23.

2.3K 148 107
                                    

Aunque era imposible en un lugar abierto como lo era aquel patio, algunos de los presentes juraron oír el eco del disparo.

Akane también lo oyó y se le saltaron las lágrimas. Contuvo la respiración, aferrada al pecho del chico y esperó sin saber lo que ocurría. ¿Le había alcanzado la bala? ¿Le había dado a Ranma? Estaba tan asustada que no sentía nada salvo el dolor en sus ojos por lo fuerte que los apretaba.

De pronto, sintió un líquido que empapó su cuerpo y Akane sintió que su corazón se detenía.

¿Sangre?

No se atrevió a moverse... hasta que sintió otra cosa.

En su arriesgado gesto por proteger a Ranma su cara había chocado contra la dureza del pecho del chico, pero ahora Akane sentía que su nariz se hincaba en algo mucho más blando y mullido.

¿Qué?

Parpadeó y apartó la cara unos milímetros para toparse con un par de senos enormes y redondeados justo ante ella. Confusa, levantó los ojos y lo siguiente que vio fue la mueca de enfado en el rostro de una pelirroja que tenía el flequillo empapado y aplastado contra la frente.

—¿Ranma? —murmuró ella, totalmente descolocada. El pecho le ardía por el miedo que había pasado, se sentía desfallecida y no comprendía nada. Apartó los brazos de la pelirroja y se quedó mirándola, pasmada mientras la susodicha se pasaba una mano por la cara para retirar las gotas de agua—. ¿Qué... significa esto?

—¡Yo te diré lo que significa! —exclamó Mikishito al instante. En su mano seguía la pistola de la que aún caían unas pocas gotas. Akane entornó los ojos y su cerebro comenzó a relacionar lo que veía.

—¿Era una pistola de agua? —preguntó ella.

—¡Por supuesto que sí! ¡Yo jamás te pondría en peligro, ángel mío! — Mikishito se acercó a ella—. Pero no importa. No importa. ¡Mírale! ¡Mírale bien!

Mouri señalaba a Ranma con su pistola y Akane, aún aturdida, obedeció. Miró a su prometido que simplemente se encogió de hombros mientras apretaba su trenza color de fuego para librarse del exceso de agua.

—¿Qué?

—¡Es una mujer! —exclamó Mouri, fuera de sí. Dio un respingo y chilló aún más—. ¡Espera un momento! ¡Yo te conozco! ¡Eres la prima de Akane! —Ranma le hizo una mueca poniendo los brazos en jarra—. ¡Me engañaste! ¡Te acercaste a mí para sacarme información! —Mikishito meneó la cabeza, superado por la sorpresa, pero trato de recomponerse masajeándose la frente y volvió a centrarse en Akane—. ¡¿Te das cuenta de lo que pasa?! ¡Ese chico te ha engañado! No solo tenía a otras prometidas por ahí esperándole sino que además... además... ¡¡Él mismo es una mujer!!

Akane giró sobre sus talones para mirar al millonario.

—Sí, lo sé.

—¡Está maldito! ¡Hablé con el guía de un sitio con lagos encantados y me dijo que...! —Mikishito se detuvo de golpe y dejó de chillar. Bajó su pistola y su mandíbula se descolgó estúpidamente—. ¿Lo sabes? ¿Cómo... podrías saberlo?

—¿Cómo podría no saberlo? —replicó Akane—. Llevó un año viviendo con él. Lo sé desde el primer día.

—¿En serio te creías que Akane no conocía mi secreto? —inquirió Ranma con su nueva vocecilla chillona.

Mikishito estaba perplejo. Probablemente se había llevado una sorpresa tras otra desde su llegada a Nerima, pero aquella fue la única que le dejó realmente sin habla. Su rostro se puso pálido y sus párpados descendieron hasta la mitad de sus ojos, al igual que sus brazos que quedaron flácidos en torno a su cuerpo alargado y encorvado. Por alguna razón, Akane sintió temor y retrocedió hasta colocarse junto a Ranma.

Un Prometido de Verdad (Ranma 1/2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora