Capitulo 20.

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Mi cabeza está aturullada y pérdida. Me lamento por cada paso que doy cogido de la mano de October. He echado por tierra toda relación posible con Samanta, de eso estoy claramente seguro. A pesar de conseguir mi objetivo, poder estar con la chica, a la que previamente me quiero llevar a la cama, no estoy contento con mi decisión y tampoco pienso ahora mismo en mi polla. No sé lo que quiero en estos momentos, pero no es meterme en las bragas de October, eso se me ha pasado en el camino hasta el coche.

- ¿Estás bien?-pregunta indecisa.

Me recuesto en el asiento del conductor y me aferro a él con fuerzas, después coloco el cinturón de seguridad y pongo en marcha el automóvil.

- Sí, estoy bien.

El camino es silencioso, por ambas parte no se escucha ningún sonido emergente, solo se puede intuir la música de fondo. Agradezco no entrar en una riña con ella, esa chica es desesperante si quiere, y yo no estoy ahora mismo en mis cabales para poder controlar mis palabras, las que pueden dañar si no las pienso.

A pesar de coger la ruta para llegar a mi piso, doy un giro inesperado para ella, por donde puedo llevarla a su casa y dejarla allí. No voy a pasar la noche con ella, no pienso hacerlo, necesito calma...Si me follara a October, me gustaría no estar pensando en Samanta y en cómo están las cosas con ella ¡No podría concentrarme! ¡No disfrutaría!

- Sigue importándote, ¿no?-pregunta mientras se desabrocha su cinturón.

No estoy dispuesto a contestar la pregunta.

- Te llamo mañana, ¿vale?-la miro con ojos cansados por tanto alcohol y disgusto.

Con cara de pocos amigos sale del coche y pega un portazo, lo cual hace enfadarme ya que no permito que nadie trate de esa forma a mi apreciado pequeñín. Respiro hondo para no soltar unas de las mías, evitando un enfrentamiento apoteósico. Intentando calmar mi frustración, después de haberme quedado sin un buen polvo y con Samanta revoloteando por mi cabeza, dejo caer la cabeza hacia atrás. Trato de mantener la calma pero algo me lo impide, puede que sea el mismo Locked deseando volver a mí. Está más que claro que debo volver a casa y tomar mi medicina.

¡Mierda, ahora suena el móvil! Rezo por que no sea ninguna de esas dos.

- ¡¿Si?!-contesto con un tono brusco, sin molestarme en mirar de quien se trata.

Su suspiro marca lo desesperante que parezco.

- ¿Podrías pasarte por casa? Tengo un tema pendiente contigo-dice tras el teléfono mi padrastro.

<<Ahora no, joder>>, pienso para mí.

- Señor García, no estoy en mi mejor momento para hablar sobre un tema, mucho menos si ese tema es Samanta-explico mientras mi lengua arrastra las palabras sin querer.

Un silencio abrumador aparece por un instante pero el señor García se encarga de cortarlo.

- He sido un padre para ti siempre, Edén-una pullita de su parte se clava en mi interior.-Merezco como mínimo unos minutos de tu tiempo para hablar las cosas.

Algo que puedo subrayar del este señor es su don de palabra y su facilidad para llevar a su terreno a las personas. Creo que su hija tiene la misma habilidad.

- Joder, bien. Dame unos 15 minutos.

Tras colgar, me dirijo a mi piso, donde puedo ingerir mi pastilla, asearme, arreglarme y descansar cinco minutos. Los necesito. El cuarto de hora pasa a ser una media hora, pero me importa una mierda, estaré cuando me dé la gana allí, tampoco es que quisiese hablar sobre el mismo tema, de nuevo una vez más. Al estar preparado vuelvo a subir en mi vehículo y me dirijo a casa de mi madre, allí puedo observar que el coche de Samanta no está habitando en ninguno de los aparcamientos, lo que me da vía libre. Salgo del coche más relajado al saber sobre la ausencia de esta y abro la puerta de casa sin esperarme lo que viene.

Volverás a ser mía. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora