiado atontada por las palabras de su prometido, palabras demasiado increíbles, las que ella siempre quiso oír. Era como un sueño que se hacía realidad... pero cuando le vio sonreír de ese modo recordó; solo estaba actuando, siguiendo con el plan para darle en las narices a Mikishito.

Y realmente lo había logrado, aunque fue demasiado decepcionante. Ahora sí sintió que no podría controlar sus lágrimas.

Mouri se volvió hacia las prometidas rechazadas y las encaró, furioso.

—¡¿Vosotras no me dijisteis que sería incapaz de elegir?! ¡¿Qué diantres ha pasado?!

—¡Airen, tú arrepentirte de rechazar a Shampoo!

—¡Tú, no! ¡No entiendo una palabra! —Se quejó Mikishito con una mueca, pues aún seguía esperando una explicación. Pero lo que recibió fue un bombori que se estrelló en su cara y le hizo caer de espaldas. Los hombrecillos de Mouri corrieron hacia él para socorrerle, le rodearon y de la nada sacaron un botiquín y una bolsa de hielo que le pusieron en la nariz—. ¡Pero, ¿qué haces, perturbada?! ¡¿Cómo osas...?!

Un Prometido de Verdad (Ranma 1/2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora