12.

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Ranma se detuvo con los músculos doloridos y juntó las piernas en el centro del dojo. Suspiró y dejó caer los brazos liberando su cuerpo de la tensión al que lo sometía en sus duros entrenamientos. Como siempre hacía, buscó un detalle sin importancia en el que concentrar su atención mientras esto ocurría y empezaba a relajarse. Solía centrarse en la suavidad de la madera que notaba bajo sus pies desnudos; deslizaba un pie dibujando un círculo, luego el otro, plantaba bien los dedos uno a uno y para cuando terminaba, estaba listo para salir y enfrentar la nueva locura que se estuviera desarrollando en la casa de los Tendo.

Siempre había algo.

Y esa noche también, solo que la locura llevaba ya varios días desarrollándose y afectaba directamente a Akane. No logró concentrarse en el suelo ni en nada, ni siquiera mientras practicaba sus katas y se batía en duelo contra sus oponentes invisibles había podido apartar de su cabeza ciertos pensamientos repetitivos.

Pensaba en el malévolo plan de Mouri para llevarse a Akane, pero sobre todo pensaba en ese condenado documento que seguía sin aparecer. ¿Dónde demonios lo habrían escondido? Decidió hacer memoria, buscar el recuerdo del día en que sus padres lo firmaron bastante a regañadientes prometiendo así no inmiscuirse más en ese asunto.

¡Bastante habían hecho ya prometiéndoles sin su consentimiento! Debían buscar un modo de que dejaran de llevar la voz cantante en la relación de sus hijos.

—Si no, ¿qué les impedirá romper nuestro compromiso cuando mejor los convenga? —Le dijo Akane un día. Parecía realmente ofuscada por ese tema, posiblemente porque no hacían sino aparecer otras prometidas tras de Ranma y pudiera ser que el chico decidiera escoger a otra.

Ranma no le dio importancia a ese hecho; es más, incluso lo usó para burlarse de su prometida.

—¿Temes que te abandone por otra?

Esperaba que semejante comentario la irritara tanto que se pusiera a chillar, roja de indignación e incluso que intentara golpearle. Pero no fue así, su prometida le sorprendió lanzándole una mirada muy seria, casi rota, al tiempo que se mordía el labio inferior.

—¿Lo harías? —replicó, cogiéndole desprevenido. Parpadeó y en un instante, su boca se curvó en una lúgubre sonrisa—. Por supuesto que lo harías...

—¡No! Yo... ¿cómo piensas eso de...?

—¡Da lo mismo! Lo que a mí me preocupa es que nuestros padres sigan haciendo lo que les dé la gana con nuestras vidas, ¿a ti no? —Le apremiaba con los ojos y Ranma no supo qué decir—. Te podría ir mucho peor que estando prometido conmigo, ¿sabes?

>>. ¿Quieres darle la oportunidad al tío Genma de que lo vuelva a hacer?

No. Ranma no quería, así que obligaron a sus padres a firmar el acuerdo. No fue difícil convencerles, bastó con que ambos pusieran un poco de su parte para fingir llevarse mejor ante los patriarcas de modo que los convencieron de que su futura unión estaba garantizada.

Lo firmaron un domingo por la tarde, a la caída del sol. Estaban solo ellos cuatro en el comedor. Soun y Genma a un lado de la mesa y los chicos al otro que con ojos ansiosos, observaron a los dos hombres estampar sus sellos en el documento. Después el documento se llevó a un lugar donde le colocaron un sello oficial y al regresar al dojo... ¿No fue Akane quien se prestó a guardarlo?

—¡Ni de broma! ¡Con lo torpe que eres seguro que lo acabas perdiendo!

—¿A quién le estás llamando torpe, idiota?

—¡Pues a ti, marimacho!

—¡Pervertido! ¡Si lo guardas tú acabara siendo devorado por tu padre cuando se transforme en panda! ¡Le encanta comer papel!

Un Prometido de Verdad (Ranma 1/2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora