Capítulo 27: Destrucción De Lazos

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Iniciando archivo adicional del sujeto: Erin Turner

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El coloso de metal comenzó a seguirme a la entrada de la ciudad.

Gabrielle, mi hermana adoptiva, era la que seguramente manejaba esa máquina que parecía una mantis con solo dos patas.

No estaba preocupada, aun así, en el camino ya habían colocado distintas trampas, y en la fábrica se encontraba Donia, lista para dejarle caer encima una cisterna llena de ácido.

Saltó el muro con bastante facilidad y siguió persiguiéndome. Llegué a la zona indicada como la primera trampa, un cable para hacer que se tropezara y con la caída sufriera daños. Pasé por debajo de él y seguí corriendo, mientras que Gabrielle no lo vio y terminó chocando con él, haciendo que la enorme maquina fuera a dar al suelo. Varias partes se cayeron, pero aun así seguía funcionando. Se levantó de una manera torpe, buscando como apoyarse y dándome a mi tiempo de correr un poco más para tener una distancia más segura.

La esfera en el torso donde se encontraba la cabina del piloto se rompió, y ahí pude verla, Gabrielle me observaba con una expresión de odio. Se puso en movimiento de nuevo, aunque hacia ruidos raros. Por muy resistente que fuera, esa caída había sido bastante fuerte, por lo que no me sorprendió que ya tuviera malfuncionamientos en la maquinaria.

Seguimos con la persecución, hasta la siguiente trampa. Esta estaba conformada por una bola de demolición. De nuevo me detuve y observé como después de ser activada, el impacto destruyó uno de sus brazos. Pero ni así se detuvo y continuó con su camino. Los ruidos eran cada vez más frecuentes e incluso algunas partes sacaban humo y chispas. Nos acercábamos a la fábrica.

- ¡NO SALDRÁS VIVA DE ESTA, PERRA! -gritó con un tono de locura frenética.

Una vez que entré a la fábrica, vi a Donia sosteniendo con su telekinesis la cisterna en el techo de uno de los enormes edificios. Entre en él y en el momento en el que el robot se acercó y agachó para alcanzarme, le vertieron el ácido encima. Con eso, los sonidos de los motores y demás mecanismos se dejaron de escuchar. El coloso de metal cayó completamente y destruyó la pared de la fábrica, y con esto, parecía que Gabrielle por fin había muerto. Sin embargo, no fue así, ella salió a rastras del robot.

-Acepté hacer esto para finalmente acabar contigo y poder ser la favorita de alguien, y me dan este pedazo de chatarra que tiene la resistencia de una hoja de papel. -estaba quemada de la cara y de los brazos por el ácido, su ropa también estaba algo corroída.

- ¿La favorita? ¿Te refieres de ese tal Sergei? Sabes que nunca lo hará, está completamente loco y seguramente lo único que le importa es completar su plan.

-No me importa, haré lo que sea para ser su mejor herramienta, y empezaré matándote, la chica que fue mi hermana tanto tiempo, así le demostraré que estoy dispuesta a todo. -terminando de decir esto, su piel comenzó a tornarse del color de un Nightmare y sus brazos se volvieron tentáculos. -Hora de que te unas a tus padres.

Mi venganza había llegado a su clímax, el duelo final, y Donia lo sabía, ya que, aunque estaba en el lugar, solo se limitó a mirar.

Gabrielle me intento aplastar con sus enormes tentáculos varias veces, pero no era rápida, por lo que los esquivé sin problemas. Usé la cimitarra para cortarlos, aunque tuve que golpear varias veces en el mismo lugar para hacerlo. Finalmente, su tentáculo izquierdo fue amputado, haciendo que revirtiera su transformación en esa zona y teniendo que optar por su látigo otra vez. No fue difícil herirla de esa manera, la defensa que le daba lo que había perdido había sido bastante. De los cortes de su cuerpo caía sangre, lo cual la hizo enfurecer y dejar que dos tentáculos más crecieran de su espalda. Estaba en problemas, ya que ahora yo tenía una desventaja, ya que, si no eran rápidos, un tercero podría hacer que en cualquier descuido fuera aplastada, o usarlo para defenderse de mis ataques.

De pronto, Donia intervino con una andanada de disparos y deteniendo uno de los apéndices con su telekinesis, dejando solo uno a disposición de Gabrielle. Me apresuré y corté el que mi amiga estaba deteniendo, evitando todos los ataque por mucho. Corté el segundo, que estaba lleno de agujeros, lo cual lo hizo más sencillo. Por último, me deshice del tercero de la misma forma que los anteriores, y con esto revirtiendo toda la transformación. Tiré la cimitarra y la puse de pie, solo para empezar a golpearla con puñetazos y patadas llenos de ira.

- ¡Te dimos un hogar, comida, una familia, estudios mientras duraron, atención médica, cariño, muchas cosas más...Y por una estupidez asesinaste a mis...no...a nuestros padres! ¿¡Qué es lo que pasó por tu mente en el momento en el que aceptaste trabajar para esos lunáticos!?

Me detuve, pero en vez de obtener una respuesta normal, solo comenzó a reír, primero silenciosamente, hasta llegar una forma ruidosa y frenética.

-Este virus, ha sido lo mejor que pudo haberme sucedido, me hizo darme cuenta de lo horribles que son los humanos, privando de la verdad a otros...pero ellos no, ellos me contaron todo, se lo que es en realidad, no es tan simple como una enfermedad, es la evolución, un regalo caído del cielo...sin embargo, yo no soy digna, si lo fuera, estaría en el lugar de esa perra, y tu amigo no iría a salvarme, te habría asesinado y sería ahora la preferida de mi jefe...pero he fallado, no una, si no dos veces.

Una vez que terminó decir eso, se acercó a un contenedor que también tenía ácido, y mientras se seguía riendo y ahora también llorando, se lanzó dentro de él, terminando con su vida. Donia no pudo seguir viendo y miró a otro lado, mientras que yo solo sentí lastima por ella, quisiera haber sabido como ayudarla, pero el haber perdido a mis padres por su culpa me lo impidió.

-Se acabó...he cumplido mi venganza.

-Bueno, ahora que tu nuevo propósito sea acabar con todo esto. -me dijo con una sonrisa. -Sin embargo, me deja con la duda lo que menciono del virus, sé que no es como la gripe, pero a fin de cuentas eso es lo que se cree, que es una enfermedad.

-Tendremos que averiguarlo, seguramente encontraremos a que se refería, por ahora, vayamos a ver cómo están los demás, el ejército que vi no era precisamente pequeño.

Mi amiga asintió y salimos de ahí, no sin antes decirle un último adiós a esa chica que durante tanto tiempo vi como una hermana...

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