capitulo 4

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La vio fruncir el ceño mientras sus dedos dejaban el teclado, entrecerró los ojos un segundo y luego sus dedos volvieron al trabajo. ¿Cómo podía cautivarlo tanto con tan solo una mirada?. Aquellas gafas la hacían ver tan guapa, pero iba mucho mas allá de lo físico, vale si, ella era espectacularmente hermosa, al menos ante sus ojos, pero no era eso solo lo que hacia que no pudiera dejar de mirarla. Cada movimiento, cada ceño fruncido, le parecía la cosa más adorable sobre el planeta. Vio como su mano cogía la taza que seguramente contenía café y la llevaba a su boca, una boca que él aun no podía creer haber probado. Aun no estaba seguro si había sido un sueño o si había sido real. Pero al recordar el sabor de su boca su piel se erizaba haciéndole entender que todo había sido real, que la boca de Amaia había estado junto a la suya y que su lengua lo había hecho volar alto, muy alto...la vio luego estirarse mientras volvía a fruncir el ceño y luego sus dedos volvían al teclado. Parecía estar bastante inspirada ese día, pensó divertido sin dejar de admirar la forma en la que sus ojos se movían por la pantalla. La vio sonreír a medias y no pudo evitar sonreír. Vaya como latía su corazón de solo verla sonreír...aunque fuese un poco. Definitivamente su día no estaba completo sin una sonrisa de ella. ¿Acaso el beso significaba que tenia una oportunidad con ella?...¿con la mujer que pensó prohibida?.

-Alfred, ¿Qué haces ahí?.-Alfred se sobresaltó al escuchar la voz de Rafael y vio como Amaia levantaba la cabeza para ver a su hijo Rafael en la puerta y a él asomado en una esquina.

-Eh...pues...

-¿Rafa?.-Rafael apartó la vista mirando a su madre a través de la puerta del estudio que se encontraba entreabierta.

-Dime, mamá...

-¿Podrías buscarme mas café, hijo?.-Él entró cogiendo la taza y mirándola en forma de regaño.

-Ya podrías dejar de tomar tanto café, al final tanta cafeína te mata las neuronas, luego te quejas de que no te sale ningún capitulo y no se que...-Ella rió divertida.

-¿Es que se han cambiado los papeles y ahora tu eres el padre?.-Dijo con una ironía divertida.-Además, para que sepas, he escrito cuatro capítulos hoy.-Le dijo solemne.-Ahora ve y tráele vitamina a tu madre.-Él puso los ojos en blanco murmurando algo al salir, Amaia vio aun el brazo de Alfred cerca de la puerta y se quitó las gafas que usaba para escribir alargando el cuello para verlo allí apoyado en la pared.-¿Alfred?.-El tímidamente se asomó.-¿Buscabas a alguien?.-Dijo divertida y él terminó riendo.

-Puede...-Le susurró desde la puerta, Amaia se preguntó cuanto tiempo tendría allí observándola y los recuerdos de la noche anterior la hicieron fruncir el ceño. Tenia que dejar de jugar con fuego...

-Ven aquí.-El la obedeció y entró en el estudio, el olor de Amaia le inundó el pecho haciendo que tuviera la sensación de estar flotando.-Creo que tenemos que hablar...-El la miró intensamente, sin apartarle la mirada, estaba cansado de ser el mismo niño miedoso de siempre, no era un niño y se lo demostraría.

-Supongo que si.

-Cierra la puerta.

-Pero Rafa...

-Ciérrala.-Alfred cerró la puerta y Amaia se levantó de su silla colocándose frente al escritorio con los brazos en el pecho.-Supongo que...sabrás que lo que pasó ayer no debió pasar, quizás en parte yo tengo la culpa, quizás hice algo que interpretaste mal y...-

 -No, tú no hiciste nada. Yo fui el que te besó...

-Tampoco es que me obligaras.-Alfred se aventuro acercandose un poco mas.

-Ya pero...-Suspiró.-La verdad, Amaia es que yo...

-Alfred, quiero que entiendas que estuvo mal ¿vale?, muy mal porque tú eres...tú eres un niño y yo...

Permiteme SeñoraWhere stories live. Discover now