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Buenos modales.

Había sido difícil explicarle a Jimin todo lo que estaba ocurriendo, y no fue hasta que llegaron al fin al lugar y se bajó del auto que quiso escuchar verdaderamente.

Claro que hizo la típica escena que haría un dramático como él, preguntándole al cielo a gritos en qué momento su amiga había enloquecido de tal manera como para salir con la perra mala que según él Jennie era.

A diferencia de lo que Chaeyoung pensó a la morena aquella descripción le pareció más un halago que un insulto.

Esperaron con la mayor paciencia que pudieron a que Jimin se tranquilizara, y tardó tanto en lograrlo que por un momento Jennie consideró noquearlo y dejarlo durmiendo en su auto.

Sin embargo, justo cuando la paciencia se estaba acabando en el par el rubio se recompuso de un momento, irguiéndose como un militar y luciendo un rostro completamente tranquilo.

—Estoy bien.

Esas fueron las únicas palabras que dijo antes de entrar junto al par a aquel edificio abandonado, y al contrario de lo que ellas pensaban él no reaccionó de ninguna manera ante tal bullicio, parecía ser un viejo militar que pensaba ya haber visto todo.

Siendo Chaeyoung tomada de la muñeca por Jennie y Jimin guiado de mala gana por la misma chica lograron abrirse paso entre la multitud hasta lo que parecía ser una oficina que daba directamente a la sala común, que básicamente era lo que todos habían tomado como pista de baile.

La habitación a la que se estaban acercando no podía ser más... peculiar.

La pared principal era de cristal temblado, y a diferencia de lo que se podría pensar el interior de éste estaba lleno de objetos personales.

Ropa, toallas femeninas, tampones, libros, medicamentos, tarjetas de crédito y facturas dispersadas por el suelo junto a un par de multas, y todo aquello se podía ver desde donde estaban parados, que no era especialmente lejos.

Además de objetos se podían ver perfectamente a cinco personas, todos sentados en dos sofás en el medio de la habitación uno contrapuesto a otro, dos de ellos ya eran conocidos por Chaeyoung, eran Yoongi y Hyojong, pero de las demás no tenía idea, y no podía imaginarse quién era quién porque Jennie nunca le había hablado de supuestas amigas.

¿Y si no eran especialmente amigas sino conquistas?

Notar lo hermosa que cada una de ellas eran no le ayudaba a Chaeyoung en lo absoluto, no podía ver bien sus facciones, pero se notaba aquello sin problemas.

La primera en la que se fijó vestía de morado, y fue básicamente el saber que era del grupo de Jennie lo que llamó su atención. Tenía el cabello teñido de un color parecido al oro rosado y no paraba de formar un círculo con sus manos mientras parecía explicar algo a la chica frente a ella.

Ésta tenía el cabello bastante corto de un color rubio suave, vestía con tonalidades verdes alga de un estilo de todo menos femenino y no paraba de burlarse de la chica de cabello rosa por los gestos que hacía inconscientemente junto a la última chica.

Ella era la única que tenía el cabello sin teñir, pero de alguna manera aquellos brillantes mechones marrones llamaban la misma atención que cualquier color fantasía, incluso más que el increíblemente llamativo color celeste que vestía casi en su totalidad. Chaeyoung no había notado ningún detalle en particular que pudiese destacar además de su lindo rostro, pero entonces la vio sonreír y dos grandes paletas se añadieron en su rostro, para cualquiera esos serían unos defectos enormes, pero ella ni siquiera tapaba su boca con su mano al reír, lucía sus dientes con tanta confianza que los hacía complementar su belleza.

Under the blooming roses - ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora