Amaia gritó agudamente arqueándose sobre el cuerpo de Alfred y se dejó caer sobre él riendo y respirando con dificultad.
-Me vas a matar, niño...-Le acarició la nuca y sintió los dedos de él acariciando suavemente su espalda.
-Tú me estas matando ya...con tanto amor...-Le acarició el pelo que ahora llevaba suelto y le besó el rostro.-Quiero estar el resto de mi vida contigo, mi amor...-La rodeó con sus brazos y Amaia hundió aun mas su rostro en el cuello de él.-¿Amaia?.
-Mmm...-Dijo medio somnolienta haciéndolo reír.
-Di algo ¿no?.-La sintió reír sobre su pecho y levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.
-Te quiero.-Le dijo besándole la nariz.-Pero creo que tenemos que volver...
-No...-Se quejó él y ella sonrió irguiéndose, Alfred miró sus pechos y su ombligo una vez mas y sus ojos brillaron.
-Ni lo pienses.-Dijo ella tapándole los ojos y haciéndolo reír.
-No sabes que estoy pensando.-Le dijo divertido aun con los ojos tapados.
-Si que se...-Se acercó susurrándole muy cerca de los labios.-Tenemos que irnos.
-¿Y si llamas a Rafa y le dices que...no se, que te quedas en casa de alguien?.
-Aja, ¿y tus padres?.-Le destapó los ojos y el volvió a admirar su desnudez.
-A mi padre no le rindo cuentas, y a mi madre le digo que estoy en tu casa.-Sonrió y Amaia rió dejándose caer a un lado, Alfred no perdió el tiempo y la atrajo hacia su cuerpo abrazándola. Le encantaba sentir el calor y la suavidad de Amaia junto a su piel.
-Así que eso hacéis cuando estáis con una chica...-Le dijo cuando Alfred pasó su brazo sobre su vientre y recostó la cabeza en su hombro.
-Solo cuando es la chica mas guapa del planeta...
-¿Hablas de mi?.
-¿De quien sino?.
-Pero si ya no soy chica...
-¿Te volviste hombre?.-Ella rió audiblemente.-Mira que no me di cuenta...-Su mano comenzó a acariciarle el muslo y subió hasta que su calor se encontró con el calor del muslo interno de ella.
-Quita, quita...-Rió apartando su mano.
-¿Por qué?, hace rato no te quejabas...-Ella rió divertida mirando los ojo de Alfred encendidos por la pasión.
-¿No te ha bastado con tres polvos?.-Él negó.
-Nunca me basta cuando estoy contigo...quiero mas...mucho mas.-Amaia lo vio entrar debajo de la manta y rió divertida cerrando las piernas.
-¡Venga, Alfred!.El la tomó de la manos colocándolas a cada lado de su cabeza y juntó su frente con la de ella.
-¿Qué?, dime lo que quieres y como lo quieres...tu eres la maestra...-Ella sonrió y apartó el rostro cuando él la quiso besar.
-Tenemos que irnos...-Él la ignoró y la besó en el mentón, Amaia sintió su erección apoyándose en su vientre y carcajeó.-Alfred, de verdad, que me vas a matar...
-Es tu culpa. Si no fueses tan dulce, tan bella, tan...
-¡Alfred!.-Carcajeó pues Alfred estaba besando sus pechos, gimió y se retorció debajo de su boca.
-Ríndete, amada mía...
Amaia suspiró rindiéndose.
-Muy bien amado mío, pero mas te vale que...-Se calló de golpe cuando Alfred la giró.-Mmm...-Gimió al sentir los dulces besos que él dejaba en su espalda.