¡No, no, no! ¡Joder!
- ¡Ábreme la puta puerta trasera!- grito a Zac mientras bajo por las escaleras de la entrada con Lilly en mis brazos.
Zac atemorizado hace caso a lo que digo.
- ¡¿Pero qué coño...?!
Con las manos temblorosas consigue el objetivo y puedo dejar a esa chica recostada sobre los asientos traseros.
- ¿Qué coño le han hecho ahí dentro?
Contengo mis ganas de volver a entrar en aquel maldito lugar y dar un par de golpes a aquellos que hayan intervenido en el maltrato de mi amiga.
- No lo sé pero te juro que me encargaré de que estos malnacidos paguen por esto.
Entro en el coche y doy finalizada la acción con un portazo que hace retumbar el interior de este. Lo arranco con fuerza, rugiendo el motor todo lo que puede.
- ¿Por qué tiene golpes en la cara?-pregunta Zac apurado.
Miro por el espejo retrovisor las marcas moradas de las mejillas de Lilly.
- Por lo que me ha dicho esa bruja, solo querían que su dolor desapareciera con otro tipo de dolor-aprieto los dientes con fuerza.- ¿Por qué coño eligió este maldito sitio?
Zac no puede dejar de mirar hacia atrás, observando cada magulladura en el cuerpo de esa chica.
La ira me envuelve de tal manera que por un momento me replanteo en volver atrás y quemar ese asqueroso sitio. Intento calmar mi ansiedad, repito en mi cabeza una y otra vez que debo calmarme o tendremos otro problema si entro en una crisis.
- ¿Dónde la vamos a llevar?-cuestiona preocupado.- Está en muy mal estado, Stark.
Sin responderle, atrapo el móvil y solo se me ocurre pedir ayuda a una persona, la única que siempre estuvo ahí para mi sin reclamarme nada a cambio.
- ¿Edén?-contesta al otro lado de la línea.- ¿Edén, estás bien? ¿Hijo contéstame?
Por algún motivo un nudo se me hizo en la garganta, no podía dejar salir las palabras. Mi pecho estaba en total opresión, no podía siquiera respirar con normalidad.
- Mamá-por fin respondo con un poco de dificultad.
Por el tono de mi voz mi madre sabe que algo no está bien.
- ¿Qué está ocurriendo?-grita con desesperación.
Con los nervios floreciendo en cada parte de mi cuerpo y la frustración por el teléfono, acelero más sin darme cuenta.
- Voy a casa, ahora te explicaré todo-termino la conversación sin darle muchas más explicaciones.
Contemplo el velocímetro y puedo llegar a ver como la aguja llega hasta los 200 km/h en menos de lo que canta un puñetero gallo.
Por el rabillo del ojo puedo ver a Zac agarrándose al sillín del copiloto con cara de pocos amigos, luchando por no soltarme ninguna gilipollez que haga peor toda la situación.
Después de una más de una hora de vuelta puedo ver el Toxic, dejándolo atrás para poder entrar en las urbanizaciones de alta gama donde un día yo también viví.
- Ayúdame a sacarla ahora-digo mientras aparco el coche de mala forma.
Salimos del coche a la misma vez, mi amigo con torpeza y yo con más agilidad. La puerta del coche se abren y Zac coge como puede a Lilly entre sus brazos mientras escucho como las cancelas se abren paso a nosotros. En la puerta alcanzo a ver a una madre preocupada, cansada de un hijo que siempre le trae problemas. A su vera un marido harto de una esposa que cubre a su hijo en todas las cosas malas que hace.