-¿Estás bien?.-Amaia le acarició la nuca, lo veía bastante pensativo. Él la miró y sonrió a medias.
-Cuando estas conmigo siempre estoy bien...-Él estaba sentado a la orilla de la cama, estaban en un hotel, ninguno aguantaba mucho mas las ganas de volver a hacer el amor y Amaia se negaba a que aquello ocurriese en su casa, donde estaba su hijo y su hermana. Estiró los brazos y la acercó a él besándola en el vientre, ella siguió acariciándole lo rizos y suspiró.
-Si quieres que nos vamos...
-No, no lo quiero.-Se puso de pie acariciando el brazo de Amaia con el dorso de los dedos.-Te quiero.-Le susurró y ella sonrió acariciándole el rostro.-¿Estás feliz?.-Le preguntó mientras sus manos le quitaban a Amaia aquel vestidito de coctel, había estado presentado su libro terminado junto a su editor y la editorial no pudo haber quedado mas contenta, pronto lo publicarían y ella sentía que su felicidad no podía ser mayor.
-Bastante...-Los labios de Alfred la besaron dulcemente en los labios y ella no se movió hasta que el vestido calló a sus pies, se quitó los tacones y le quitó la camiseta a Alfred en un tiro..
-Cuanto te tengo así, Amaia...siento que enloqueceré...-Ella echó la cabeza atrás cuando David le dejó un dulce beso en el cuello.
-Tú también me enloqueces...mucho...-Jadeó cuando Alfred la apretó a su cuerpo.
Las manos de Alfred acariciaron de nuevo su espalda quitándole el sujetador rápidamente, demostrándole a Amaia cuanto había aprendido, eso la hizo sonreír. Su pecho rozó el de Amaia y su boca enseguida buscó sus pezones que estaban endurecidos por la excitación que Alfred causaba en ella. Gimió cuando la lengua de él comenzó a hacer movimiento sobre sus pechos y su espalda se arqueó inconscientemente.
-Te amo tanto, mi vida...-Le susurró sin dejar de besar sus pechos. Sus manos volvieron a acariciar su espalda y esta vez bajaron hasta sus caderas donde le quitó las bragas con sensuales caricias haciendo que Amaia gimiera nuevamente.
Cuando las bragas volaron en medio de la habitación, Alfred tomó a Amaia por los muslos cargándola hasta que sus piernas rodearon su cadera, Amaia podía sentir la excitación de Alfred allí tan enorme como siempre, y la anticipación de tenerlo dentro una vez mas la hizo jadear desesperadamente mientras los labios de él la besaban con paciencia en el cuello y sus manos bajaban y subían de sus glúteos hasta regresar a su espalda. Sintió sus dedos investigando en su cima de placer muy pronto y su espalda volvió a arquearse, esta vez tuvo que abrazarse al cuello de él, con los ojos cerrados comenzó a besarle la oreja mientras él seguía acariciando su cuerpo.
Él se quitó rápidamente la cremallera y el botón de los vaqueros bajándolos igual que los calzoncillos. Amaia se separó para mirarlo y él le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja antes de tomarla de los glúteos y levantarla y penetrarla. Amaia echó la cabeza hacia atrás con un grito audible y él besó sus pechos con fervor, con el mismo fervor que sentía por Amaia. Alfred comenzó a moverse lentamente haciendo que la sensación de tenerlo cada vez mas dentro fuese casi tortuosa para Amaia.
-Oh, Alfred...-Él casi sonríe, le encantaba escuchar su nombre en la voz de Amaia cuando hacían el amor.
-Si mi amor, dímelo...dime lo que quieres...-Susurró besando su cuello. Amaia se aferró a su cuello mientras el aumentaba el ritmo de sus embestidas.
-Hazlo así...así...no tan rápido...-Gritó entre jadeos. Alfred la aferró mas a su cuerpo y sintió que moriría cuando ella le mordió la oreja con sensualidad. No podía concentrarse demasiado en nada mas que no fuese estarle haciendo el amor.
-Amaia...mi vida....-Susurró embistiéndola mas profundamente, las ganas de hacerla estallar en placer le ganaron y cuando la escuchó gritar ahogadamente, sus embestidas se hicieron aun mas rápidas, hasta que se escuchó gritar él mismo aforrándose a la espalda de Amaia, ella aun jadeaba y la escuchó gritar por segunda vez.
Las piernas casi le fallan pero se aferró mas al cuerpo de ella que estaba sudado y cerró los ojos mientras su sudor se fundía con el de Amaia. Ella jadeaba en su cuello y cuando pudo recuperarse le acarició la espalda haciéndola sonreír.
-Te quiero, tanto mi niño...
-Que no soy niño.
-Pero si eres mío.
-Eso no lo discuto.-Rió girándose y dejando caer a Amaia con cuidado en la cama.
Ella le acarició el rostro y comenzó a quitarse los vaqueros que los tenia a media rodillas. El sonrió ayudándola y se unió a ella en la cama.
-Yo también te quiero.
-Quisiera poder gritárselo al mundo...
-Podemos hacerlo.
-No sin consecuencias.
-Me dan igual las consecuencias.
-Alfred...
-Amaia, yo te amo con toda mi alma...eres la primera mujer en mi vida, la única mujer...
Ella sonrió, no podía soportar tanta ternura, Alfred era demasiado.
-Alfred, lo nuestro no tiene futuro.
-Pues yo creo que si...deja que se lo cuente a Rafa...
-¡No!.
-Se que es el único que te preocupa....
-No es solo él, son todos...¿Qué va a pensar tu familia? ¿tu madre?.-Rió.-Pensara que te viole y todo...
-Mi amor, ya no soy un niño...si yo decido que eres la mujer de mi vida tienen que respetarlo...-Le acarició el rostro y Amaia se puso sobre él besándole el pecho.
-¿Soy la mujer de tu vida?.-Preguntó con voz de niña haciéndolo reír.
-Juro que no habrá nadie más.
La sintió rozar sus glúteos contra su miembro y gimió.
-Te quiero...-Le susurró ella antes de besarla y dejarse caer sobre su erección.