¿Se nos acabó la suerte? (suerte #4)

Epílogo: Diez años después

Este capítulo estará divido por parejas para saber que paso con toda la pandilla así que esta un poco largo.

Que lo disfruten.
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💓Daemax💓

El pelinegro tomó las llaves de su camioneta mientras daba vuelta por la sala recogiendo el tiradero que su pequeña hada había dejado esparcido por los sillones, la mesa de centro y también por encima del modular en donde guardaba el reproductor de Dvd, el estereo y algunos otros eléctronicos.

Pero a pesar del tiradero que había quedado Daemon no podía evitar sonreir. Muchas cosas habían pasado en los últimos diez años, por ejemplo el hecho de que ahora él y Max eran padres. Ambos había acordado que esperarían hasta que Max cumpliera los treinta para empezar una familia, pero fue imposible. Así que seis años atrás ya estaban enfrascados en esa nueva aventura que era cuidar de una pequeña vida.

Si era sincero consigo mismo, Daemon había estado muy nervioso de no poder con tal responsabilidad. Siempre se había sentido un poco torpe con los niños, pero todo era más fácil teniendo a Max a su lado, quien era sumamente dulce y cuidadoso.

¿Fue difícil iniciar con la paternidad? por supuesto, sobre todo por lo demandantes que eran sus trabajos. Max todo el tiempo ocupado con los inumerables casos que recibía, algunos llegaban a durar meses  y el castaño tenía que quedarse hasta la madrugada revisando documentos y armando sus argumentos para salir vencedor, era un poco tedioso.

Por otro lado Daemon estaba bastante ocupado encargándose del proyecto en el que se había enfrascado. Había decidido montar un negocio, un taller mecánico moderno y con la última tecnología. Tuvó que recurrir a prestamos para poder montarlo, pero estaba yéndole de maravilla y de hecho, ya estaba preparando la apertura de un segundo taller y esperaba que con el tiempo aquello se convirtiera en una cadena reconocida.

—¡Papá!— Una pequeña niña se pegó a su pierna prendiéndose como un Koala. —¿Ya nos vamos?

Su nombre era Lory Colter-Archer, una linda niña de cabello castaño y ojos miel. La habían adoptado cuando apenas tenía seis meses de edad. Conocieron a la madre de la niña gracias a uno de los casos de Max. El hermanon de la joven había sido atropellado por un conductor ebrio que no quería pagar indemnización y Max se había encargado de hacer que el culpable pagara con creces su imprudencia. Pero mientras eso sucedía conocieron a la madre de la niña, quien era menor de edad y tenía dificultades para cuidar de la pequeña, por eso buscaba darla en adopción.

Para que mentir, se enamoraron de la niña al nada más conocerla. Era sumamente tierna y al final terminarón por adoptarla. Fue un poco complicado, porque a pesar de que el matrimonio gay había sido aprobado en la mayor parte del país, seguían habiendo muchos peros en cuanto a las adopciones homoparentales.

Afortunadamente contaba con Scarlett quien los guió encantaba para que pudieran cumplir con todos los tramites y requisitos. Además de que Max tenía colegas abogados que les tendieron la mano con asesoria legal. Al final pudieron adoptar a la pequeña e iniciar su propia familia.

—Si, mi amor— la tomó en brazos. Llevaba puesto un lindo vestido gris con diseño de moños rosas y unos panties de color rosa suave. —Ya nos vamos. ¿quieres ver a tú papi?

—¡Si!

—Entonces vamos ya, así podemos llenarlo de besos ¿te parece?

—¡Muchos besos!— y la niña empezó a lanzar besos al aire mientras reía.

—¡Mi muñeca hermosa!— La apretujó con suavidad entre sus brazos. Adoraba a su niña, tanto como adoraba a Max.

Tomó la mochila  que había preparado previamente y  salió de casa con la niña en brazos. Se acercó a la camioneta y abrió la puerta trasera para poder colocar a Lory en la silla para niños, le abrochó el arnes y le besó la frente antes de ir hasta el asiento del conductor. Puso el motor en marcha y retrocedió por el caminillo de entrada de su moderna casa, la cual había diseñado Billy como regalo de bodas para él y Max.