[025]

4.4K 336 461
                                    

Lollipop.

Como los rumores dictaban Park y Manoban volvieron a ser las buenas amigas de siempre, pero ésta vez siendo totalmente sinceras la una con la otra, sin ningún tipo de engaño o truco.

La misma tailandesa estaba sorprendida por el hecho de que Chaeyoung lograra perdonar cada uno de sus errores cometidos, desde el más absurdo hasta el más delicado de todos sin vacilar ni un segundo.

Bastaron sólo un par de días para que volvieran a quererse la una a la otra de la misma forma en que siempre lo habían hecho, llenándolas con eso de una felicidad que no eran capaces de explicar de ninguna manera posible.

Pero, toda brillante luna tiene su lado oscuro, y siempre es el que nunca se nota.

Al volver la relación entre el par de amigas la relación que Chaeyoung tenía con Jennie pasaría a segundo plano, todos sabían aquello.

Pero, lo que Jennie no sabía era que en el segundo plano no era donde quedaría, sino totalmente fuera de la vida de Chaeyoung.

Ya había ido varias veces a su casa a visitarla, o mejor dicho intentado, pues cada vez que estaba por tocar la puerta escuchaba a la tailandesa desde dentro de la casa hablar animadamente con la que pensó era su amiga, por lo que siempre terminaba regresando a su apartamento con el rabo entre las patas.

La coreana nunca intentó llamar a la neozelandesa por mero orgullo, pero no iba a mentir, le dolía que la otra no intentara contactarse con ella de ninguna manera a pesar de saber que no había asistido a ninguna de las veces que se suponía debía ir a su casa a estudiar.

Ni siquiera en clases era capaz de hablarle pues Chaeyoung siempre estaba demasiado ocupada intercambiando mensajes de texto con Lisa a escondidas del profesor.

Jennie estaba harta.

Pero también desesperada.

No había estudiado en días, y en cuanto el día anterior a la prueba llegó empezó a sentir la verdadera presión, sensación de la cual Chaeyoung siempre la había mantenido alejada sin saberlo.

No le quedaba otra opción que enterrar su orgullo treinta metros bajo tierra.

Estacionó su motocicleta con todo el silencio posible frente a la casa de Suga simplemente para ver desde un ángulo mejor la ventana de la menor, rezando por no ver detrás de ésta a la tailandesa.

Pero entonces una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a través de la ventana a la tierna neozelandesa bailando por toda su habitación como loca, usando su cepillo como micrófono mientras cantaba alguna canción que Jennie no era capaz de escuchar.

Totalmente sola.

Jennie fue directamente a la casa de ésta y tocó el timbre, esperando ansiosamente a que la madre de la adolescente abriera la puerta, pero al escuchar los rápidos pasos que bajaban por las escaleras pudo deducir muy fácilmente que la mujer no estaba.

—¿Jennie? —Lo primero que la coreana vio al abrirse la puerta fue la confusión en el semblante de la castaña, cosa que la hizo sentirse inevitablemente incómoda, pero aquella sensación desapareció poco a poco en cuanto se formó una gran sonrisa alegre en el dulce rostro de ésta—. Ya me estaba preguntando por qué no habías venido.

No te lo preguntaste lo suficiente.

Las palabras que brotaron en la cabeza de Jennie fueron retenidas por obvias razones, disimulando las ganas que tenía de soltarlas formando una pequeña sonrisa mientras seguía a la neozelandesa al piso de arriba.

Under the blooming roses - ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora