[038]

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Omma.

—Ríe, sino nunca serás feliz.

—¿Acaso finges que no me escuchas? Que patético.

—Deja de llorar, maldito bastardo. Me das asco.

—Oh... pobre diablo... tan roto y con una sonrisa tan horrenda.

—¿Crees que llorar te va a devolver todo lo que perdiste? ¿Lo que te quitamos?

—¡Realmente no eres más que un despreciable vagabundo!

—¿Te gusta vivir así? ¿En serio te gusta que tus menores te mantengan como si tuvieras problemas mentales? ¿También quieres que te limpien el culo acaso?

—Tienes tanta suerte de que te tengan lástima... sino, estarías muerto desde hace mucho.

—¿Pero eso a quién le importaría?

—Nadie sabe de ti, y a los que lo hacen les da totalmente igual tu mugrienta existencia.

—Hazte un favor a ti mismo y muere.

—Si no puedes sonreír, ¿de qué te sirve vivir? Muere de una vez.

—Lánzate de un puente, ¿no había uno cerca de tu casa?

—O haz que un auto te atropelle, al menos en ese momento no serías invisible.

—¡O mejor aún! ¡Hunde tu cabeza en la bañera y espera ahogarte! ¡Ni siquiera tendrías que salir de casa, y mucho menos escribir una carta de despedida porque seguirías aquí! Pero claro, hablando como si le importaras a alguien.

—Vamos, muere, ¿qué es lo que esperas? ¿Acaso crees que alguien te va a salvar?

—Muere, todo va a estar mejor si mueres.

—No más dolor ni humillación.

—No más falsedades ni hipocresías.

—No volverás a ser objeto de burlas.

—Serás amado por todas las personas que han sufrido igual que tú, y que tomaron la decisión correcta.

—Muere.

—Muere.

—Muere.

—Muere.

—Muere.

—Muere.

—¡Muere!

—¡Muere!

—¡¡MUERE!!

—Para... —Su voz intentó abrirse camino inútilmente entre los fuertes gritos de las sombras que le rodeaban, pero su voz era tan débil como él mismo, ni aunque intentara gritar lo más fuerte que sus cuerdas vocales le permitiesen, alguien le escucharía.

Era un inútil.

No podía hacer nada más que arrodillarse en el suelo y taparse los oídos con sus manos, esperando que en algún momento los gritos se detuvieran.

Pero nadie mejor que él sabía que eso jamás pasaría.

Era un ser miserable viviendo una vida igual de miserable, a la que fue destinado a cargar sobre sus hombros.

Su sufrimiento jamás se suavizaría, estaba condenado a vivir con el corazón ahuecado.

A menos que hiciese caso a sus verdugos.

Under the blooming roses - ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora